(Antoine Devine).

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«Una noche más de baile, faltan cinco» pienso mientras bajo los escalones observando la multitud

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«Una noche más de baile, faltan cinco» pienso mientras bajo los escalones observando la multitud. Esta vez, el "gran anfitrión" ha propuesto un baile de blanco y negro. Las damas visten de blanco mientras que los caballeros, bueno, sobra decirlo.

El día fue bastante agotador, mientras le cubríamos la espalda a lady Banks y su madre, tuvimos que aguantarnos el tiempo suficiente la calurosa charla entre lord Bridge y el señor Banks, al punto que, entre Amílcar y yo tuvimos que retenerlo mientras que lord Bridge se retiraba, al parecer, botando humo por los oídos. La idea era que el señor Banks se aproximara al maldito lord Bridge con el fin de distraerlo y permitir que lady Banks acudiera a su madre. Lo que no contábamos era con el desfile de provocaciones que se harían el uno al otro y que éste resultara, bueno, ensalzado con el asunto.

Tardamos menos de unos minutos en recapacitar sobre la desaparición también, de nuestro padre, pero al ver que regresaba hora después del jardín supusimos que era que necesitaba algo de tiempo. Al fin y al cabo, han sido dos días muy estresantes y cargados de emociones para todos.

Observo detenidamente el salón hasta que busco lo que encuentro, la apetecible y seductora lady Banks, está sonriendo debido a una charla con la señora Banks y la esposa de su hermano. Los míos en cambio se encuentran en distintos lados del salón acompañados de una linda dama cada uno. Sonrío con picardía, no hacía falta que se perdieran las costumbres, pero al parecer estos, no las perderían jamás. Llegando a la pista, una dama se detiene enfrente de mí, frenando mi paso que se dirigía inconscientemente directo a lady Banks.

–Buena noche milord –sonríe lady Foster, mientras hace una pequeña reverencia.

El vestido que lleva la dama, deja entrever sus finas curvas además de una descarada abertura de su escote. Sus labios están rojos, combinados con el sonrojo que se entrevé en sus mejillas, simulo una pequeña sonrisa y le devuelvo la reverencia.

–Señorita Foster –sonrío.

Ella se sonroja aún más.

–Estaba impaciente por encontrarme con usted... –dice mientras se acerca a mi oído– de nuevo –susurra.

–Es usted encantadora, milady. Pero no creo que sea conveniente levantar sospechas sobre los invitados con este tipo de actos –sonrío falsamente– hay que mantener la compostura.

–Oh –se sorprende, su rostro se torna rojo de vergüenza– tiene usted razón, milord, le pido que disculpe mi osadía... yo... yo...

Pobre criatura, siento un poco de lástima por su estado de vergüenza, debería cambiar mis formas de expresar mis incomodidades, a pesar de que más de uno nos lanzan miradas expectantes y curiosas, todo debido al simple gesto de venir a mi encuentro y hablarme de esa forma tan descarada. Los susurros son para aquellos que son amantes.

–Querida, no se intimide –digo tratando de sacarla de su miseria– téngalo en cuenta para más adelante.

Lady Foster dice algo que no alcanzo a escuchar debido que me entretengo mirando por encima de su hombro. El aliento desaparece de mi cuerpo por lo que podría ser una eternidad, lady Banks con su vestido blanco, de mangas largas y acompañado de leves bordados por la parte que le cubre el pecho, su cabello trenzado –¡Qué provocadora y tentadora se ve! – sus labios de un fuerte rosa y Dios se apiade de mí, no lleva guantes, dejando a la vista sus hermosas y delicadas manos. Toda una rebeldía de etiqueta ambulante.

LO QUE NOS HICIERON CREER © [COMPLETA]Where stories live. Discover now