Décimosexto algo: 20 años.

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-Sin duda fueron las mejores 7 horas de mi vida... -gritó Joaquín con sus brazos abiertos al salir del club que ese misterioso hombre le presentó.

-Técnicamente no estás vivo... -recordó el hombre y Joaquín se encogió de hombros para observarlo. Aún no se acostumbraba a tan potente luz que iluminaba todo.

-Lo que sea. ¿Qué más incluye mi paquete completo? -preguntó Joaquín acariciando sus manos con ansias de saber qué más le tenía el hombre, que en un pestañear, tenía entre sus manos un papel.

-Dime algo y lo buscaré -incentivó y Joaquín arrugó su ceño un momento para pensar en algo a lo que le pudiera sacar provecho.

-Una hora de pasión con quien deseo -sonrió Joaquín con entusiasmo y el hombre arrugó el ceño. No le podía negar nada. Estaba en el limbo, con intenciones de seguir viviendo, por lo mismo él tenía la función de complacerlo para que decidiera si continuaba su vida o iba al infierno.

Porque conociendo a Joaquín, él iría al infierno.

-Conociéndote de la forma en que lo hago, apenas lograrás gastar cinco minutos de esa hora de pasión. Un desperdicio -contestó con sinceridad el guía, logrando que Joaquín lo fulminara con la mirada, si aquello era posible.

Necesitaba otra idea para seguir con esa fantasía.

-¿No puedo saber mi futuro? -preguntó con su ceño arrugado con interés y el guía asintió, girando la hoja.

-Mañana nos veremos otra vez entre tu operación, pero será por pocas horas, o sea, segundos en la vida. Veo un próximo gran amor, pero también un corazón roto por este y el interés de quien deseas. Luego te veo en una boda , al lado de quien quieres ahora -carraspeó el guía para continuar leyendo, pero Joaquín fue más rápido.

-¿¡ME CASARÉ CON EMILIO!? ¡ME CASARÉ CON EMILIO! -gritó y el guía arrugó el ceño para luego reír por el baile improvisado. Se encogió de hombros. Eran raros los humanos.

-¿Quieres algo más? -cuestionó el guía y Joaquín sonrió mostrando su hilera de dientes blancos con arrogancia.

-Insisto que quiero mi hora con la persona que deseo.

El guía rodeó los ojos y dio dos aplausos, para que luego una oscuridad en volviera a Joaquín. Pestañeó y al abrir sus ojos se topó con su habitación en la Ciudad de México y como ya la puerta era abierta por Emilio siendo sigiloso.

-¿Para qué me necesitabas, Joaco? -preguntó Emilio cerrando a sus espaldas, pero la respuesta vino en forma de un ansioso Joaquín que lo tomó del cuello de su camiseta para atraerlo a sus labios.

Los besó con hambre y rudeza, a la vez que Emilio apenas era capaz de responderle el beso por la sorpresa. Sus manos de estar en el cuello de su camiseta, pasaron a estar en su cabello negro mientras intensificaba y profundizaba el contacto, feliz de poseerlo como lo añoraba desde que tenía memoria.

Si Emilio no hubiera existido, él no sería nada. Sin Emilio, él no hubiese sentido atracción por los hombres. Sus ojos se hicieron para Emilio, su corazón le pertenecía.

Joaquín guió sus manos ansiosas por el torso de Emilio hasta que llegaron a su pantalón, donde lentamente comenzó a acariciar, logrando que él soltara un gemido. Sonrió a través del beso y su mano se coló entre los pantalones de Emilio, para tener contacto con la ardiente piel que deseaba en su boca y dentro suyo, a la vez que Emilio no se quedaba atrás en el momento en que lo acercó a sí mismo para profundizar el contacto.

KISSES 「emiliaco」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora