(Antoine Devine).

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Logré escabullirme entre la multitud de personas esparcidas en todo el jardín, les dije a mis hermanos y mi padre que me dieran un momento, tenía que ver a lady Banks después de esa calurosa discusión que tuvo nuevamente con el bastardo de lord Hugh

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Logré escabullirme entre la multitud de personas esparcidas en todo el jardín, les dije a mis hermanos y mi padre que me dieran un momento, tenía que ver a lady Banks después de esa calurosa discusión que tuvo nuevamente con el bastardo de lord Hugh.

Antes de salir a su encuentro, me aseguro que ninguno de los criados de lord Hugh o él mismo, me siga.

Entro en la mansión y comienzo a recorrer sus alrededores tratando de encontrarla. Mientras camino logro escuchar, aunque muy lejano, el hermoso sonido de una voz de mujer, «es ella» mi corazón se hincha de felicidad mientras pequeñas sondas eléctricas sacuden mi cuerpo de pies a cabeza, eso crea lady Banks en mí.

Sigo el eco de su voz hasta dar con el origen de ella, –como un pirata en alta mar hacia una sirena–me encuentro hipnotizado. Se veía deslumbrante y malditamente sensual de nuevo con esos pantalones. Dios, es un pecado que los tenga, exponiendo con esa prenda ceñida a su cuerpo, sus suaves y pronunciadas curvas. Solo recordar todo lo que pasó en la noche, la forma como permitió que la amara de nuevo, derritiéndose en mis brazos como cera de vela, esa forma sensual en la que pedía lo que deseaba de mí, en la que jadeaba. Mi –ya de por si alterado– miembro, comienza a despertar dentro de mis pantalones, lo que hace que me apresure más hasta ella.

Paso tiempo buscando la habitación hasta que la logro encontrar en el ala norte de la mansión, entro en la instancia. Contengo –por lo que para mí parece una eternidad– el aliento.

Ella está sentada sobre el taburete, con la postura fina de una dama, su cabello, ahora suelto, reposa sobre su espalda y su hombro. Su voz y la melodía que entona entra por mis oídos envolviéndome más en su hechizo. Hace tantos años no la escuchaba cantar y mucho menos tocar de esa manera tan generosa y sutil el piano. Con las mismas manos que me acarició anoche –con la misma delicadeza y amor– toca ese piano, haciendo la melodía más hermosa que he escuchado nunca.

Al notar mi presencia se pone tensa, lo que me parece extraño. Detrás de mí, sostengo el cerrojo de la puerta, incapaz de acercarme y romper este mágico momento que es para ella. Para mí siempre ha sido mágico escucharla tocar y cantar, pero también sé que cuando lo hace es porque probablemente algo la está perturbando, su voz y su melodía me lo confirman. Aun así, no se detiene, pero mira de reojo y cuando me encuentro con su mirada, tropieza en su melodía y su canto se detiene.

–No te detengas cielo –camino suavemente hasta ella, me siento a su lado– que melodía tan preciosa has tocado, querida.

–Oh, Antoine –suspira, mientras se apoya sobre mi hombro– He fracasado cariño, he fracasado...

–¿Por qué dices eso muchacha? –acaricio su cabello, mirando hacia el piano, tratando de tranquilizarla en mis brazos.

–Es lord Hugh, no puedo seguir con la parte del plan... me es difícil tratarlo bien, como si nada...No después de tantas humillaciones y degradaciones que me ha hecho –murmura en tono bajo.

LO QUE NOS HICIERON CREER © [COMPLETA]Where stories live. Discover now