(Antoine Devine).

1.1K 140 14
                                    

La voz de sorpresa de todos se escucha detrás de nosotros mientras el rostro de sorpresa se apodera de las personas dentro de la habitación

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

La voz de sorpresa de todos se escucha detrás de nosotros mientras el rostro de sorpresa se apodera de las personas dentro de la habitación.

Lady Farell se encuentra levantada del suelo siendo sujetada del cuello por lord Bridge, quien la está ahorcando, a centímetros está lord Hugh desnudo de la cintura hacia abajo y forzando a lord Bridge para que no la mate.

–¿Cómo se atreven? –la voz de mi padre rezumba por toda la habitación y, murmullos que hace un rato se escuchaban cesan– Qué presentación es esta, señores –grita.

Todo salió como lo planeado, mi padre bajo la excusa de "revivir cosas antepasadas" le pidió una carta citándolo a una escapada amorosa a lady Farell, ella la escribió y con la esposa del señor Banks, Jocelynne, estuvimos practicando todo el resto de la semana su letra hasta que consiguió imitarla a la perfección. Escribimos dos cartas invitando al encuentro amoroso, una para lord Bridge y otra para lord Hugh. Citándolos en el mismo lugar, pero con treinta minutos de diferencia. Por supuesto que el primero que la debía atender sería lord Hugh, lord Bridge debía verlos en el acto. Con ella fue mucho más fácil, solo era que nuestro padre le ordenara que le buscara algo en esta sala para tenerla en el mismo lugar que los demás.

Los tres voltean a vernos y enseguida, lord Bridge suelta a lady Farell, esta cae duramente mientras tose en el suelo intentando recobrar el aliento, lord Hugh recorre la habitación por algo con qué tapar su desnudez.

–¿Esposo? –grita lady Banks mientras se acerca a él– ¿Tú? ¿Cómo has podido hacerme esto? –Lágrimas recorren su rostro.

«¿Esto es real, o está actuando?» pienso. Me cuesta diferenciarlo, pero lo dejo estar, el turno ahora es de ella y mi padre.

–¿Y usted padre? –se vuelve hacia lord Bridge– ¿Hacerle eso a mi madre? Esto solo es acto de canallas como ustedes...

Una palmada retumba por toda la habitación, mi sangre se calienta en menos de un segundo y sin pensarlo me aproximo rápidamente hacia lord Hugh, quién le propinó la bofetada a lady Banks, dándole un puñetazo.

–Le avisé que se iba a arrepentir –digo dándole otro golpe.

El sonido de la carne golpeada suena más fuerte que la voz de asombro de los invitados que ven con morbo y escandalo nuestro espectáculo. Si mi vida ya antes no hubiera sido tachada de escandalosa, probablemente me hubiera importado. Ahora todo me puede importar poco más que nada.

–No –lady Bank se aferra a mis manos intentando detenerme– no más.

Sus lágrimas mojan mi camisa y es solo ahí donde decido detenerme, justo a tiempo para observar como mi padre se detiene frente a lord Bridge, mientras lady Farell le suplica de rodillas perdón con lágrimas derramando por sus mejillas.

–Lo reto a un duelo lord Bridge –dice sin titubear, con la ira emanando de sus ojos.

Todos nos sorprendemos, incluso yo. Eso no era parte del plan, eso no. Me alejo de lord Hugh que ahora está tendido en el suelo con hilos rojos emanando de distintas partes de su rostro y abrazo a lady Banks en busca de re confortamiento, mientras que fijo una mirada perturbada en mi padre.

–Padre ¡no! –grita Amílcar llegando hasta él.

–No intentes meterte en esto, muchacho –dice mi padre, sin quitar la mirada de lord Bridge.

Amadeo y yo damos un paso adelante.

–Aplica también para ustedes –dice de nuevo.

Aprieto mi mano en un puño, miro a mis hermanos y los tres decidimos asentir. Todos practicamos tiros alguna vez y sabemos de sobra que el mejor era nuestro padre. El problema era que no sabíamos exactamente cómo era lord Hugh.

–Esposo, por favor –dice lady Farell entre lágrimas.

–Desde hoy, no eres mi esposa. Mi repudio total te prescindirá Nélida –dice sin mirarla.

–No creo que esta mundana... –dice lord Bridge mirando con desprecio a lady Farell– valga un duelo entre nosotros lord Filey.

–Ella no lo vale –responde mi padre– mi honor sí.

–El honor de mi madre y de mi familia también –interviene el señor Banks.

–¿Cómo se atreve padre? –dice lady Banks, escapando de mis brazos para acercase a él– me vendiste a lord Hugh, solo para disfrazar una mentira que creaste con lady Farell.

Ambos la miran asombrados.

–¿Creen que no nos dimos cuenta, que entre ambos hicieron lo posible para separarnos al señor Devine y a mí? ¿Crees que ahora no sé qué desde un principio pensaste en casarme con lord Hugh solo por su dote y bienes? –Grita cada vez más alto– Responde.

–Eso no es... –comienza lord Bridge.

–Claro que es cierto –interrumpe la señora Banks.

Todos la miramos, incluso mi padre.

–Ya que eres tan hombre como para golpear a una mujer y mantenerla en una vida llena de abusos ¡sé hombre para aceptar un duelo maldito canalla! –grita.

Su cuerpo comienza a temblar y al igual que lady Banks, comienza a llorar sin darse el lujo de quebrarse ante todos. Lady Banks se aproxima a su encuentro junto con su hermano y ambos la abrazan sollozando y sirviéndole de soporte para poder seguir de pie.

Compadezco a esa mujer y a su familia, por mucho que he sufrido por una separación con lady Banks, no se compara con el tiempo de abuso y violencia que ha sobrellevado con su familia. Doy pasos hacia lord Bridge junto con Amílcar que al parecer pensamos igual.

–¿Qué? ¿Qué demonios están haciendo? –dice tratando de zafarse de nuestro agarre– Quítenme sus sucias manos de encima.

Lo arrastramos hacia la salida más cercana de la sala.

–Le ayudamos a demostrar la hombría que tiene lord Bridge –dice Amílcar.

Salimos hacia el jardín, con la familia Banks, mi hermano, mi padre y todos los invitados detrás. Lady Farell sigue implorando perdón obteniendo solo que todos los presentes ignoren su suplica.

Dejamos a lord Bridge a una distancia prudente para el duelo. Mi hermano, Amadeo se acerca con una pistola cargada y se la tira en las manos. Él la agarra inseguro y ahora no aparenta nada de autoridad o superioridad con la que entró hace unos días a la mansión. Me retiro de su lado y miro hacia mi padre que tiene también un arma en las manos.

Elevo una oración al cielo, para que Dios se apiade de nosotros y nos permita disfrutar más de nuestro padre. 

 

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
LO QUE NOS HICIERON CREER © [COMPLETA]Where stories live. Discover now