Primer intento: 20 años.

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La clave está en no abrir la boca. Así de simple, sin que él hable, no existirán problemas, malos entendidos ni confesiones estúpidas.

—Yo quiero oír confesiones estúpidas.

Abre sus ojos y se topa a Emilio dejando a un lado su teléfono para comenzar a prestarle atención. El castaño no logra distinguir de sus pensamientos a lo que habla. Esto será un desastre.

Troy ingresa justo a tiempo a la habitación y se nota sorprendido al ver a Joaquín totalmente consciente. Le dedica una amplia y sincera sonrisa al castaño mientras se acerca, Joaquín intenta responderle con el mismo gesto pero no logra hacerlo. ¿Desde cuándo sus labios son tan incómodos?

—Me molestan... —gruñe en voz alta, atrayendo la atención preocupada de Troy, que apresura la marcha, y de Emilio, que se inclina para ver qué está mal, pero Joaquín sólo está bizco mirando hacia abajo, estirando sus labios como si fuera a dar un beso, para que así entren en su campo de visión— Son molestooos, me quiero quitar los labios.

Torpemente levanta su mano para tirar de ellos, pero se sorprende cuando sólo se estiran y quedan en su lugar, dando un grito ahogado, sin percatarse que Troy y Emilio intentan no reírse a carcajadas.

—No puedooo... —informa y luego observa a Troy— Mira, intenta quitarlos —incentiva Joaquín y él intenta poner su rostro serio mientras guía su mano hasta los labios de Joaquín, pero este justamente lo impide— No, no, no, tú sí sabes, intenta quitármelos con tus dientes —recordó y Troy sonríe sin mostrar sus dientes pues no quiere que las carcajadas salgan e intimiden a Joaquín. Esto era demasiado divertido— Pero tú no... —Joaquín se voltea hasta Emilio y le hace un puchero— intenta, tú no has intentado quitarme esto que es molestooo.

Emilio rodea los ojos y guía sus dedos hasta los labios de Joaquín, pero cuando apenas los roza, él los transforma en una línea fina, donde los aprieta con fuerzas y niega.

—No, no, los dedoooos son débilessss —recuerda para luego hacer un puchero— Con los dientessss.

Del rostro de Emilio se esfumó cualquier rastro de humor y diversión. Estaba sorprendido e incómodo por la petición de Joaquín. Sabía que estaba bajo los efectos de la anestesia, pero aún así, para él era incómodo.

Y antes que le comenzara a explicar que no podía, porque no era correcto, sus labios no se quitarían, porque tenía su novio enfrente y más, Joaquín soltó una de sus clásicas carcajadas agudas, que se detuvo porque sintió un agudo dolor en su pecho.

—Ouch... —se quejó en voz alta mirando su pecho cubierto por la bata del hospital. Luego levantó su mirada y la fijó en Emilio— No, que asco que me quites los labios con los dientes, esa boca toca al mismísimo Lucifer cuantas veces al día, además que ha visitado quizás cuantas vaginas dando lamidas. No, graciasss.

Troy no pudo seguir luchando con lo graciosa que se estaba tornando la situación, así que dejó salir sus carcajadas, llevándose consigo que Joaquín lo observara confundido y Emilio lo hiciera dedicándole una mirada dura, mientras estaba sonrojado por la vergüenza, porque sí, Joaquín lo estaba avergonzando.

—No te rías... —reprochó el castaño negando con torpeza— Es triste que Emilio lama cosas así, deberíamos llorar. Yo lloro muuuuucho, a veces porque estoy feliz... cheese —sonrió lo más que pudo, simulando que le sacaban una fotografía, con sus ojos totalmente achinados y pequeñas arrugas al costado de estos —o cuando estoy aburrido, o cuando estoy triste y me da mucha tristeza estar triste, y lloro.

Troy asintió siguiéndole el juego, al igual que Emilio, que seguía sonrojado por la vergüenza.

—Yo siempre lloro por Emilio, porque Emilio no me quiereee —se lamenta fingiendo un sollozo. Para luego levantar su mano y darle golpecitos suaves a la de Troy— Pero tú sí me quieres...

KISSES 「emiliaco」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora