Capítulo 4. (Ágata Banks).

1.4K 177 23
                                    

No es de una dama maldecir, pero maldito fuese una y mil veces lord Hugh

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

No es de una dama maldecir, pero maldito fuese una y mil veces lord Hugh. Preferiría mil veces sus zurras y sus comentarios malintencionados, no esto.

Si Antoine Devine, creía que iba a estar sumada en la tristeza por sus comentarios no tiene idea de todo lo que sufrí por adelantado los cinco años que él estuvo haciendo Dios sabe que en Oxford. Y, si lord Hugh desea que baile con él, perfecto. Tanto a uno como al otro les costará.

El señor Devine tiende su mano hacia a mí, solo fue necesario ese roce para que una ola de electricidad recorriera mi cuerpo. Varios recuerdos tocan mi mente, su calor corporal, su dulzura, la delicadeza que poseía para acariciarme.

En estos momentos siento lo mismo que cuando estuvimos juntos, mi mirada se dirige a su mano y de ahí hacia él. Tomo un pequeño suspiro sin que los presentes lo perciban y me dejo guiar por él hacia la pista de baile, una nueva pieza comienza a sonar.

Él pone su mano detrás de mi espalda y me aprisiona contra su cuerpo, las olas que pasan internamente sobre mí se intensifican con cada uno de los toques. Si no fuese porque estamos en medio de la multitud y porque han pasado cinco años –dentro de ello tantas cosas e incluyendo su trato despiadado hacia mi persona– me derretiría ahora mismo en sus brazos.

Su colonia me cautiva profundamente y trato con todas mis fuerzas de no abrazarlo o demostrarle lo mucho que me afecta.

–Quién diría que es usted como un camaleón –dice.

–Ahí estamos de nuevo, señor Devine –pongo los ojos en blanco, gesto indigno de una dama, pero al demonio, estoy enfrente de un vulgar.

–¿Cómo es que hace poco la señora estaba al borde del desastre y ahora está radiante como el sol? –sonríe maliciosamente mientras me da un giro.

–He sufrido lo suficiente creyendo que está muerto, por qué no tomar la decisión de volver a sonreír...

–Y ahí está devuelta usted delirando...

–No estoy delirando señor Devine.

–Señorita Banks, es impropio de una dama decir mentiras.

–Es impropio de un caballero tratar de mentirosa a una dama.

Él me aprisiona más contra su cuerpo, me mira y desvía sus ojos a mi boca.

–¿Por qué no me dijiste de la ruina por la que estabas pasando? –dice con voz ronca.

Se me eriza la piel.

–¿Cuál ruina?

Me aprieta más fuerte.

–Sabes perfectamente de que estoy hablando, no te hagas la tonta Ágata.

Dijo mi nombre de pila, de no ser por sus palabras dadas con dagas ocultas, sería maravilloso escucharlo. En cambio, busco algún tipo de respuesta en su rostro, encontrándome únicamente con expresión de piedra.

LO QUE NOS HICIERON CREER © [COMPLETA]Where stories live. Discover now