13: La marca Tenebrosa 2/3

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Para cuando las voces de las veelas y sus tres admiradores se habían apagado, estábamos en lo más profundo del bosque solos, y todo parecía mucho más silencioso

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Para cuando las voces de las veelas y
sus tres admiradores se habían apagado, estábamos en lo más profundo del bosque solos, y todo parecía mucho más silencioso.

—Creo que podríamos aguardar aquí. Podemos oír a cualquiera a un kilómetro de distancia.—Harry dijo.

Apenas había acabado de decirlo cuando Ludo Bagman salió de detrás de un árbol, justo delante.
Incluso a la débil luz de las dos varitas, bagman había perdido su aspecto alegre, su rostro ya no tenía aquel color sonrosado y parecía como si le hubieran quitado los muelles de los pies. Se lo veía pálido y tenso.

—¿Quién está ahí? —dijo pestañeando y tratando de distinguirnos—. ¿Qué hacen aquí solos?

Nos miramos unos a otros, sorprendidos.

—Bueno, en el campamento hay una especie de disturbio —explicó Ron.
Bagman lo miró.

—¿Disturbio? ¿Así lo llamas?—murmuré.

—¿Qué?

—El cámping. Unos cuantos han atrapado a una familia de muggles...

Bagman lanzó un juramento.

—¡Maldición! —dijo, muy preocupado, y sin otra palabra desapareció haciendo
«¡plin!».

—No se puede decir que el señor Bagman esté a la última, ¿verdad? —observó Hermione frunciendo el entrecejo.

—Pero fue un gran golpeador —puntualizó Ron, que salió del camino para dirigirse a un pequeño claro; se sentó en la hierba seca, al pie de un árbol—. Las Avispas de Wimbourne ganaron la liga tres veces consecutivas estando él en el equipo.

Se sacó del bolsillo la pequeña figura de Krum, lo posó en el suelo y lo observó caminar durante un rato.
Como el auténtico Krum, la miniatura resultaba un poco patosa y encorvada, mucho menos impresionante sobre sus pies que montado en una escoba. Con mi varita en alto estaba atenta a cualquier ruido que llegara del cámping. Todo parecía tranquilo: tal vez el jaleo hubiera acabado.

—Voy a ver si hay alguien que nos quiera asustar—dije comenzando a alejarme un poco con mi varita en alto. Harry se levantó de inmediato.

—Te acompaño.

—Cuatro Ojos no tienes varita—le dije con una sonrisa de simpatía—. Estaré bien, no estaré sola.

Él frunció el ceño confundido.

—¿Con quien estarás?

Yo ya había comenzado a caminar.

—¡Con la voz en mi cabeza!

Como si la hubiera invocado pude sentir a Morgana caminando a mi lado, su largo vestido haciendo ruido contra la hierba y las ramas.

—¿Sabes que diablos esta pasando?—le pregunté mientras caminaba con mi varita en alto, lista si era necesario en convertir las piernas de alguien en gelatina.

Laila Scamander y El Torneo De Los Tres MagosWhere stories live. Discover now