Capítulo 6.

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Su mandíbula cayó, luego la cerró con un chasquido. En vez de ser halagada con una palabra cariñosa al estilo de "querida" o "mi amor", estaba siendo insultada.
- ¿Te gustaría que yo te llamara: "bastardo gigantesco"?
- Llámame como quieras. — Su sonrisa permaneció en su lugar —. Te advierto, sin embargo, que te haré curar el escozor que causa un apodo tan fuerte. El deber de una mujer, después de todo, es dar placer a su hombre.-
Él actuaba como si controlara el destino del universo, su universo, en particular. Bien, había algo que él pronto aprendería sobre ella: Era una mujer, no un felpudo.
- Mira — le dijo —. Me gustaría que dejaras de hablar de sexo. Soy una mujer, no un número 900.
Él frunció el ceño con confusión.
- Sé que eres una mujer. ¿Acaso no sostuve tu pecho en mi mano?
No gritaré.
- Tienes cinco segundos para ayudarme a entender que pasó o... — Nada parecía lo bastante brutal, así que terminó con — ...o lo lamentarás.
- ¿Qué debes entender? — Como si él no pudiera tolerar la ausencia del contacto físico, comenzó a cerrar la distancia entre ellos de nuevo, esta vez con paso firme, predador —. Tú rompiste la maldición, ______. Tú me liberaste. Ahora debes darte en cuerpo y alma para que la maldición sea rota para siempre.-
Como si eso lo explicara todo. Pero no tenía tiempo de considerar sus palabras ya que él se acercaba por segundos. Acercamiento de hombre desnudo. Acercamiento de hombre desnudo. Ella se lanzó a la izquierda. Él la siguió.
- Te advertí que no me tocaras. — Ahora se lanzó a la derecha. Él la siguió. Y de repente estuvo una vez más delante de ella, tan cerca que pudo sentir el calor de su cuerpo. Su trasero se apretaba contra una alta columna, cerca de un espinoso arbusto. Miró fijamente por encima de él, el olor de su cruda virilidad masculina le llegó hasta las ventanas de la nariz, carnal y atractivo. Sin parase a pensar en sus acciones, astutamente torció y colocó el pie detrás de su rodilla. Aquella rodilla se dobló y lo propulsó en su dirección. Aferró su brazo y lo derribó al suelo, de cara. Cuando cayó, cayó con fuerza, con todo ese músculo y fuerza física tumbada. Pero él no se quedó quieto. En un suspiro ya estaba de pie frente a ella, mirándola casi con crueldad.
- No intentes eso de nuevo. — Por su expresión y tono, luchaba con su necesidad de tomar represalias. Aunque él no lo hizo. Permaneció quieto, resoplando y mirándola ferozmente —. La próxima vez no me sorprenderás y serás vencida.
- Sólo mantén la distancia y no habrá una próxima vez.
Sus labios se apretaron con disgusto, diciéndole sin palabras que preferiría lanzarla sobre sus rodillas y azotarla su corazón traidor dio un salto de anticipación ante aquel pensamiento pero él cabeceó rígidamente.
- ¿Donde aprendiste ese truco?
- Practicando mucho. — Cuando por fin fue capaz de estabilizar su aliento, ella forzó a los latidos de su corazón a reducir la marcha. Conseguir mantener la mirada lejos de él era otro asunto completamente diferente. Gruesa cicatrices de guerra surcaban arbitrariamente su abdomen, aunque eso no le restaba encanto. Un fino vello rodeaba su ombligo y bajaba provocativamente hacía... No mires hacia abajo, se ordenó. Pero lo hizo de todos modos y rezó para que él no se diera cuenta.
A cambio, él le devolvió el lento y experto escrutinio.
______ se aclaró la garganta.
- Cuéntame más sobre la maldición.
La amargura endureció sus rasgos, y ella sintió una punzada de culpa por mencionarlo ya que, obviamente, era un hecho doloroso. Sin embargo, aquella punzada no era lo bastante fuerte como para hacerle retirar la pregunta.
- Eso no te que concierne — dijo él.
¿Oh, de verdad?
- ¿Quieres mi ayuda o no? Con el psíquico — añadió rápidamente, disipando cualquier insinuación sobre hacer el amor.
Sus ojos se estrecharon.
- Ryan de Locke es un hechicero poderoso, así como también mi hermano. Él me maldijo, encerrándome dentro de la piedra, capaz de oír, ver y sentir todo lo que ocurría a mi alrededor, pero incapaz de responder. Hasta que el beso de una doncella pura me otorgara la libertad. Temporalmente.
Bueno, pensó ella. Había querido una explicación racional, y esa distaba mucho de serlo. El tipo había sido convertido en piedra y su beso lo había liberado temporalmente. Sí, claro. Aquella clase de cosa sólo pasaban en los cuentos de hadas. Además, ella no era ninguna princesa encantadora. ______ tamborileó los dedos sobre los brazos cruzados y pensó en una forma de desenmascarar la mentira.
- ¿Tú, por casualidad, no tendrás poderes propios? — le preguntó —. ¿Poderes mágicos que puedan demostrar tu historia?-Él arqueó una ceja.
- ¿Qué hay de mi transformación?
- Necesito algo más.
Mirándola pensativamente, él dijo:
- ¿Me invitarías de buen grado a tu cama si poseyera esos poderes mágicos?
No estaba segura, pero creyó escuchar una nota de resentimiento en su tono.
Alex estudió los rasgos masculinos pero ni un atisbo de emoción lo traicionó.
- No — dijo ella —, no y no. Y no cambies de tema otra vez. ¿Puedes demostrar tu historia o no?
Él suspiró con frustración.
- Aunque este jardín esta retirado y no ha pasado mucha gente por él a lo largo de los palmos, he tenido siglos
para estudiar tu mundo. Tú perteneces a una raza que sólo cree en lo que ve, en lo explicable. — Un brillo
compasivo iluminó sus ojos —. Tu gente teme a la magia porque no pueden controlarla. De donde yo procedo, tanto
grandes Señores como campesinos, poseen bajas habilidades místicas, y antes de que me lo preguntes de nuevo, sí,
utilizo la magia. Y te lo puedo demostrar.
Un sentimiento de inminente fatalidad se deslizó a lo largo de su columna vertebral.
- Dijiste que has estudiado mi mundo. Has querido decir estado, país o continente, ¿verdad?
- No. Mundo significa cuerpo celeste. Planeta. Estrella. — Su mirada se volvió ausente, triste, dándole un aura
vulnerable que la conmovió —. Para mí, mundo significa Imperia. Mi casa.
Él extendió la palma de la mano y cerró los ojos. Su expresión se endureció ante la intensa concentración.
Mientras ella miraba, un globo pequeño y brillante se materializó en el aire por encima de su piel, girando
despacio. Tres globos más pequeños giraban encima de ella. Cada centímetro era exquisitamente detallado,
haciendo parecer a cada orbe sólido, y con vivos colores traslucidos.
Ella extendió temblorosamente la mano y tocó el globo más grande, sorprendida de encontrarlo firme y caliente.
En el momento del contacto, vivas imágenes penetraron en su mente como si fueran fotografías. Ella jadeó.
Castillos de cristal alzándose hacia un rosado horizonte. Criaturas majestuosas, parecidas a dragones se elevaban
en un nebuloso cielo. Árboles arqueados en todas direcciones, ante el peso de la brillante fruta roja como zafiros
o blancas como diamantes. Lo más hermoso de todo eran las extensiones de blanca hierba que ondeaba con una suave
brisa, besada por el rocío.

Estatua ~Justin Bieber y tú~ [TERMINADA]  By: JavieraOnde histórias criam vida. Descubra agora