Granada IV

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Narra Ana

Me levanté antes que Mimi, mucho antes, con tanto tiempo que me dió tiempo a observarla como dormía, con los labios entreabiertos. El pelo revuelto por toda la almohada y parte de su cara y los ojitos hinchados de haber dormido plácidamente toda la noche.

Recordé que tenía el macuto en mi coche, por lo que me salí de la cama sin hacer apenas ruido y me vestí con la ropa que traía ayer, hice una paradita en el baño y me tomé la total libertad de coger las llaves de su piso y salir cerrando la puerta con suavidad.

Llegué al descampado donde la noche anterior había dejado el preciado coche que tenía que devolver cuando volviésemos a Madrid,abrí el maletero y cogí el macuto con ropa limpia y lo volví a cerrar.
De vuelta al piso mis tripas hicieron acto de presencia y recordé que Mimi no tenía nada de comer en su piso y que si tenía que esperar a que Mimi se levantara y se vistiera para ir a desayunar igual se nos juntaba con la comida, asique me acerqué a una panadería que había justo cruzando la calle y compré algo de bollería.

Subí por las escaleras para hacer un poco de deporte mañanero y cuando introduje las llaves en la cerradura comprobé que la rubia aún seguía dormida.
Preparé un poco el desayuno y lo dejé listo en el salón. Andé por el pasillo y entre en la habitación, trepé por la cama y llegué a su altura.

- Buenos días - le acaricié la cara y ella gruñió girandome la cara - ¿Sabes que Granada no se ve sola?, y yo quiero verla contigo.

- Ay Ana - volvió a girar la cara para mirarme - Granada lleva toda su vida en el mismo sitio, podemos dormir un poquito más sin que pase nada.

- Es que tengo hambre y he ido a comprar algo de desayunar, encima me muero por hacer tour por la ciudad - empecé a calentarle la cabeza.

Ella aprovechó y tiró de mi brazo para juntar nuestros labios, cosa que yo seguí porque por mucha hambre que tuviese, besarla siempre era la mejor opción.

- Venga Mimi - me separé para hablarle pero volvimos a juntar nuestros labios en besos más cortitos.

Por fin se levantó y pudimos desayunar con tranquilidad.

- ¿que es eso de ahí? - pregunté señalando una caja de madera en la esquina.

- Uy no - rió - eso es contenido exclusivo que me trajo mi madre del pueblo.

- ¿Exclusivo? ¿Qué guardas ahí? -

- Cintas, son cintas de cuando era pequeña -

-¡Quiero verlas! ¡Mimi porfavor! - me volví loca.

- Ana que vergüenza - se puso roja.

- ¿vergüenza? ¿Lola índigo tiene vergüenza de que la vea de pequeña?

- Es que entiende que como eso salga a la luz se acaba mi carrera - dijo seria

- No va a salir de aquí Mimi, porfi - puse pucheros.

- Pero solo una ¿eh? Y la que yo elija - accedí por tal de ver una cinta cualquiera.

Mimi puso una de cuando hizo de estrella fugaz en un certamen de villancicos de su colegio. En el video se veía a ella, meneandose torpemente, debido a las grandes dimensiones del traje, por todo el escenario a la vez que todos los niños cantaban un villancico popular.

- Eres súper mona Mimi - le agarré de los mofletes - ¿esa estrellita de ahí eres tu? ¿de verdad? -

El desayuno se prolongó más de la cuenta y cuando nos dimos cuenta eran las doce y media y estábamos bajando por el ascensor.

Somewhere only we know✨ // warmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora