Capítulo 8

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   Jon volvió a guardarse el móvil en los pantalones, se giró dispuesto a preparar una excusa lo suficientemente convincente para sus estudiantes y para que sus colegas profesores de euskera se encargaran de quince alumnos extra

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   Jon volvió a guardarse el móvil en los pantalones, se giró dispuesto a preparar una excusa lo suficientemente convincente para sus estudiantes y para que sus colegas profesores de euskera se encargaran de quince alumnos extra. No dio más de tres pasos, cuando chocó contra Eleder y se topó de frente con la clase al completo.

   —¿Se suspende la salida profe? —preguntó Endika.

   —¡No! —respondió Jon rotundamente, y se abrió paso entre los jóvenes hacia los del grupo de euskera—. ¡Seguidme!

   Sonó un trueno en la lejanía y un destello iluminó el horizonte por un segundo. En muy poco tiempo el clima había empeorado drásticamente. El oleaje que azotaba la costa se había vuelto violento, y el azul del mar se había oscurecido tanto, que casi parecía negro en la lejanía.

   —Kaixo Joseba, Kepa! Fabore bat eskatu behar dizue[14] —saludó Jon a sus dos colegas, profesores de geología del grupo de euskera.

   —Ikusi dut deitu dizutela. Arazorik unibertsitatean? [15] —le preguntó Joseba a Jon por la llamada telefónica que le había visto responder.

   —Gutxi gora behera. Mireia honantz dator, badirudi benetan larria dela, beraz joan beharko naiz. [16] —le contestó Jon nervioso, intentando en todo momento no meter la pata dando demasiada información, pero sin dejar por ello de remarcar la urgencia del asunto.

   —Bai, bai, bai. Ikasleak gure eskuetan utzi nahi dituzu, ezta? [17] Si ya nos lo veíamos venir —respondió Kepa con una carcajada—. Tira, tira, joan zaitez. [18]

   Jon les dio las gracias con mil y una reverencias, ambos profesores insistieron en que no se preocupara y que se marchara. Antes de irse les dijo a los de su grupo que se quedarían a cargo de los profesores de euskera y que no tendrían que redactar un informe, pero que tomaran apuntes porque el lunes recogería los cuadernos de campo y las fotos aéreas. Jon se alejó en dirección al aparcamiento, pero a mitad del camino se detuvo y se giró por un momento preocupado. Pudo ver cómo su grupo se había integrado y seguía las explicaciones de sus colegas. 

   Retomó el camino hacia el aparcamiento con prisa, no quería encontrarse con que Mireia le estaba esperando. Llegó antes que ella y la esperó sentado en el bordillo de la acera de enfrente de la entrada al aparcamiento. En el preciso instante en el que vio llegar el coche, sin poder prevenirse de ello, cayó una gran tromba de agua del cielo y retumbó el eco de un trueno cercano contra las montañas y acantilados.

   —Yo no sé para qué te aviso de que no te olvides del paraguas al salir, si ni aun teniéndolo a mano vas a acordarte de usarlo. —le gritó Mireia con la ventana del coche a medio bajar. Con un gesto de la mano le apremió a subirse al vehículo.

 Con un gesto de la mano le apremió a subirse al vehículo

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La Sociedad del Zircón© [FINALIZADA]Where stories live. Discover now