capítulo 7

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— ¡Daos prisa que está a punto de empezar! —dijo Piscis corriendo hacia los asientos del polideportivo.

Piscis, debido a su reciente unión al club de piscina, había sido invitado por su profesor, tanto él como todos sus compañeros, a una competición en la que participarían los profesores del instituto, estando presente por su puesto su entrenador de natación, quien les dijo que si no les oía apoyarle en la competición tendrían que hacer 20 largos a estilo mariposa en el próximo entrenamiento.

— ¿Alguien me puede decir qué hago aquí si no estoy apuntada al club de natación? —preguntó Cáncer mientras que era arrastrada por Piscis hacia los asientos de la primera fila, en los que si alguien se tiraba con mucha fuerza a la piscina, el agua podría empaparlos.

— Venimos a apoyar al profesor de Piscis —contestó Escorpio sentándose.— No te quejes tanto que no va a durar mucho.

Cáncer resopló sonoramente, lo que hizo que Piscis se girara en su dirección y la mirase con cara de pocos amigos.— Siempre que tienes pruebas de atletismo vamos a verte, ahora aguántate un rato.

A pesar de que sus amigos no habían venido especialmente animados a la competición, Piscis estaba muy contento de haber venido, aunque la amenaza de su entrenador fuera lo que más le había motivado a presentarse aquí. La natación le estaba sirviendo para desconectar un par de veces por semana de sus problemas, al igual que estaba desarrollando sus aptitudes en el agua, con la que se sentía extrañamente conectado, como si formara parte de él.

— ¿Solo has venido tú? —le dijo Cáncer a Piscis.— ¿Y tus demás compañeros?

Al escuchar el comentario de su amiga, Piscis miró a su alrededor en busca de alguna cara conocida que le indicara que no había sido el único que había venido. Es verdad que venir a una competición de profesores un sábado por la mañana no era el mejor plan que existía para unos cuantos adolescentes, pero creía en la lealtad de sus compañeros.

Acababa de sonar el pitido de salida de la primera carrera de la competición y Piscis ya había perdido la esperanza de que alguno de sus compañeros hubiera venido. 

Al menos no voy a tener que hacer 20 largos a mariposa —se dijo a sí mismo.

De repente, Piscis notó una mano sobre su hombro izquierdo, a lo que se giró inmediatamente, encontrándose con un rostro sudado y un cabello rubio sujetado en una coleta alta. Se trataba de Tauro.

— ¿Llego demasiado tarde? —dijo Tauro, todavía intentando recuperar todo el aire que había perdido corriendo hacia el polideportivo.

— Justo a tiempo —contestó Piscis sonriente. Sabía que podía confiar en ella.

Tauro le devolvió la sonrisa a su amigo, para después darse cuenta de que había dos personas más sentadas al lado de Piscis y que ni siquiera se había presentado. 

— ¿Son tus amigos? —le preguntó la rubia a Piscis en un tono bajo, casi susurrando.

— Sí —contestó el peliazul.— Son Cáncer y Escorpio, les conocistes el otro día.

Los mencionados se giraron hacia Tauro y la saludaron con la cabeza. Poco después, Cáncer cogió su teléfono y se metió en su propio mundo, dejando vía libre entre las miradas de Escorpio y Tauro.

La rubia se sonrojó rápidamente, desviando la mirada de la del pelinegro. En los pocos segundos que le había estado observando, Tauro pudo ver que el pelo de Escorpio tenía algún que otro reflejo verde cuando la luz caía sobre su cabello.

Hasta su pelo es bonito —pensó Tauro, para luego acordarse de las palabras de sus amigos acerca de no hacerse muchas ilusiones.

De vez en cuando, Tauro miraba de reojo a Escorpio, quien miraba atento las carreras que tenía enfrente de él. La mente de la rubia daba vueltas de un lado a otro, comentando cada gesto o facción de la cara del muchacho.

agridulceHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin