Cuarto intento: 20 años.

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El castaño se remueve en su cama mientras gruñe. Estaba realmente feliz de disfrutar su siesta diaria, rutina que ha cumplido al pie de la letra aquellos dos meses que ha convivido con su mejor amigo, y que sin ella, se vuelve el ser más gruñón y molesto del planeta.

Aún dormitando, se acurruca, pero el golpeteo vuelve otra vez a molestarlo y finalmente abre los ojos. El sol se oculta, la luz es más anaranjada y es fácil orientarse con el atardecer. Voltea su rostro cuando se escucha su teléfono pero no revisa quién es, aunque intuye que seguramente es Troy informándole que terminó clases y si es que quiere salir a alguna parte, pero como se dijo, Joaquín se convirtió en el ser más gruñón y molesto del planeta sin terminar como corresponde su siesta.

Su vista ahora se fija en la lámpara de la habitación, pues inocentemente cree que es alguna especie de temblor o que su vecino del piso de arriba golpetea algo a tal hora, pero siente escalofríos cuando escucha un gruñido.

Un jadeo.

-Ay, Lu...

La respiración de Joaquín se corta y quiere que la tierra lo trague. Se siente incómodo porque el hombre a quien ama, está teniendo relaciones en la habitación de al lado, acto que jamás podrá hacer con él.

Recuerda a su buen amigo Mateo y del primer cajón de su mesita de noche saca un tenedor, dispuesto a dirigirse al enchufe más cercano, pero niega ante el estúpido pensamiento.

Los jadeos, gemidos y golpeteos, que por supuesto son de la cama, continúan. Joaquín siente frustración y sus ojos picar por lo mismo, además de asco, asco profundo porque su mente intenta imaginar que sucede al lado pero no puede.

Se levanta totalmente desesperado y se pone las primeras zapatillas que ve, para luego tomar su teléfono y audífonos, además de llaves. Sale silencioso del departamento, queriendo llorar, deseando desaparecer, porque él jamás estará así con Emilio, incluso, ni siquiera muerto, Mateo se lo concedería.

...

-And all the roads we have to walk are winding, and all the lights that lead us there are blinding. There are many things that I would like to say to you but I don't know how.

Está con sus audífonos a todo volúmen en el parque, susurrando las líricas de sus canciones favoritas con sus ojos cerrados. Siente la brisa que lo relaja y lo ayuda a desconectarse aún más de la pesada y angustiosa sensación que lo dominó cuando escuchó a Emilio teniendo relaciones. Él no podía quedarse a rezar para que terminara rápido, como Emilio lo había hecho aquella vez, para Joaquín todo era más difícil sólo con un hecho concreto y específico.

Le gustaba con locura Emilio.

-Cantas muy bien -una voz grave hace que voltee su rostro y se topa con un hombre pelinegro, bronceado, que lo observaba fijamente y hace un gesto de quererse sentar a su lado. Le recordaba tanto a Emilio. Joaquín confundido asiente y se sienta en el césped, a la vez que tan inesperado acompañante, lo hace frente a él.

-Pensé que nadie me escuchaba, gracias -confiesa Joaquín con una mueca triste en su rostro que no pasa desapercibida para el desconocido frente a él.

-Pues te escuché y me alegro mucho. Mi nombre es Naveen.

Esto tenía que ser una pésima broma de mal gusto. ¿El príncipe de Nueva Orleans que se convirtió en un sapo? No, gracias. Pasapalabra.

-Claro, y yo soy Tiana. Tengamos renacuajos...

El hombre mira con su ceño fruncido a Joaquín por unos instantes, que son suficiente como para que el castaño capte que no era una broma, que en serio su nombre era Naveen como el príncipe sapo, pero antes de poder tener la oportunidad de disculparse, Naveen rompe en carcajadas que confunden a Joaquín para luego contagiarse por la cómica situación. Con sus ojos arrugados y carcajadas agudas ríe, sin importarle mucho las punzadas que tiene en su pecho de vez en cuando por la herida que aún no está completamente cicatrizada.

KISSES 「emiliaco」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora