Capítulo 45.

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En alguna parte de su conciencia, oyó el fuerte chasquido de un trueno en alza y la lluvia golpeando rítmicamente contra la ventana. En vez de atraerla hacia el sueño, el repiqueteo de la lluvia le ayudó a aclarar la neblina somnolienta de la mente.
Se estiró. Sonrió. Se estiró otra vez. ¡Um! Ese calor intenso, delicioso...
Se quedó inmóvil
¿Intenso?
¿Delicioso?
Los ojos de ______ se abrieron de golpe. Estaba prácticamente desnuda. Justin estaba completamente desnudo. Y estaban en la cama. Juntos.
Y era bastante obvio que a su cuerpo le gustaba el contacto.
Discutió consigo misma si se quedaba acostada o corría en busca de una sábana. Finalmente, saltó lejos. ¿Qué había ocurrido anoche? Sabía que no habían hecho el amor porque su cuerpo se sentía igual. Aun así, había algo muy íntimo en despertarse en los brazos de un hombre.
La mirada acarició la dormida forma. Mordiéndose el labio, tiró de la sábana, mostrando más y más...
- Buenos días. — La sexy voz de retumbó a través del silencio.
¡Estaba despierto! Entrando en pánico, se agachó, llevándose la sábana con ella... Lo que dejó la desnudez a plena vista. Intentó no mirar; realmente lo hizo. ¡Pero wow!
- ¿Qué haces en mi cama? — Exigió, más por su cordura que por otra cosa.
Indiferente ante el hecho de que los gloriosos músculos estaban desnudos para su escrutinio, la miró. La boca se curvó en una sonrisa perezosa. La clase de sonrisa que siempre precedía a los problemas.
- No estoy en tu cama. Tú estás en la mía.
- ¿Cómo llegue hasta aquí? — Buscó por el cuarto y descubrió un entorno totalmente extraño. — ¿Dónde estamos?
- Como no pude encontrar el lugar que escogiste, pagué una sala en este establecimiento. — Ronroneando como un gatito, se estiró, mirándola a través de los párpados medio cerrados. — ¿No lo recuerdas?
Sí, lo recordó de pronto y se lamentó por ello. Con la memoria de vuelta, le vino el recuerdo de cómo había actuado en el bar, de cómo había amenazado a una mujer por él y cómo se había desmayado en la pista de baile. Incluso había admitido lo sexy que le parecía. Las mejillas se calentaron. Girando dijo:
- Tengo que usar el cuarto de baño.
Justin se sentó sobre la cama.
- Iré contigo.
- ¡No, tú no vienes! — Dicho esto, cerró de un golpe la puerta de cuarto de baño y echó el cerrojo. — No tenías mi permiso para dormir conmigo — gritó a la barrera de madera.
- Te protegía — contestó.
No era estúpida. Sabía lo que había estado haciendo. Aprovecharse, eso hizo. Mirándose fijamente en el espejo, observó como los labios se curvaron en una sonrisa. Luego suspiró. Si no andaba con cuidado, aquel hombre iba a conseguir que le suplicara que la llevara con él a su planeta, aunque sólo fuera de forma temporal.

