Capítulo 51 - Punto de no retorno.

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Canción en multimedia: Welcome to Wonderland (Anson Seabra)

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Capítulo  cincuenta y uno: Punto de no retorno.

Sábado, 22 de diciembre

Danielle Ilsen:

La última vez que vine no había muchas señales, pero, aun así, se sentía más cálido que ahora. Los nervios me y la falta de luz hacen que pase de largo la entrada del parque la primera vez. Cuánto me gustaría poder seguir y no parar, pero, en cuanto veo un desvío -una cuneta más bien-, meto el coche antes de poder llegar a arrepentirme.

Luego empiezo a andar, por el borde de la carretera, hacia la entrada del parque. Aunque mis pasos son lentos, no tardo tanto como me gustaría. No quiero ir, la sola idea de hacer esto me da náuseas. Lo único que se repite en mi cabeza es ese "No quiero" que empiezo a oír suplicar a gritos.

No me atrevo a mirar hacia atrás porque sé que daría la vuelta y me metería directa en el coche. Si no lo hago ahora, con la poca fuerza voluntad que me queda, no volveré. Así que sigo y, minutos después, llego a la entrada del parque de atracciones abandonado de la última vez.

Este lugar, tan tenebroso en mi cabeza, me trae mis peores recuerdos Ya no son mis gritos los que oigo en la cabeza mientras empujo las vallas que ya dejaron abiertas la otra vez, sino los de la hermana de Brianna.

Sus gritos llenan mis oídos, la imagen que se grabó en mi mente en aquel pasillo es más clara que el suelo que estoy pisando. Quiero vomitar y quiero llorar. Mis pasos son cada vez más lentos, más vacilantes. Llegado el punto en el que puedo distinguir la casa de los espejos, tengo que obligarme a andar. Cierro las manos con fuerza, como si estuviera sosteniendo algo que me equilibre. Tenso tanto la mandíbula que hace rato que he empezado a sentir el dolor y, cada pocos segundos, me muerdo el labio por culpa de ese apoyo que me falta, como si así pudiera controlar mis emociones y obligarme a seguir.

Funciona un poco.

Otro paso más y ahora no puedo dejar de oír a Brianna rogar en mi cabeza, tan claro que paro y cubro mi rostro con las manos como si eso pudiera borrarlo. Eso sólo hace que la imagen se haga más clara y los gritos más fuertes.

Este es el lugar de mis pesadillas. Es la razón por la que no puedo dormir con la puerta abierta y por la que mis pesadillas se han llenado de escenas donde mis manos están llenas de la sangre de Tim, porque vi, con Brianna, el que podría ser nuestro futuro.

Sus gritos. Siempre sus gritos.

Cierro los ojos con fuerza, tratando de empujar las imágenes fuera.

Estoy sudando para cuando aparto las manos y, en busca de cualquier tipo de protección, mis manos buscan la cremallera de mi abrigo. La sostengo con una mano, aferrándome al cierre con la otra. Tengo que hacerlo, tengo que seguir andando, tengo que entrar ahí.

Compañeros de delitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora