Control

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Alec:

La pequeña Loba Blanca  había ido a Seatle. La última vez que ella estuvo allí fue Verónica quien le sorprendió... ¡Dios! ¡Verónica! Cada vez que me acuerdo de ella en el primer día suelto buen suspiro.

Ella era una mujer con unas preciosas curvas y poca inteligencia, pero eso lo perdía en la forma en que se dejaba acariciar.

Jane y yo siempre tuvimos que acostarnos con las víctimas de— para ése momento— nuestro plan maestro.

¡Claro no imaginé nunca que esa maldita loba me iba a impedir salir de Forks y Seatle!

Ése día la seguí. Tenía mis propias maneras de ser invisible, aunque quería con todas mis fuerzas que ella me viera. Quería ver esa reacción nerviosa que ella solía poner cada vez que me veía.

Ella iba acompañada de su perro fiel, podía notar que ella constantemente le tomaba el pelo. A cada cinco minutos cambiaba la forma de caminar.

Movía su cabello de un lado para otro, tenía en su rostro una sonrisa pícara y movía sus caderas al mismo tiempo que caminaba.

Su perro fiel la veía embobado y le pedía en repetidas ocasiones que se detuviera porque no iba a poder mantener el control.

Yo sólo podía reírme de ello. Sabía que él se quejaba de esa situación en la que ella la tenía, pero ahora lo veía todo claro... Él se resistía de tener cualquier contacto con ella.

Se veía lo mucho que la deseaba, pero desafortunada mente gracias a mí no iba a poder tocarle nunca. Quería iniciar el plan ahora...

Era el momento perfecto... Necesitaba que estuviera completamente vulnerable, quería hacerle tanto daño como pudiera.

Pero debía admitir que ella podía tentar a cualquiera. Y yo no era la excepción, quería tenerla para mí antes de que todo terminara.

...

Sebbastian:

Seguí a Jass por todo el límite de Forks. Estábamos prácticamente en Seatle. La última vez que ella vino la cosa no fue nada buena...

Sin embargo no importaba nada de ello ahora. Tenía una hermosa sonrisa juguetona en sus labios y sus ojos demostraban una chispa de picardía. Era absolutamente tentador...

Con sólo verla quería besarle esos lindos labios que tenía. Intentaba controlarme por ella, pero no colaboraba. Movía sus hermosas caderas, su pelo iba de un lado a otro, con sólo un movimiento. Se había puesto un brillo muy sutil, pero eso hacía que sus labios fueran irresistibles para mí.

Le había dicho que parara de una vez con todo. Ella simplemente no me escuchó, le dije de mil formas que lo que hacía tendría consecuencias; pero ella seguía sin escucharme.

Me traía completamente embobado.

—Basta Jass, por favor...

—¿Qué? — preguntó ella, haciéndose la boba.

—No sigas haciendo eso.

—¿Qué es lo que no puedo hacer?

—¡Vamos! Sabes perfectamente lo que haces — le dije con los brazos al aire.

—¡Por favor! Sólo estoy caminando, así es como yo camino.
—No, yo te conozco. Sé que...

—Si vas a decirme que yo no camino así, déjame decirte que estás equivocado. Ésta es mi manera de caminar.

—No...

—Admite que estás equivocado. No discutamos... Sólo podemos hacerlo cuando jugamos.

Hielo/FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora