Capítulo 15

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   No pasó ni una milésima de segundo desde que sus estudiantes hubieron desaparecido a través del portal, cuando, sin pensárselo dos veces, Jon saltó tras ellos

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   No pasó ni una milésima de segundo desde que sus estudiantes hubieron desaparecido a través del portal, cuando, sin pensárselo dos veces, Jon saltó tras ellos. A Mireia no le dio tiempo a reaccionar, su mente iba a mil por hora y el corazón en su pecho acompañaba con su rápido latir el bombeo de ideas en su cabeza. Usui la sujetó del brazo y con un gesto de cabeza le preguntó si estaba lista para ir tras ellos. 

   Se pusieron la máscara de oxígeno y las gafas de buceo. Imitando a Jon, dieron dos grandes zancadas y un potente salto en la vertical, en el mismísimo instante en el que sus pies se despegaron del suelo, el portal los atrajo a su interior, desapareciendo así ellos también en su oscuro seno.

   «Uno-pi, dos-pi, tr...». La cabeza de Mireia daba vueltas y sentía que el cerebro le golpeaba las paredes del cráneo, pero apretó la mandíbula y se concentró en contar el tiempo. No llegó a terminar de contar tres mentalmente cuando una potente luz se abrió paso a través de la oscuridad que la rodeaba y un sordo dolor le empezó a subir por las piernas, haciendo temblar sus rodillas. 

   Estaban en la cueva. Todo estaba exactamente igual, a excepción de dos cosas: El Zircón Infinito parecía algo más pequeño de lo que recordaba y el resto de miembros de la sociedad no estaban presentes. Sin embargo, allí estaba Jon, situado enfrente de sus estudiantes, con las manos alzadas en el aire, agitándolas cual director de orquesta, echándoles una tremenda bronca a los dos jóvenes universitarios.

   —¿Es que no podíais estar quietecitos?, ¿es tanto pedir? ¿Qué es esto, una especie de juego de la oca, solo que aquí en lugar de «de oca a oca y tiro porque me toca», vamos de problema en problema hasta que la muerte nos detenga? ¿Es esto el juego de a ver quién hace que el bueno de Jon se salga de sus casillas? Pues... enhorabuena chicos, tenéis el premio gordo. ¡Esto es el colmo! Allá donde estés, Ainara, siempre hay movida, pero esta vez... esta vez se os ha ido de las manos.

   Jon tomó una gran bocanada de aire. Quería gritarles, hacerles ver el peligro que estaban corriendo y del que parecían ser totalmente inconscientes.

   —¡LO SIENTO! —gritó Ainara dejándose caer al suelo de rodillas y ocultando sus sollozos con las manos.

   Las lágrimas caían deslizándose por su pálida y cálida piel hasta el duro y frío suelo de piedra. Su cuerpo entero temblaba. Se llevó las manos a la cabeza y con rabia se agarró del pelo, tensando y destensando los músculos de sus dedos, dándose pequeños tironcitos. Eleder se arrodilló junto a ella y la envolvió entre sus brazos susurrándole al oído palabras que solo ella pudo escuchar y que poco a poco fueron calmando sus sollozos.

   —Ha sido un accidente Jon. Lo sentimos. Mandadnos de vuelta y así no os estorbaremos más —dijo Eleder dirigiéndose directamente a su profesor.

   —Por mucho que quisiera no puedo hacer eso —se sacó en colgante del buzo y se lo enseñó a sus estudiantes—. Un colgante, un viaje de vuelta —y con solo estas palabras quedó clara la grave problemática.

   Jon se dejó caer junto a sus alumnos y levantó la cabeza de la desolada muchacha para que levantara la vista. Con el dedo pulgar le secó las lágrimas que aún manaban de sus ojos negros. Viéndola tan vulnerable y auténtica, Jon no pudo evitar sentir ternura hacia su traviesa, pero siempre inteligente alumna y la besó en la frente al tiempo que les susurraba a ella y a Eleder: «Encontraremos una manera. Mireia sabrá cómo arreglarlo. Ella siempre sabe qué hacer». El joven profesor tenía una mano puesta sobre cada una de las cabezas de sus estudiantes, intentando con este gesto calmar sus ánimos.

   Mireia y Usui observaban la escena, conmovidos. Se acercaron a sus compañeros con paso torpe debido a las grandes aletas que llevaban a sus pies. Mireia se sentó en el suelo y se liberó de aquel incómodo calzado. Jon se giró al oír a su compañera bufando mientras se quitaba las aletas, peleándose con los cables de las bombonas y el peso del equipo que la empujaba a caer de espaldas. Verla así le arrancó una aliviada carajada que provocó que Mireia le respondiera con una aterradora mueca de amenaza. Jon ahogó su risa tras una tímida sonrisa y se levantó para acercarse a su colega y tenderle una mano.

   —Ya podéis darme las gracias —dijo Mireia mientras se recolocaba la elástica tela del buzo en su sitio—. Previsora como soy, he traído dos cristales de más. Por si le pasaba algo a alguno de los nuestros. Así que más os vale cuidar vuestros colgantes, porque vamos justos de pasajes de vuelta.

   —¡Gracias!

   Ainara se abrazó a Mireia hundiendo su aún húmedo rostro en la clavícula de la mujer. Ambas tenían aproximadamente la misma altura, aunque Ainara tenía unos cuantos centímetros más que Mireia.

   —De...de nada —respondió la geóloga algo sonrojada por lo repentino de aquel gesto— Jon, saca de mi mochila la bolsita de muestras. —le ordenó intentando librarse de aquella turbación.

   Jon se le acercó por la espalda e hizo lo que le habían pedido. Le tendió la pequeña bolsa a Mireia, pero antes de que ella dijera o hiciera nada, intervino él. Usui observaba la escena sin saber muy bien qué hacer.

   —¿No estarás pensando en dárselas?, creo que es mejor que las guardes tú a buen recaudo hasta que llegue el momento de partir. —le dijo Jon a Mireia sin soltar aún la bolsita que contenía los cristales.

   —Pues yo creo que es mejor confiar en que van a ser cuidadosos, ya que esta es su única vía de vuelta a casa. Además, en caso de cualquier emergencia es mejor que las tengan a mano y sepan cómo activar el portal de regreso a nuestro tiempo.

   Jon no pudo negar que Mireia tenía toda la razón y decidió tener fe en la madurez de sus estudiantes. En la mayor brevedad y con la mayor claridad posible, explicaron a los jóvenes los pasos a seguir para reactivar la brecha temporal y regresar al presente. Los alumnos no parecieron tener problemas para entenderlo todo. 

   Justo cuando se disponían a organizar una búsqueda por la cueva antes de salir a superficie, Usui les advirtió con un exagerado gesto pidiéndoles silencio. Se quedaron todos paralizados en sus puestos. Se oyeron unas voces acercarse por uno de los pasadizos de la inmensa cueva en sentido a la cueva del Zircón. Eleder reaccionó antes que nadie y tomando a Ainara del brazo, se dirigió sigiloso hacia un estrecho pasadizo. Los demás le siguieron.

 Los demás le siguieron

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La Sociedad del Zircón© [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora