25: PEDDO

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Nadie habló hasta que sonó la campana; pero, cuando Moody dio por terminada la lección y salimos del aula, todos empezaron a hablar inconteniblemente. La mayoría comentaba cosas sobre las maldiciones en un tono de respeto y temor.

—¿Vieron cómo se retorcía?

—Y cuando la mató... ¡simplemente así!

Me agarre las sienes, sintiendo el
Dolor de cabeza venir, todos estaban sorprendidos, sus mentes trabajando a mil por minuto, haciendo mi dolor aún más fuerte. Sentí a Hermione a mi lado.

—¿Estás bien?

—Si—dije con una mueca—. Es...ya sabes; las voces.

—Dense prisa —les dijo muy tensa a Harry y Ron.

—¿No vuelves a la condenada biblioteca? —preguntó Ron.

—No —replicó Hermione, señalando a un pasillo lateral—. Neville.

Neville se hallaba de pie, solo en mitad del pasillo, dirigiendo al muro de piedra que tenía delante la misma mirada horrorizada con que había seguido a Moody durante la demostración de la maldición cruciatus. Ignore el dolor en mi cabeza y fui hasta él.

—Neville... —lo llamé con suavidad.

Neville me miró.

—Ah, hola —respondió con una voz mucho más aguda de lo usual—. Qué clase tan interesante, ¿verdad? Me pregunto qué habrá para cenar, porque... porque me muero de hambre, ¿ustedes no?

—Neville, cariño, ¿estás bien? —le pregunté con dulzura, como si le hablara a un animal herido, desde pequeña entendí que trataba mejor a los animales que a los humanos.

—Sí, sí, claro, estoy bien —farfulló Neville atropelladamente, con la voz demasiado aguda—. Una cena muy interesante... clase, quiero decir... ¿Qué habrá para cenar?

Ron le dirigió a Harry una mirada asustada.

—Neville, ¿qué...?

Oí un retumbar sordo y seco, y al volver vi que el profesor Moody avanzaba hacia aquí cojeando. Los cinco quedamos en silencio, mirándolo con aprensión, pero cuando Moody habló lo hizo con un gruñido mucho más suave que el que había oído hasta aquel momento.

—No te preocupes, hijo —le dijo a Neville—. ¿Por qué no me acompañas a mi despacho? Ven... tomaremos una taza de té.

Neville pareció aterrorizarse aún más ante la perspectiva de tomarse un té con Moody. Ni se movió ni habló.
Moody dirigió hacia Harry su ojo mágico.

—Tú estás bien, ¿no, Potter?

—Sí —contestó Harry en tono casi desafiante.

El ojo azul de Moody vibró levemente en su cuenca al escudriñar a Harry. Luego dijo:

—Tienen que saber. Puede parecer duro, pero tienen que saber. No sirve de nada hacer como que... bueno... Vamos, Longbottom, tengo algunos libros que podrían interesarte.

Neville nos miró de forma implorante, pero ninguno dijo nada, así que no tuvo más remedio que dejarse arrastrar por Moody, que le había puesto en el hombro una de sus nudosas manos.

—Pero ¿qué pasaba? —preguntó Ron observando a Neville y Moody doblar la esquina.

—No lo sé —repuso Hermione, pensativa.

—Laila, no puedes verlo con tu Legeremancia? Ya sabes echar un ojo a su mente—él me insistió.

—No seas bruto, Ron—dije con la voz más brusca de lo que pensaba—. Neville está perturbado, débil, meterse en su mente...puedo tener a Morgana dentro mío, pero no soy malvada.

Laila Scamander y El Torneo De Los Tres MagosWhere stories live. Discover now