Capítulo 65.

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-Entonces debo compensártelo. — Sin apartar sus ojos de los suyos, estiró los brazos —. Ven aquí.

Ella no vaciló. Él estaba vivo, y era todo lo que importaba. Dejando caer la jarra, se lanzó a su brazos, ignorando el agua que se derramó a su alrededor.
- Nunca, nunca, vuelvas a dormirte otra vez.
- No lo haré, si tú no te caes otra vez.
- Trato hecho. — Entonces, dijo —. Dios, te necesito. — Ella jadeó las palabras en su cuello.
- ¿Te sientes con fuerzas? — Ella tenía que reafirmar que estaban vivos, que estaban juntos.
- Sí. Dime lo que necesitas. Dímelo y será tuyo.
Ella capturó su cara entre sus manos.
- Te quiero en mi interior, que formes parte de mí todo el día. Quiero dormirme contigo enterrado profundamente dentro de mí y despertarme con tu sabor en mi boca.
- Entonces tómame, — dijo él con voz áspera.
____ lo hizo. Ella se quitó la ropa, luego la suya, hasta que los dos estuvieron maravillosamente desnudos. Centímetro a centímetro ella bajó por su cuerpo, deteniéndose en el objeto de su fascinación.
- ¿Justin?
- ¿¡Um!? — Su aliento salía entrecortado.
- Quise decir exactamente lo que dije. Planeo saborearte.
Él soltó una pequeña carcajada.
- No te detendré, ____.
Ella lo tomó en su boca, introduciendo su protuberante cabeza hasta llegar al fondo de su garganta. Arriba y abajo, ella acarició su longitud, saboreando su ardiente grosor. Sabía a macho y a calor, y ____ no podía saciarse de él. Al principio no sabía muy bien lo que tenía que hacer, pero aprendió con rapidez.
- ____, — la llamó él con voz ronca —. ____.
Cuando no pudo soportar más su dulce tormento, la agarró por los hombros y la colocó encima de él. Luego la besó y Oh, dulce Dios, la penetró con un largo y rápido empuje.
Sin aliento, ____ cerró los ojos. Como estaba encima, controlaba la profundidad de su penetración, y arqueó la espalda, enviándolo más hondo en su interior. La suavidad se encontró con la dureza en una gloriosa explosión de sensaciones. Al principio, ella lo montó lentamente, deliciosamente, sin tomar toda su longitud.
- Tómeme más profundo, — ordenó él. El sudor brillando en su frente.
- No, yo quiero... — Oh, justo ahí, pensó ella, cuando encontró un ritmo que la sacudió con un intenso torrente de placer. Ella quiso prolongar ese momento, hacerlo durar para siempre. Así que siguió tomando sólo una parte de él, montada en una ola de sensaciones.
Justin la cogió de las caderas, animándola.
- Más rápido. Por favor, ____. Por favor. Más profundo. — Él hizo un sonido bajo con su garganta. Un sonido que ella nunca había oído antes, lleno de necesidad, promesas y desesperación, un sonido que quería escuchar todas las noches durante mucho tiempo.
- Sí, justo así. Por Elliea, tú eres mía. Mi mujer.
Ella se inclinó y chupó sus endurecidos pezones. Y oyó aquel gemido otra vez.
- Dilo, — ordenó él. — Di las palabras.
Ella lo miró a través de sus pesados ojos entrecerrados, con su cuerpo continuando arqueándose contra él. Los únicos sonidos que emitió fueron jadeos de placer. Al instante, él la tumbo, fijándola contra la fría y dura madera. Ella exclamó ligeramente, más por el placer que por la sorpresa, ante la forma con la que quedaron unidos. Pero ahora, él no se movía. Permaneció quieto, mirándola fijamente, con una expresión severa y decidida.
- ¿Qué haces? — Ella trató de moverse, de terminar con lo que habían empezado, pero él la mantuvo inmóvil.
- Quiero oírte decir las palabras que te atan a mí. Tú eres mía. Sin excepciones. Dilo.
¿Sin excepciones? Si ella estuviera al cien por cien segura de sus sentimientos hacia él, le diría eso y cualquier otra cosa que quisiera oír. Pero no era de las que confiaban fácilmente. Era alguien que exigía pruebas de todas las cosas. Hasta ahora, él sólo había demostrado lo mucho que la deseaba, no que la amaba.
- No puedo decírtelo.
- Puedes.
- ¡No!
- Dirás las palabras, ____, y dejaras de actuar como si no fueras mi compañera de vida. ¿Crees que permitiré que otro te tenga? Permaneceremos juntos. Casi te perdí, y no pienso experimentar ese miedo otra vez.
Permaneceremos juntos. Oh como deseaba creerle, darle todo lo que quería, pero una parte de ella aún se contenía, insegura.
- Lo siento, — se encontró a si misma diciendo —. Mi respuesta es no.
- ¡Maldición! — Él bombeó dentro de ella una vez, dos veces, con más fuerza cada vez —. Di que eres mía.
- No me comprometeré así. — Ella arqueó la espalda, tomando todo lo que le daba. Un jadeo se escapó de sus labios. Oh, él se sentía tan bien —. No lo haré, — dijo ella otra vez, más para convencerse a sí misma que a él.
Él resbaló su mano entre sus cuerpos y apretó contra el centro de su deseo. Ella gimió ante el placer, ante el exquisito dolor.
- ¿Así que me rechazas de nuevo?
No, sólo quiero sobrevivir emocionalmente.
- Sí.
Una fantasmal brisa se arremolinó a su alrededor, un segundo allí, y al siguiente se iría. No podía dormir. Podía sentir a la magia de su interior creciendo, ahondando, revolviéndose por salir, como si hubiera abierto una puerta a sus auténticas capacidades.
Él poseía el poder de abrir un vórtice. Lo sabía con la misma certeza que sabía que amaba a ____. Por fin, podía irse a casa. Pero...
____ dormía profundamente sobre la plataforma que habían improvisado en el suelo.
No podía abandonarla aquí sola.
- Entonces tal vez, mi pequeña bruja, tendré que convencerte de otra manera. — Su voz fue una ronca vibración que ronroneó contra su piel. El malvado brillo en sus ojos no era un buen presagio para su cordura.
- ¿Qué... qué piensas hacer? — preguntó ella.
Él se flexionó y avanzó en su interior a la misma vez que sus dedos se movieron en círculos.
- Oh, Justin. — Su respiración se volvió irregular mientras él la penetraba una vez, y otra, y otra, cada vez más y más duro. Con tanta fuerza, de hecho, que ella se apoyó sobre él y le mordisqueó la clavícula.
Su ronco gemido se repitió en sus oídos.
- Otra vez. Muérdeme otra vez.
Ella lo hizo.Él rugió con aprobación, y bombeó con más fuerza. Su cabeza giraba de un lado a otro con la intensidad de su placer.
- Así es, ___. Tu excitado cuerpo es mío. ¿Puedes sentir como te aprietas a mí alrededor? ¿Puedes sentir cómo tu cuerpo me llama a gritos?
- Sí. — Ella jadeó —. Oh, sí.
- Di las palabras. Sabes que tú cuerpo ya lo dice, ahora escucha a tu corazón.
- No.
- No acepto tu respuesta, ____. Tú me perteneces. Pronto lo comprenderás, te lo aseguro.
Que Dios la ayudara, él era un hombre de palabra.
Justin estaba fuera, de pie, bajo el oscurecido cielo. Una tormenta se acercaba y el olor a lluvia impregnaba el aire. El jardín donde había pasado tantos palmos se alzaba ante él, pero no entró. Ese era un lugar que quería olvidar. Una fantasmal brisa se arremolinó a su alrededor, un segundo allí, y al siguiente se iría.

Estatua ~Justin Bieber y tú~ [TERMINADA]  By: JavieraWhere stories live. Discover now