El nuevo amanecer había comenzado tan dulcemente con _____ entre sus brazos, que ahora lamentaba tener que dejar la sala alquilada. Quería engatusarla para que regresara a la cama, pero ¡Ay! Se había resistido tanto a abandonar el trabajo que sabía que no aprobaría más tardanzas.
Pero un día, pronto, iban a hacer el amor y nada podría detenerlos.
Se levantó de la cómoda y suave cama y se vistió. ____ salió un momento después y se marcharon. En la visita al nuevo psíquico, descubrió lo que había estado buscando desde que ____ lo despertó con su primer beso.
Magia.
La magia lo envolvió en el mismo instante en que entró en la tienda, llamada el Vórtice. El nombre ya debería haberle advertido de que estaba ante lo que necesitaba. Se detuvo un momento, aspirando la dulce esencia, como besada por la lluvia, tan parecida al aire de su patria. Tan parecida a _____. Pero aún así, estando de pie con el maravilloso olor en las ventanas de la nariz, tuvo problemas para creer que ese momento tan esperado había llegado. ¿Cuánto tiempo había rezado por esto? ¿Cuánto tiempo lo había deseado?
Demasiado tiempo.
Cuadrando los hombros, estudió la vivienda. La alfombra era beige, como las paredes. No había ninguna frivolidad o botellas expuestas en estanterías. El incienso no llenaba el aire. No, el lugar simplemente contaba con un largo y delgado mostrador.
Varias personas holgazaneaban sobre él, hablando, riendo e intercambiando información. Pero los pasó sin prestarles atención. Estaba demasiado absorto en el solitario hombre que estaba de pie tras el mostrador. Era bajito y tenía el pelo castaño claro, gafas en los ojos y unos pómulos tan altos y afilados que parecían que podían cortar el cristal.
- ¿Es éste, verdad? — preguntó____, de repente a su lado. Aquellas eran las primeras palabras que había pronunciado desde que se fueron de la sala alquilada. — Es éste — repitió, la voz cargada de un extraño tono que no pudo identificar. — Se siente diferente a los demás.
El comentario lo asombró, ya que ninguna magia corría por sus venas. No era un niño del Druinn y tampoco poseía el alma de un Ancients. Y aún así percibía, como lo hacia él, que el verdadero poder golpeaba dentro.
- Es magia lo que sientes. La magia que puede llevarme a casa.
- ¿A casa? — Dijo las palabras como si nunca las hubiera escuchado antes, luego se quedó otra vez en silencio.
La intensa mirada recorrió el cuarto. Los rasgos parecían... ¿Tensos? No lo sabía, no era capaz de leer las
emociones que brillaban tan intensamente en sus ojos.
- Esta magia no es nacida de tu mundo, sino del mío. — Justin respiró profundamente. — La vibración es muy
fuerte, la esencia simplemente única, casi familiar. Quien quiera que sea este hechicero, es muy poderoso.
- Ya veo.
Ahora reconoció aquel tono. Acusatorio. Le hablaba como si acabara de descubrirlo de pie ante un cadáver, con la
espada en la mano. Se dio vuelta, cogiendo la barbilla entre las manos.
- Podríamos marcharnos hoy, juntos, si simplemente quisieras venir conmigo.
- Ya te he explicado mis motivos para quedarme. — La expresión era triste y resentida al mismo tiempo.
Los ojos se estrecharon.
- No puedo irme sin ti,______. Lo sabes.
- Yo...
- Antes de que digas no otra vez, recuerda que no he visto mi casa en mil palmos. Te lo suplico. — Las palabras
surgieron rígidamente. — Por favor. Ven conmigo.
- Si no fuera por la diferencia de tiempo, me marcharía contigo hoy, ahora, en este instante. — La humedad
brilló en los ojos, y experimentó una punzada de culpa por empujarla tan insistentemente. Pero entonces parpadeó
y desvió la mirada. —Lo siento. No puedo arriesgarme.
Sabía que pensaba en algo más que en arriesgarse a viajar a su mundo. Pensaba en el amor. No podía, no se
arriesgaría a amarlo. Sintió que las nauseas subían por la garganta, sintió la frialdad de la piedra
recorrerle. Se obligó a tranquilizarse. Tanto si lo negaba como si no, estaba avanzando con ella, y seguiría
haciéndolo así, aunque tuviera que redoblar los esfuerzos. Rechazó incluso contemplar la posibilidad de que su
amor floreciera demasiado tarde.
- Entonces nos quedaremos — se calmó. — Por ahora.
Lo miró fijamente con expresión suave, completamente femenina, que le hizo recordar los potentes besos... Todos
los besos que ya habían compartido y todos los besos que compartirían.
- ¿Todavía quieres encontrarte con ese hechicero? — preguntó.
- Sí. Sólo porque no nos vamos este día, no significa que no nos vayamos otro. Cogiéndola de la mano, dio un paso hacia el mostrador.

Estatua ~Justin Bieber y tú~ [TERMINADA]  By: JavieraWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu