Capítulo 28 - La vida amorosa de Danielle Ilsen

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Canción en multimedia: Black Magic [DDRey ft. Scarlett Rose]

Capítulo veintiocho: La vida amorosa de Danielle Ilsen

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Capítulo veintiocho: La vida amorosa de Danielle Ilsen

Viernes, 16 de noviembre

    Danielle Ilsen:

    —¡No vamos a ver esa! —Está gritando Rob cuando llego a casa de Charlie. Sobra decir que yo tengo una copia de sus llaves de casa, y de la de Rob, tal y como ellos tienen de la mía. Es más, no me olvidaré jamás de la vez que llegué tarde por haberme quedado estudiando en la biblioteca y les encontré cenando con mis padres.

    Ahí supe, si es que no lo sospechaba ya, que nuestra amistad estaba hecha para durar.

    —¡Traigo dulces! —digo.

Cierro la puerta de la casa con el pie y espero a que Rob aparezca para quitarme la bolsa. He comprado una tarta en el supermercado que hay cerca de mi casa. Es una tarta de cumpleaños de bizcocho y nata con ositos de gominola encima y un "Felicidades" escrito con chocolate. Es pequeña, no demasiado cara y está riquísima, lo que ha hecho que me hayan encontrado comprándola tantas veces al año que no quiero ni saber lo que pensarán de mí. Quizás que soy una profesora que les regala tartas a todos sus alumnos, o que tengo más hermanos que zapatos.

Rob no tarda en llegar. Rebusca en la bolsa, sacando la bolsa de regalices y quitándome la tarta de las manos.

    —Quiere ver la tortura de Prada de nuevo —me dice.

    Arrugo la bolsa de papel cuando ya no queda nada dentro y se la lanzo a la cabeza.

    —También yo quiero verla.

    —Dani, no me hagas esto —ruega—. Si ninguno quiere, ella tendrá que cambiarla. Por favor.

    —Quiero verla —repito, metiéndome en el salón. Charlie ya ha dejado el bol de palomitas y los refrescos sobre la mesa. La película está en pausa justo en los títulos—. ¿Y tus padres?

    No les he visto y, desde que ellos me pidieron, nos pidieron a Rob y a mí más bien, que les llamáramos "tíos", me parece feo no saludarles o pararme a hablar un rato con ellos cada vez que vengo.

    —Es su aniversario, han salido a cenar y no creo que vuelvan temprano —explica Charlie antes de dejarse caer en su zona favorita del sofá doble. Se echa una manta por encima—. Por cierto, luego tenemos que pedir pizza.

    —Apoyo eso —escucho decir a Rob.

    Él vuelve de la cocina con la tarta partida, cucharillas y platos pequeños en su otra mano. Lo deja en el suelo, a cierta distancia, antes de servirse un trozo y molestar a Charlie sentándose también en el sofá doble. Ella había estirado las piernas y Rob se sienta encima, forzando a que ella las encoja. Yo me siento sobre la alfombra, con la espalda pegada al sofá y las palomitas en mi regazo.

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