Capítulo 22.

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- Agradecerás que no lo haga dentro de un momento.
No le dio tiempo para negarlo. Sus dedos subieron y se enredaron en su pelo, tiró de ella más cerca hasta que ni un soplo de aire los separaba. Entonces la besó apasionadamente, allí, a pleno día, donde alguien podría verlos, donde alguien podría oírlos. Una y otra vez él empujó su lengua entre los dientes de _____, acariciándola por dentro, tomando. Exigiendo.
Durante un momento, creyó que se resistiría, pero ______ lo sorprendió pronunciando un gemido bajo y lleno de sensualidad. Ella abrió la boca y gimió otra vez. El sonido recorrió su cuerpo, inflamándolo de necesidad. Su aliento entrecortado soplaba sobre su nariz y mejilla mientras sus lenguas bailaban desenfrenadas. Su carnal fragancia inundó su cabeza y él pensó que podría sostenerla entre sus brazos durante el resto de su vida.
La noche anterior, se había preguntado cómo sería su sabor, y ahora lo sabía: era dulce y femenino. Un sabor que en parte lo calmaba como un bálsamo y en parte lo enloquecía. ¿Sabría ella igual entre sus piernas? Sólo con pensar que la lamía allí, el fuego que ardía dentro de él rabió, un fuego que no tenía nada que ver con su dolor, sufrimiento o su deber. No, se quemaba sólo por ______, por su pasión. Ardiendo por coger sus pechos entre sus manos.
- Esto es lo que quería anoche — susurró él con vehemencia —. Esto era lo que ansiaba mientras estaba tendido en el suelo, apretando mi erección con la mano, imaginándome que eras tú quien me tocaba.
Ella gimoteó.
Él colocó sus manos sobre sus nalgas y la levantó. Ella enlazó las piernas alrededor de su cintura, presionando el centro de su feminidad contra su erección. Arriba. Abajo. Arriba, la movió, imitando los movimientos del sexo. Ella, de buen grado, se arqueaba hacia adelante y hacia atrás. Él ansió bajar su drocs y empujar profundamente dentro de ella. Ansió sentir sus apretadas paredes internas cuando ella encontrara la liberación. Estaba tan ferozmente dolorido, que decidió no esperar y tomarla ahora, dentro de su transporte encantado. Sí, tenía que sentir las oleadas de placer de su cuerpo, tenía que ver cómo se le iluminaba la cara, observar sus labios separados. Darle un orgasmo después de otro.
Su lengua se movía en sincronización con los movimientos de sus cuerpos. Él temblaba, ah, como temblaba. Estaba a punto de perder el control. Nunca había experimentado nada como esto, nunca había experimentado nada tan intenso. Justin se dijo que no tenía importancia que ella lo afectara tanto, pero no era tonto. Algo pasaba entre ellos.... crecía. Algo que quería negar, pero que no podía.
- No creo estar preparada para esto — refunfuñó ella en sus labios —. Pero me haces sentir tan bien que me cuesta pensar con claridad.
- Si estas pensando — dijo, caminando hacia el vehículo y tirando de su camisa todo el rato —, entonces piensa en cuánto placer puedo darte.
- Lo hago — susurró ella —. Realmente lo hago. Intento no hacerlo, pero anoche...
- Yo también pensé en ti. En mi mente me imaginé tus rosados pezones como bayas. Imaginé los rizos suaves y pálidos que protegen tu esencia — mientras hablaba, tocaba las partes que mencionaba.
- Justin, yo... —_____ hizo una pausa. Cerrando los ojos. Abriéndolos.
En un instante, en un mero latido, la apasionada neblina se borró de su cara, dejando una expresión que decía: Preferiría quemarme en los fuegos del infierno que continuar.
- No — dijo apartándolo, con su aliento desigual e inestable —. No. Tenemos que parar.
El sudor bajó por su frente.
- ¿Realmente es eso lo que quieres? — sabía que no era así y la ignoró.
Un beso más, un toque más, y él podría enviarlos, a los dos al paraíso.
Con un chillido, ella apartó sus manos.
- Para. Tenemos que pararnos — hablaba todavía sin aliento, con tono ronco —. Estamos a la vista de todo el mundo, por Dios.
Frunciendo el ceño, él le exigió.
- ¿Es que no te he excitado? ¿No hice que tu cuerpo gritara por más?
En vez de contestar esas preguntas, ella dijo:
- Lo siento, pero no estoy preparada.
- Dame dos minutos y haré que lo estés — dejó que su voz cayera hasta un susurro seductor, una hazaña que requirió de toda su concentración —. Déjame,______. Déjame tenerte, y juro por Elliea que disfrutarás de cada momento — nunca había rogado nada en su vida, pero estaba peligrosamente cerca de ponerse de rodillas y suplicarle.
- Sé que disfrutaría cada momento — respiró ella —. Créeme, lo hago.
Él pensó que ya la tenía, hasta extendió las manos y las deslizó alrededor de su cintura, pero ella sacudió la cabeza, salió corriendo y dijo débilmente:
- No — y luego con más fuerza —. No. No aquí. Y no ahora.
Él maldijo por lo bajo.
- ¿Por qué luchas con tanta fuerza contra lo que sientes?
Ella miró a lo lejos.
- No creo que realmente quieras oír la respuesta.
- Aún así, me la dirás.
Muy bien. Ya que lo quieres saber... — la cólera se reflejaba en sus ojos cuando ella lo afrontó de nuevo —.
No estoy segura de que me gustes. Eres un mandón y un arrogante, y rechazas contestar las preguntas más simples
sobre ti, a no ser que te fastidie para que lo hagas.
- Independientemente de lo que desees saber sobre mí, con mucho gusto te lo diré. Después.
- ¡No! Ayer yo era una carga necesaria para ti y ¿ahora se supone que me tengo que derretir ante tus pies porque
eres un excelente besador? ¡No!-
Justin se pasó la mano por el pelo. Las mujeres tenían su lugar. Y ése era directamente bajo él. ______ podría
negarle su atracción, pero él pasaría cada uno de los siguientes trece días venciendo esa falsa resistencia. Y
era falsa, no tenía ninguna duda. La mujer volvió a la vida entre sus brazos, como un volcán que estalla en una
montaña.
Pero ¡por todas las leyes sagradas!, una hembra tan contradictoria le exasperaba. ¿Por qué no podía parecerse a
las mujeres modestas y complacientes a las que estaba acostumbrado? ¿Una mujer que raras veces se apartara de lo
que le dijeran? Justin sabía tratar con ese tipo de hembras. Pero con ésta...
- Me deseas, ______. ¿Crees que no puedo oler tu deseo?
Su mandíbula cayó. Enfrentándolo con un gruñido, exclamó.
- Lo que hueles es el emparedado de pavo de la pasada noche.
Luego enrojeció de la vergüenza, como si ella simplemente no pudiera creer lo que acababa de decir.
- Si usas la lengua tan expertamente en la cama como lo haces para apartarme de ti, un hombre moriría feliz entre
tus brazos — sin apenas respirar, añadió irritado —. ¿Comprendes que tu obstinación nos castiga a los dos?
El oro ámbar de sus ojos se endureció por la cólera.
- Fácilmente podría tumbarte otra vez, asno asqueroso, ¿qué tal ese castigo?
- Eres bienvenida a luchar e intentarlo — casi deseó que lo hiciera, de modo que pudiera dejarle ganar. El
pensamiento de su cuerpo encima del suyo, sus generosos pechos... Cortó aquella imagen rápidamente, sabiendo que
nada bueno saldría de ella.
- Mira — dijo ella, frotándose las sienes —. No he tenido mi dosis de proteínas matutina, por lo que estoy de
mal humor. Simplemente olvidemos que esto pasó y vamos a desayunar. Como ya te dije, buscaremos a otro psíquico
mañana.
¿Olvidar? En su mente permanecería, durante mucho tiempo, la imagen de su rostro y mirada ausentes por la
pasión. El dulce sabor de su boca. Olvidarse de su beso no era una opción para él, y le enfurecía que la
pequeña bruja pensara que le resultaría tan fácil expulsarlo a él de sus pensamientos. En aquel momento, casi
rasgó la ropa de su cuerpo para marcarla del mismo modo que ella lo había hecho, una marca eterna que la
atormentaría hasta mucho después de que él la dejara.
- No — dijo finalmente —. Buscaremos a otro hechicero ahora.
- Si esperamos otro día puedo hacer algunas averiguaciones y, con suerte, nos evitaremos otro fraude.
Él la miró por entre sus pestañas entrecerradas, durante mucho tiempo.

Estatua ~Justin Bieber y tú~ [TERMINADA]  By: JavieraTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang