Capítulo 10

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   Mireia dio un paso al frente con los ojos cerrados y se dejó arropar por aquella heladora luz blanca

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   Mireia dio un paso al frente con los ojos cerrados y se dejó arropar por aquella heladora luz blanca. Sintió una gran opresión en el cuerpo que la envolvió bajo la sensación de una tremenda pesadez, pero que no duró más que un segundo. Una vez liberada de aquella fuerza extraña a la que ya estaba más que acostumbrada, abrió los ojos y soltó el aire que sin darse cuenta había estado reteniendo. Sin darle tiempo a saludar a los miembros de la sociedad que ya se encontraban allí, Jon apareció a sus espaldas.

   —Por ahora tendremos que empezar a organizarnos los que estamos aquí, el resto están desperdigados por el mundo, pero ya están todos avisados y en camino —les informó Iñaki acercándose a ellos—. A la doctora Emily ya la conocéis, este año está en nuestra universidad colaborando con Arantxa Cuevas en el estudio de los estromatolitos de Usgo. Y al resto de miembros de la plantilla de nuestra universidad los conocéis también, pero a quien no conoceréis es al profesor Usui Takumi, de Japón. Tenemos la suerte de tener a este magnífico experto en la teoría de tectónica de placas. Si no hubiera sido por el XVII Congreso Internacional de Geofísica y Tectónica, no le tendríamos hoy con nosotros.

   Se saludaron todos sin demasiadas ceremonias pues el asunto que tenían entre manos era de extrema urgencia y debían tratarlo cuanto antes. Iñaki le pidió a Mireia que explicara a los miembros allí reunidos todo lo que habían descubierto, y ella así lo hizo, sin omitir detalle alguno.

   —Para saber el momento exacto en el que se ha producido el cambio tectónico con respecto a los datos que tenemos de lo que tendría que haber sido, tendremos que volver a estudiar la tectónica de la región. Además, hará falta la colaboración de bioestratígrafos y hacer estudios precisos de datación en las zonas en las que se encuentren los marcadores tectónicos —expuso el joven japonés—. Este trabajo nos podría llevar años.

   —¿No se nos está olvidando algo un tanto imprescindible? —le interrumpió Pierre—. Podremos saber lo que sucedió y cuándo sucedió, pero de qué nos sirve eso, si no podemos hacer nada para cambiarlo. Necesitamos descubrir cómo ese cabrón ha logrado viajar en el tiempo, si es que realmente lo ha hecho.

   Las voces empezaron a alzarse y el ambiente cargado de preocupación acabó desencadenando discusiones sin sentido, en las que los miembros en contra del Antropoceno se lanzaron en contra de los defensores de ese tiempo geológico, y en consecuencia estos saltaron a la defensiva. Estaba claro que nada de aquello les llevaría a ningún lado, pero ni Jon ni Iñaki tenían idea de cómo parar aquella locura. Sin que ninguno de sus compañeros se percatara, Mireia salió de la sala del Zircón y se dirigió a los pasadizos que llevaban al archivo y el laboratorio que tenían montados en la cueva. 

   Regresó con una jeringuilla llena de un líquido turbulento, como el que trajo en aquellos tubos la segunda vez que Jon entró en el Santuario del Tiempo. Llevaba aquellas gafas oscuras especiales, para proteger la vista de la intensa luminosidad que emanaba del Zircón. Al verla entrar así equipada las discusiones cesaron de golpe y todos se la quedaron mirando. Se abrió paso entre los allí presentes y al pasar junto a Jon le tendió unas gafas idénticas a las que ella llevaba puestas sobre la cabeza a modo de diadema en aquellos momentos, y sin pronunciar palabra, le invitó a seguirle.

   Empezó a subir por la escalera de caracol tallada en la roca negra de la base del Zircón, sin dar explicaciones a nadie. Jon se apartó de Iñaki y la siguió. Una vez arriba del todo, ambos se pusieron las gafas y tras una milésima de segundo, en la que Mireia pareció dudar sobre lo que estaba a punto de hacer, levantó una pierna e intentó subirse sobre la superficie del cristal. El impulso que se dio con el pie que aún medio apoyaba sobre el suelo, no fue suficiente para que lograra subir, así que, aunque sin entender realmente lo que pretendía hacer su compañera, Jon le dio un pequeño empujoncito sujetándola de la cintura. 

   Una vez encima de la superficie cristalina y tras haber fulminado con una mirada asesina a Jon, Mireia comenzó a desplazarse a gatas sobre el Zircón, en dirección al núcleo del cristal. Cuando por fin lo hubo alcanzado, tomó la jeringuilla y vertió su contenido dibujando una línea recta desde el núcleo del cristal hasta el borde final, recorriendo a gatas el mismo camino, pero de espaldas, cuidándose de que el radio del enorme Zircón quedara completamente cubierto. Un montón de manchas de colores fueron apareciendo a medida que el líquido era vertido, formando una escala de tonalidades que iba desde tonos pastel hasta unos algo más saturados. En toda aquella sucesión de colores resaltaba un punto de un rojo escarlata que parecía una gota de sangre sobre nieve blanca.

   El cristal había sido cubierto por una serie de marcadores que dividían el mineral en sectores nombrados con las letras del alfabeto griego que a su vez estaban subdivididos en grupos más pequeños que contenían los márgenes de las capas, separándolos en paquetes de cuatrocientos mil años, coincidiendo con los ciclos de excentricidad.

   —Delta–005 —cantó Mireia.

   En respuesta Jon cogió su móvil y abrió el programa de Excel en el que ambos llevaban ya meses trabajando. Todo esto bajo la mirada atónita del resto de miembros de la Sociedad, que aún no entendían lo que estaba pasando. Una vez el programa arrancó, introdujo el código que Mireia había cantado y contestó con la edad correspondiente a ese punto preciso de la superficie del Zircón.

   —Noventa y dos coma tres millones de años.

   —Pues ya sabemos el momento exacto en el tiempo geológico al que han viajado —contestó Mireia bajando del cristal con ayuda de Jon—. Os explicaría con detalle cómo es que estoy tan segura de ello, pero como no es que nos sobre el tiempo, os lo resumiré y no os quedará más remedio que confiar en mi palabra. Hay un punto de la superficie del Zircón que muestra una concentración de radiación discordante con el resto, debido a la intensa coloración y a unos característicos coágulos de color negruzco que he podido observar, estoy casi segura de que el sistema del Zircón se ha abierto recientemente y de alguna manera se ha restaurado tan pronto como se ha abierto.

   —Ahora solo quedaría el asuntillo de cómo restauramos ahora nosotros el registro geológico —soltó el francés desde abajo.

   —¿Imagino que ya sabréis lo que toca? —respondió Mireia ya de vuelta en el suelo—. Todos a buscar información en los archivos. Que alguien salga a por algo de comida y café, porque nos espera una nochecita muy larga. —dijo al ver en su reloj que ya eran las ocho de la noche.

   Entre una cosa y la otra el tiempo había pasado volando y ni siquiera habían comido. Aquel era uno de los extraños efectos que tenía la cueva, el tiempo allí parecía correr a otro ritmo.

 Aquel era uno de los extraños efectos que tenía la cueva, el tiempo allí parecía correr a otro ritmo

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La Sociedad del Zircón© [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora