4 // Still Together

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Todos los relojes de el pueblo que estaban bien configurados marcaban las dos de la madrugada, esta era silenciosa y fría, con una fresca brisa ingresando por todas las ventanas abiertas que habían en su camino

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Todos los relojes de el pueblo que estaban bien configurados marcaban las dos de la madrugada, esta era silenciosa y fría, con una fresca brisa ingresando por todas las ventanas abiertas que habían en su camino.

En estos momentos, la mayoría de la población dormía, ¿y cómo no? Si a la mañana siguiente todos tendrían que ir a sus escuelas o trabajos. Un lunes normal.

Pero ahora, ahora disfrutaban las horas de sueño que les quedaban. Al menos los que dormían hacían esto.

Otros ciudadanos estaban despiertos. Algunos viendo televisión, otros hablando entre ellos, otros llorando, otros viendo la luna, otros simplemente no podían dormirse.

Y luego, luego estaba ella, esa chica, la rubia. Camila Whistle.

Se encontraba sentada a un lado de la ventana de su nueva habitación, la cual tenía un pequeño colchón para acomodarse. Así estaba, acomodada y alumbrada por la luz de la luna. Y con una esfera de agua flotando entre sus manos.

Parpadea mirando a esta, elevándola hasta quedar al nivel de su rostro.

Al quedar a esta altura, la analizó detenidamente, observando como aquellas partículas acuáticas eran comprimidas por el invisible poder que enmanaban sus manos, al cual estaba más que acostumbrada

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Al quedar a esta altura, la analizó detenidamente, observando como aquellas partículas acuáticas eran comprimidas por el invisible poder que enmanaban sus manos, al cual estaba más que acostumbrada.

Parpadeó.

Gritó fuertemente sintiendo como su cerebro era agitado por aquellas violentas descargas eléctricas.

Forma una leve sonrisa, más que relajada al ver aquella esfera de agua.

Pero toda concentración la abandona cuando escucha un pequeño pero notable ruido en medio de la noche.
Giró su cabeza, viendo a través de el cristal, viendo a la casa de enfrente, de donde provino aquel sonido de una puerta ser cerrada con algo de fuerza.

Por una de las ventanas de la casa, cruza aquel chico pelinegro de ojos marrones y pómulos altoa. Se veía exhausto y cansado de todo. Y, sacando esta conclusión de los pocos segundos en los que lo vió, ella pudo notar que había estado llorando.

D a g g e r  { m.w }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora