(Antoine Devine).

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Lady Banks nunca ha dejado de sorprenderme, primero con su belleza, después con ese mortal beso que le dio a lord Hugh –beso que hizo que mi sangre se calentara hasta el punto de hervir en mi cuerpo– y ahora, con su comentario que silenció por fin...

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Lady Banks nunca ha dejado de sorprenderme, primero con su belleza, después con ese mortal beso que le dio a lord Hugh –beso que hizo que mi sangre se calentara hasta el punto de hervir en mi cuerpo– y ahora, con su comentario que silenció por fin la boca de lady Farell.

La miro atentamente, su forma de balancear las caderas, la forma de su cuello y su cabello que ahora está recogido me incitan a desearla, quererla para mí, de hecho, fue mía mucho antes de ser de lord Hugh.

Solo el escándalo me frena de sucumbir a mis deseos que cada vez se hacen más fuertes.

–Puedes creer de lo que fue capaz –le dice Amílcar al señor Banks que está a mi lado.

–Claro que puedo señor Devine –sonríe– es mi hermana, nunca ha dejado de serlo.

–Por cierto, ¿cómo es eso de que hace cinco años no la veía señor Banks? –pregunto apartando mi mirada, por primera vez desde que llegó, de lady Banks.

–Todo fue muy rápido, tres días antes de su boda –me mira– ella fue la primera en darse cuenta de su accidente, me mando a llamar a mí para que fuera a su residencia a pedir ayuda y avisarle a lord Filey. De ahí en adelante lady Farell se encargó de lo demás, ella y mi padre no permitieron que mi hermana ni ninguno de nosotros se acercara a su residencia –se acerca hacia mí– de hecho, yo escuché cuando le dijo a mi hermana que usted estaba muerto. Yo estaba afuera de la ciudad cuando ella se casó, de ahí no tuve ningún rastro de ella, mis padres no querían que supiera nada de ella.

Lo miro sorprendido «¿Por qué me abandonaste? ¿Por qué mandaste a lady Farell a decirme que estabas muerto?» las palabras de lady Banks se cruzan por mi cabeza.

–Con todo respeto señor Banks –aprieto la mandíbula– no estoy dispuesto a escuchar más disparates acerca de lo que sucedió o no en ese entonces. Con su permiso...

Paso por su lado, provocando un choque de hombros.

No era suficiente escuchar los disparates de lady Banks, ahora resulta que su hermano también es cómplice de su red de mentiras y, por si fuera poco, lord Hugh hizo una invitación familiar con la perfecta excusa de darnos la "bienvenida" a la vida social a ella y a mí y ahora tenemos que quedarnos durante una maldita semana en esta mansión, viéndola todos los días a ella, con él.

Aprieto las manos, tomo otra copa, por tercera vez en el día y me la tomo de inmediato. Miro a lady Banks que sigue bailando con su querido esposo.

Lo único que he conseguido sentir en el día es rabia pura y cada vez que la veo de nuevo, la rabia y el deseo se mezclan «Al demonio con todo».

Aparto la vista y comienzo con la búsqueda de cualquier dama que pueda llamar mi atención y con quien bailar, encuentro a una, hablando y fingiendo interés frente a un grupo de hombres, en toda la esquina del salón. La considero adecuada así que, camino despacio y galante hacia ella. Se percata de mi presencia e interés, me sonríe ampliamente y tomo eso como una bienvenida de su parte.

LO QUE NOS HICIERON CREER © [COMPLETA]Where stories live. Discover now