La Sociedad del Zircón© [FINALIZADA]

Agradecimientos

    Este apartado se lo quiero dedicar a todas las personas que me han prestado su tiempo, paciencia y apoyo incondicional. Solo espero no dejarme ninguna mención por el camino.

    Empecemos nombrando a los responsables de mi loca inspiración: mi profesor de Paleontología, Humberto Astibia. Toda la idea de los viajes en el tiempo y el tener el Pagasarri como escenario principal de la historia, se lo debo a él; mi profesora de Tectónica, Julia Cuevas. Ella es la responsable de mis locas teorías tectónicas, las cuales han tenido un papel fundamental para la trama de ficción científica en esta novela. Además, la idea de la salida de campo a Sopelana, la cogí, directa y descaradamente, de la salida de campo que tuvimos con esta misma asignatura de segundo curso del Grado en Geología; en tercer y último lugar, pero no por ello menos importante, mi profesora de Estratigrafía, Arantxa Bodego. Ella es una de las principales fuentes de inspiración para la trama de esta historia. La idea del Zircón se me ocurrió durante una de sus clases teóricas en las que nos explicó los métodos de datación radiométrica.

    No puedo dejar de mencionar en este listado a Irene Manzano, paleontóloga y profesora de biología y geología en el colegio. Ella ha sido una de las principales "culpables" de que yo haya acabado encantada con los misterios de esta ciencia. Me gustaría añadir otras dos menciones: mis profesoras de lengua castellana y literatura del colegio María José Arévalo, Agurtzane Zalbidea y Elena Llarena por creer en mí y darme la educación y los conocimientos de los que a día de hoy hago uso en todos los ámbitos de mi vida.

    Sigamos nombrando, en este caso a mis lectores beta, publicistas, editores sin ánimo de lucro y los primeros fans de esta posible futura saga:

   Teresa Aja, inseparables desde los ocho años. No importa la distancia, no importa los obstáculos que nos ponga la vida, siempre encontramos la manera de estar la una para la otra de manera. Me ha apoyado incondicionalmente, animándome en mis sueños de ser escritora, casi desde mis inicios en este mundillo. Siempre han creído en mí y en mi talento, sin importar que nadie más lo hiciera y, por eso, le estoy y estaré eternamente agradecida. Creo que inconscientemente nos hemos admirado la una a la otra desde siempre, ella a mi por mis letras y yo a ella por sus ilustraciones. Ambas con un alma sensible y artística, persiguiendo el sueño de ser conocidas por nuestras creaciones.

    Celia Mielgo, simple y llanamente, mi ángel de la guarda. Ella ha sido uno de los mayores apoyos que he recibido durante la creación de esta obra. Sus correcciones y opinión han sido de un valor incalculable para mí.

    Andrey Ilin, la paciencia y el infinito amor de este hombre, me han dado, en todo momento, lo que más necesitaba para seguir adelante con esta creación. Si no hubiera sido por él, seguramente ni hubiera tenido el valor de presentarme al concurso del certamen literario de la universidad. Él me da alas cuando necesito volar para alcanzar mis sueños y me pone los pies sobre el suelo cuando me olvido de que en este mundo los humanos caminamos y no volamos en la rutina del día a día.

    Mireia Zalama, a pesar de que su pasión sea el dibujo y no la lectura, ella ha sabido estar ahí para mí cuando la necesitaba, aunque de seguro ni era consciente de ello en el momento.

    Andrea Hernández, no importa que ella tenga alma de bióloga y que prefiera los bichitos vivos a los misterios de una roca. Ella siempre me ha mostrado su apoyo y toda la fe que tiene en mí. Me ha dado el ánimo que necesitaba para creer en mí misma y en mi trabajo. Ella no es para nada como la Andrea de esta historia, pero todos los personajes tienen un poquito de su personalidad y carácter en cierta medida, porque muchas veces la miro y veo en ella una persona admirable, fuerte y luchadora, perfecta con sus imperfecciones y todo, lo que la hace en mi opinión todo un modelo a admirar.

    Ainara Romero, aunque haga ya un tiempo que no coincidamos, el día que lo hacemos parece que el tiempo no hubiera pasado, ella también ha sido una de las primeras y poquísimas personas en tener la oportunidad de leer esta historia.

    Mikel Mosteiro, quien, a pesar de su extrema pereza, se ha mostrado buen amigo y me ha aconsejado acerca de cómo expresar ciertas cosas en euskera cuando no estaba del todo segura.

    Eleder Escobar, autor al que admiro de corazón y quien me ha hecho el grandísimo favor de leerme y agasajarme con cientos de halagos y ánimos para seguir escribiendo.

   Arrate López y María Lázaro, mis más viejas y buenas amigas. Separadas por la distancia física, pero nunca alejadas en el sentimiento de una amistad cercana, real e incondicional. Ellas han estado ahí, no solo en esta ocasión, llevan junto a mí, animándome en mis sueños como futura escritora, casi desde mis inicios en este mundillo. Siempre han creído en mí, sin importar que nadie más lo hiciera y, por eso, les estoy y estaré eternamente agradecida.

    Jorge Yepes, mi tío "pedrólogo" con el que no solo comparto apellido, sangre y pasión por las rocas, sino también el amor a la literatura; en ultimísimo lugar de esta lista interminable de la que me siento tan orgullosa.

    Quisiera mencionar a una gran escritora -de quien me auto proclamo fan número uno- y lectora apasionada de La Sociedad del Zircón, además de una nueva y gran amiga que he tenido la suerte de conocer recientemente, Helena Van Callaghan. @hvancallaghan, autora de "No en esta vida".

    Aquellos lectores más avispados se habrán percatado de que, aunque de una manera muy sutil, algunos de estos nombres han aparecido a lo largo de la historia.

    Solo me queda añadir un agradecimiento especial a todas aquellas personas que han dado una oportunidad a esta historia y han tenido la paciencia de leer hasta el final de este apartado.

@yepescritora_98