Capítulo 5

302 56 231
                                    

   Las nueve menos veinte de la mañana del viernes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

   Las nueve menos veinte de la mañana del viernes. Jon terminó de ordenar las grandes diapositivas que solían usarse para dar explicaciones durante las salidas de campo, se colgó la mochila a la espalda y guardó el martillo de geólogo en la funda que llevaba sujeta al cinturón. Con un vaso de cartón aún humeante calentando sus pequeñas manos y la espalda apoyada sobre el marco de la puerta del despacho, Mireia observaba a su joven colega mientras este se terminaba de preparar.

   El día había amanecido gris y frío, aunque no lluvioso, lo que resultaba un punto a favor de aquella salida de campo, ya que sobre rocas húmedas muchas veces no se podían apreciar determinados matices.

   —Se supone que no lloverá, pero yo que tú no me dejaba el paraguas —le aconsejó Mireia levantando los ojos de su café—. ¿Estás seguro de que no quieres que te acompañe? No me vendría mal despejarme y conozco de sobra la playa... —dijo al tiempo que se le sonrojaban las mejillas.

   —No estás vestida para la ocasión y además no es más que una salida de medio día, para la hora de comer estaré de vuelta. Esta tarde quiero subir al Pagasarri para inspeccionar la cueva. —le contestó Jon mientras cogía uno de los paraguas del paragüero junto a la puerta, sin mirar siquiera a la joven con la que hablaba.

   —Sí que voy vestida adecuadamente, algo de lo que te habrías dado cuenta si al menos te dignaras a mirarme cuando me hablas —le respondió con tono irritado al tiempo que se interponía entre la salida y el chico.

   Jon le sacaba medio cuerpo de altura a la mujer, pero esta diferencia no restaba a la autoridad del porte y tono con el que se le enfrentaba en aquellos momentos, por eso el joven siempre la trataba con respeto y un temor a menudo mal disimulado.

   —Mireia, sabes de sobra que no puedes venir. No estás incluida en el seguro contratado para esta salida y el seguro de la universidad no te cubriría en caso de que te pasara algo ya que esta salida no la tienes programada de antemano. —Esto lo dijo mientras posaba la única mano que le quedaba libre en el hombro izquierdo de la joven.

   Sobresaltada por la repentina cercanía de él, la joven retrocedió un paso hacia atrás liberándose de la mano de Jon, este se encogió de hombros e intentó abrirse paso.

   —El autobús sale a las nueve y a este paso me harás llegar tarde.

   —Vete, vete ya de una vez, pero no me hagas esperar demasiado o cojo y me voy yo sola para el Pagasarri. Dos y cuarto, dos y media quiero verte aquí —respondió Mireia apartándose de la puerta y dejándole paso.

   Su rostro se había teñido de un fuerte escarlata que se fusionaba con el rojo de su melena, recogida en una alta cola de caballo.

   —¡Sí, jefa! —se despidió mientras corría hacía la puerta principal, pues ya eran las nueve menos cinco.

   Jon se subió al microbús que les correspondía a los alumnos de primer curso de geología de castellano, los de euskera les superaban en número y ellos solos ya llenaban un autobús, por lo que irían en el suyo propio.

La Sociedad del Zircón© [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora