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Cuando me desperté, guarde la vara en un lugar mejor; mi bolsillo

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Cuando me desperté, guarde la vara en un lugar mejor; mi bolsillo. El bastón se podía convertir en una pluma. Yo todavía estoy asimilando como lo pude lograr. Desconfiaba de todos y cada uno de esta casa, aunque una de las personas que estaba entre estas paredes fuera mi hermana.

Estábamos todos sentados sin excepción alguna, alrededor de la mesa que aparentemente estaba en el salón. Tenía en frente de mí a Eunika, no apartaba sus ojos de mi rostro, no sé qué pretendía, pero me estaba sacando de mis casillas, mi paciencia se estaba agotando poco a poco.

Mi hermana se encontraba sentada a un lado de mí, y veía mi nerviosismo y la mala leche que se avecinaba en mi cuerpo.

—¡Eunika, basta! Déjalo en paz, no lo mires —le advierte mi hermana con un tono que no es nada agradable.

—¿Ahora se prohíbe a la gente dejar de hacer algo, que para todo el público es libre? —Eunika mira a Alenka con burla.

—Si no quieres acabar mal, te recomiendo que lo hagas, por tu bien.

—¿Me puedo marchar? Tengo cosas más importantes que estar aquí calentando una silla —hablo por primera vez desde que me senté. Hago el amago de levantarme, pero la mano de Witold se aferra a mi brazo y es muy difícil que me suelte; es más ejerce una mayor presión para que mi culo este sentado de nuevo en la silla.

—Joder Witold, me haces daño —gruño en su dirección.

—Pues quédate quietecito en tu sitio, y haz silencio —me pide.

—¿Y si no quiero? —replico.

—El nene se nos revela —dice Witold mofándose.

—Silencio — Rafal golpea con el puño cerrado la mesa. Todos obedecen a la primera sin rechistar. Carraspea antes de comenzar de nuevo a hablar —se supone que vamos a pasar unos cuantos días aquí, así que hay que tener una buena convivencia —primero mira en mi dirección para que al minuto siguiente la pose en Eunika —. No quiero discusiones. ¿Está claro? —yo asiento con mi cabeza aburrido —. ¿Eunika? —todas las miradas se posan en ella, gira la cabeza para no ver a nadie y entre dientes habla.

—Lo intentaré —esta vez me mira a los ojos. No creo que le convenga enfadar a los demás.

—¿Eunika? —dice en un tono más serio Rafal. Al menos esta es la vez que yo no soy el culpable de su enfado.

—Vale, lo intentare.

—Intentarlo no. ¡Hazlo! —sentencia. Ella le da una mala mirada, arrastra la silla hacia atrás y se levanta de esta —. No hemos acabado niña.

—Seguid sin mí, esta reunión no me importa —dice mientras rodea la mesa para salir del salón.

A los segundos se escucha un portazo. Yes la puerta de la entrada. Ha salido fuera.

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