Capítulo 55 - Conversaciones y confesiones

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Canción en multimedia: You Mean The World To Me [Freya Ridings]

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Capítulo cincuenta y cinco: Conversaciones y confesiones

Domingo, 30 de diciembre

Danielle Ilsen:

Gritando, esta noche me he despertado gritando una vez más. He despertado por los zarandeos de mi padre cuando, con pánico, trataba de sacarme de una pesadilla que todavía tiraba de mí. Aún puedo oír mis propios gritos al despertar, aún siento ese dolor de garganta que casi me deja afónica y ese sudor frío recorriendo todo mi cuerpo. Todavía tiemblo al recordarlo, pero, sobre todo, todavía tiemblo al recordar lo mal que estaban mis pensamientos en ese momento. Tan contaminados, tan oscuros.

Lloré, aferrándome a mi padre, rogándole que hiciera que parase.

No entendió, con eso, la totalidad de eso que le pedía, me pregunto si, de hacerlo, hubiera aceptado las condiciones de mi madre. Ella, a quien he oído hablar con mi padre a través de las puertas más de una noche, sigue tratando de convencerle para que me lleven a "una revisión". Anoche, cuando ni siquiera mi padre pudo ayudar, su mirada se cargó de impotencia, y, con el terror consumiéndome hasta el punto de recluirme encogida en un rincón sin poder parar de llorar, ella lo intentó una vez más. Le dijo, todo lo bajo que pudo y en la puerta de mi habitación, que ya se lo había advertido.

"Te lo dije, te dije que no estaba bien y tú sigues sin querer hacerme caso." había dicho ella. Papá, todavía siendo el único que parece ver una posibilidad de estabilidad en mí, le rebatió diciendo que sólo había sido una pesadilla. Mamá insistió, "Eso no es sólo una pesadilla, hay que hacer algo", fueron sus palabras.

Papá, casi con rabia, respondió que no, que para eso también se necesitaba su permiso y que no iba a dárselo. Yo lo entendía. Entre mis lágrimas, las sombras de figuras moviéndose bajo mis párpados, la humedad de los recuerdos manchando mis manos y esa suplicaba en mi mente que todo parara, yo seguía oyéndoles, entendiendo.

Mamá quiere llevarme a un hospital, quiere que vayamos a una cita y que ahí decidan, no deja de decir que tienen que buscarme ayuda y, mientras, mi padre no deja de añadir que, si ella me mete ahí, él me sacará. Que lo que necesito no es que me alejen sino a mi familia.

Irónico cuando no puedo sentirme bien en mi propia familia.

He cruzado tantas líneas, he cometido tantos errores y he visto tanto que no soy capaz de mirar a mis propios padres a los ojos. Miro a mi familia y sólo puedo ver a personas que se han roto, un grupo cuyos corazones se unirán de nuevo pero donde el mío late a un compás diferente. Ellos no me querrían si lo supieran, ellos no podrían ni mirarme a la cara de conocer mi verdad. Mi madre apenas puede mirarme después de las secuelas que todo me ha dejado, ya no me sostiene la mirada, sólo veo pena. Si supiera, habría algo todavía peor en su forma de mirarme.

Compañeros de delitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora