Epílogo

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   Mireia y Jon se hallaban sentados de cara al mar en uno de los bancos con las mejores vistas del mundo, en el paseo de Punta Galea

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   Mireia y Jon se hallaban sentados de cara al mar en uno de los bancos con las mejores vistas del mundo, en el paseo de Punta Galea. El viento azotaba fuerte en las zonas cercanas a los acantilados y las cáscaras de pipas vacías volaban entre la verde maleza que corona las costas vascas.

   —Mireia, me pregunto cómo ha podido terminar ese zircón en las entrañas de una montaña de roca carbonatada. Los zircones se generan a altas presiones y temperaturas, en rocas plutónicas. Sé que el Pagasarri está surcado por algunos diques, pero... no veo viable que ese cristal tan grande y de geometría casi perfecta haya ascendido en una gran intrusión cual enclave —formuló Jon mientras echaba un brazo por detrás del respaldo del banco y le quitaba una cáscara de pipas del hombro a Mireia.

   —Ya pensé que nunca lo preguntarías. Fue lo primero que yo le pregunté a Iñaki cuando entré como miembro en la Sociedad del Zircón. —Se llevó dos pipas a la boca y las peló a la vez. Siempre las comía de dos en dos y a veces hasta de tres en tres, pero nunca la había visto comérselas de una en una.

   —¿Y bien? —le apremió Jon. No soportaba tanto suspense.

   —Va, va. No te me agobies —le respondió entre toses—. Por tu culpa casi me trago una cáscara —le reprendió al tiempo que le daba un amistoso codazo en las costillas.

   —¡Ay! —Se quejó Jon, pero no pudo contener una carcajada.

   Mireia intentó hacerse la ofendida, pero tampoco pudo evitar terminar riendo. Después de todo lo que habían vivido en tan poco tiempo, era inevitable que pasara. Ella y Jon se habían vuelto inseparables, un equipo para todos los aspectos de la vida.

   —¿Me lo piensas contar o vas a seguir haciéndote la ofendidita? —preguntó el joven.

   Aprovechado que ella estaba distraída, Jon la rodeó los hombros con el brazo que antes colgaba tras el respaldo del banco. Su rostro estaba a escasos centímetros del de la joven. No la había pillado tan desprevenida como se esperaba, y es que ella siempre iba dos pasos por delante. Mireia estiró levemente el cuello, salvando los pocos centímetros que los separaban y lo besó en los labios. Fue un beso rápido y suave, como la caricia de una cálida brisa primaveral sobre la piel desnuda. No importaba si era el primero o el duodécimo beso que su boca había probado, Jon seguía sorprendiéndose con su novedad cada una de las veces, y como siempre le ocurría, no pudo evitar sonrojarse.

   —Pues si te soy sincera, ni siquiera yo acabo de entender la respuesta que me dio Iñaki. Me dijo que, aunque la puerta estuviera en el Pagasarri, esta solo es una de las entradas al Santuario. Ya sabes que en esa cueva las cosas funcionan un poco distintas de lo que cabría esperar. Pues según pude leer en los archivos de la Sociedad, una de las primeras hipótesis al respecto dice que la cueva del Zircón no está, ni es un lugar concreto. Ya sé que esto suena un tanto filosófico, pero según fui investigando, lo entendí mejor. En resumen, dice que las dos entradas que conocemos en el Pagasarri podrían no ser las únicas en el mundo, aunque aún a día de hoy esas y la que descubrió el profesor Anderson en Escocia, son las únicas de las que hay constancia.

   Paró un segundo su narración para comerse otro par de pipas. Mientras, Jon la miraba absorto.

   —Estas entradas son una especie de portal, una brecha en el espacio del universo. Por lo tanto, ni siquiera podríamos asegurar que la cueva esté en este mundo. En verdad todo lo que se ha dicho y se puede llegar a decir, no son más que especulaciones como habrás podido notar. Existen otras teorías de lo más fantasiosas que incluso llegan a hacer mención a la obra, "Voyage au centre de la Terre" [21], de Julio Verne. Ya conoces la relación de momentos históricos como el viaje a la Luna, sobre el que el autor escribió años antes de que siquiera pareciera una meta realista. Pues algunos de los anteriores miembros de la Sociedad del Zircón, eran fans de la teoría de que la Cueva del Zircón se encontraba en el mismísimo núcleo de la Tierra y que, tal y como describía Julio en su novela, el núcleo era hueco en su interior.

   —Todo eso suena fascinante, y la verdad es que a estas alturas me creería hasta la más loca de las hipótesis. Después de todo lo que hemos visto y vivido en esa cueva, no sabría realmente cuál es la realidad, ¿si este mundo racional y calculado al milímetro o el fantástico mudo al otro lado de la entrada a la cueva, ese mundo donde todo es posible y en el que todo parece estar lleno de magia?

   Mireia le miró a los ojos y no pudo evitar reírse. Enredó sus dedos con los de la mano que Jon había dejado caer sobre su hombro y acurrucó su roja cabecita sobre el pecho del chico.

   —Aunque me ría, pienso lo mismo que tú. Siento como si todo lo que nos rodea ahora mismo estuviera vacío, incompleto. Siento como si lo estuviera observando todo desde una altura muy superior al suelo y fuera capaz de admirar el conjunto de esta pequeña mota de polvo en medio de la inmensidad el universo, y al darme cuenta de esto, no puedo evitar pensar que tú y yo ni siquiera existimos, no de una forma relevante para la inmensa existencia de todo lo demás —respondió Mireia dejando escapar un profundo suspiro.

   —No comparto por completo esa opinión. Creo que, como seres capaces de conocer y comprender nuestra insignificancia, ya no en el universo, sino en el mundo, somos relevantes en su existencia. Puede que el día en el que tú y yo nos muramos, o incluso si llegara el momento en que la humanidad se extinguiera, el mundo seguiría su curso como lo ha hecho durante toda su historia, pero piénsalo así.

   Hizo una pausa para ordenar las palabras en su cabeza antes de retomar su monólogo.

   —Imagina que tú haces un magnífico descubrimiento y escribes una obra con todos los grandes y pequeños detalles de tu investigación. La publicas esperando que tu revolucionario hallazgo ayude a toda la sociedad a llevar una vida mejor. Sin embargo, no existe ningún otro científico, nadie que entienda y admire tu trabajo, nadie con la capacidad de llevar esa idea del papel al mundo. ¿Qué sentido tendría tu descubrimiento?, y ¿qué sentido tendría una sociedad que no puede progresar teniendo la clave para hacerlo? Una sociedad progresista y los descubrimientos realizados por los investigadores, son incomprensibles los unos sin los otros. Ahora traslada este razonamiento al motivo de nuestra existencia. ¿Qué más da lo inmenso y bello que sea el universo si no existe nadie que pueda admirarlo y comprenderlo?

   Tomó un largo y reflexivo respiro. Aquella no era una idea fácil de expresar.

   —Con esto no quiero decir que lo que tú has dicho no sea cierto, podría serlo, toda nuestra existencia podría no ser más que un sueño de Dios y cuando Él despierte nosotros desaparezcamos en el olvido, tal y como les pasa a nuestros sueños cada mañana cuando despertamos. Creo que es algo tan grande que solo podemos especular sobre ello por mucho que nos gustaría saber la verdad, pero ¿desde cuándo lo grande ha sido un impedimento para nuestra búsqueda del conocimiento?

   —Nunca lo ha sido —respondió Mireia con una sonrisa que mostraba hasta el último de sus dientes—. Pero déjales eso a los filósofos y teólogos. Nosotros somos geólogos, y el gigante al que nos toca enfrentarnos, no es nada más y ni nada menos, que el tiempo geológico y el Zircón Infinito.

   —Como de costumbre, jefa, tiene usted toda la razón —le vaciló Jon, ganándose así otro codazo cariñoso por parte de su novia.

   —Como de costumbre, jefa, tiene usted toda la razón —le vaciló Jon, ganándose así otro codazo cariñoso por parte de su novia

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[21] Título original en francés. Traducción al castellano: "Viaje al centro de la Tierra"

La Sociedad del Zircón© [FINALIZADA]Where stories live. Discover now