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Deje atrás a esas tres personas que se hacían llamar mis amigos

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Deje atrás a esas tres personas que se hacían llamar mis amigos. La verdad no sé qué pretendían conseguir. Ande en la dirección opuesta que conducía al palacio. Quería estar solo, pensar, no tener libélulas revoloteando a mí alrededor y molestándome con sus horrendas voces. Cuando hablaban demás y no quería escuchar nada y hacían lo contrario me irritaba. Haciendo caso omiso a los llamados de Julek me pierdo entre los árboles y la naturaleza que había allí. Nunca me hubiera imaginado tener un bosque al lado de mi casa, aparte de eso, que me perteneciera. Camino arrastrando los pies, como si no, como si me costara andar.

La neblina empieza de nuevo. ¡Magnifico! La niebla se va expandiendo hacia los lados exponiendo ante mí una cabaña, a simple vista me parece un juguete más con el que podría haber jugado de pequeño tranquilo. Era baja, además de pequeña, tenía una verja de madera justo a unos pasos de mí. Poso mi mano en la cerradura para poder abrirla y así pasar. Al lado de la puerta, que también era de madera, como toda la casucha, contenía un tablero con el apellido Chlebek. Mi mano se adueña del pomo de la puerta para abrirla, esta hace un chirrido que casi me quedo sordo y finalmente, con algo de dificultad se abre. ¿Por qué ese encuentra abierta? No le doy mucha importancia, ya que aquí en teoría no puede venir nada, excepto mi familia y yo.

Parpadeo un par de veces para poder acostumbrarme a la poca luz que entraba por las rejillas de las persianas, una vez cerré la puerta. Me desplace hasta llegar a un lago del recibidor donde se encontraba el interruptor de la luz. La luz ilumina la estancia pero con una luz tenue. Cuando estaba dispuesto a avanzar por la parte izquierda de la casa, que creo suponer que es una habitación, escucho un sonido ensordecedor que casi me deja sin tímpanos.

¿Qué coño ha sido eso? ¿De dónde ha venido ese ruido?

—¿Hay alguien por aquí? —todo se encuentra silencioso ahora. Saco mi móvil y pongo la linterna para tener una mejor visión para ver.

Nadie contesta. No ha podido ser en mi imaginación el escándalo que se ha armado, hace un minuto.

Al fondo de lo que se supone que es el salón, hay un sofá mediano, algo desgastado por los años aparte del uso que le dieron. Allí veo a algo moverse. No sé qué será. Si un animal o una persona.

—¿Quién anda ahí? —vuelvo a preguntar, casi al límite de desesperarme por no tener respuesta —. Estoy viendo tu sombra, sal.

—¿Y el limón dónde queda? —habla una voz fémina divertida y a la que cual conozco demasiado bien. Alenka Chlebek, mi hermana.

—Alenka sal de donde estés —ella suelta una risilla bastante desagradable para mí.

—Le quitas lo divertido a la vida, querido hermanito —Alenka sale tan salerosa como es ella, por detrás del sofá.

—¿Qué haces en este lugar? —le pregunto —. Aunque mejor voy a hacer otra pregunta. ¿A qué has venido? Mi cumpleaños ya ha pasado —le recuerdo. Aún seguía resentido, sé que han pasado varios días. Lo que no se me va a olvidar en la vida es que mi familia no se dignó a felicitarme, ni estar en mi día. Mi cumpleaños.

El mundo de ZarekWhere stories live. Discover now