capítulo 4

82 5 9
                                    

Las clases ya habían vuelto a la normalidad después de las cortas vacaciones, y a pesar de que los estudiantes habían tenido tiempo para descansar, relacionarse con sus amigos y tomar un poco el aire, muchos habían preferido quedarse en sus casas y aprovechar para adelantar alguna tarea, estudiar o incluso practicar para los exámenes finales del trimestre que cada vez estaban más cerca. Este fue el caso de Tauro, quien, el primer día de vuelta de vacaciones reunió a sus amigos Virgo y Capricornio en lo que llamó una "reunión demasiado importante para hablar por teléfono".

Virgo y Capricornio estaban acostumbrados a estas reuniones repentinas de su amiga de los cabellos dorados, pero ésta vez no sabían muy bien de que iría debido a que apenas habían tenido tiempo de comentarlo entre clase y clase, aunque fuera brevemente.

Tauro le dijo a sus amigos que la esperaran en las mesas de la cafetería a la hora del recreo, por lo que parecía que iba a ser algo muy serio, preocupando así a los dos amigos.

Virgo y Capricornio coincidían en la mayoría de las clases debido a que habían cogido casi las mismas asignaturas, por lo que tenían tiempo de charlar un poco sobre el reciente comportamiento de su amiga.

— ¿Qué crees que nos va a contar Tauro? —preguntó Virgo a la vez que apuntaba lo que el profesor estaba escribiendo en la pizarra con tiza blanca.

—Cualquier chorrada seguro —contestó Capricornio.— Ya sabes que es una drama queen.

Virgo rió lo suficientemente bajo para que el profesor no sospechara nada: Igualmente está más rarita que de costumbre, ¿la habrá pasado algo estas vacaciones?

Capricornio le miró fijamente a los ojos durante un segundo: Tauro no ha salido de su casa, seguramente se le haya roto su taza preferida del desayuno y no pueda comprar una igual, no te preocupes.

Virgo decidió restarle importante a la reunión de Tauro gracias a las palabras, algo directas, de su amiga Capricornio. La clase siguió su ritmo hasta que fue interrumpida por la campana que anunciaba la llegada del recreo. Unos maravillosos treinta minutos en los que los alumnos podían descansar, o al menos intentarlo.

Capricornio agarró del brazo suavemente a su amigo y salieron de la clase con una velocidad bastante más alta que de costumbre. Virgo sonrió ladinamente y ambos se dirigieron a la cafetería, donde les esperaría el terremoto de su amiga.

Apenas habían pasado dos minutos desde que la campana había sonado, pero Virgo y Capricornio ya sabían que Tauro estaba sentada en una de las mesas de la cafetería. Seguramente habrá llegado la primera, pensó Virgo mientras bajaban las escaleras.

Una vez los dos amigos llegaron a la cafetería y saludaron a varios de sus compañeros de clase, se dirigieron hacia donde estaba sentada la rubia, que movía rápidamente una de sus piernas hacia arriba y hacia abajo, mostrando claros signos de nerviosismo. Ante la escena, Virgo y Capricornio se miraron entre sí, algo preocupados pese a haberle restado importancia hace apenas veinte minutos.

— ¿Tauro? —preguntó Capricornio mientras que se sentaba en una silla color blanco.— ¿Te pasa algo? 

La rubia pareció salir de aquel trance al oír la voz de su amiga: ¡Capri! 

Virgo se sentó con algo más de lentitud, comprobando que Tauro había dejado de prácticamente temblar debajo de la mesa.

Menos mal que habéis venido —dijo Tauro suspirando sonoramente.

—¿Qué más íbamos a hacer sino? —dijo sarcásticamente Virgo mientras que se pasaba una mano por el pelo, el cual se había teñido recientemente de negro.

agridulceWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu