44: Relación

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Los cuatro fuimos a buscar a Pigwidgeon a la lechucería para que Harry le pudiera enviar una carta a Sirius diciéndole que había logrado burlar al dragón sin recibir daño. Por el camino, Harry puso a Ron al corriente de todo lo que papá le había dicho sobre Karkarov. Aunque al principio Ron se mostró impresionado al oír que Karkarov había sido un mortífago, para cuando entramos en la lechucería se extrañaba de que no lo hubieramos sospechado desde el principio.

—Todo encaja, ¿no? —dijo—. ¿No se acuerdan de lo que dijo Malfoy en el tren de que su padre y Karkarov eran amigos? Ahora ya sabemos dónde se conocieron. Seguramente en los Mundiales iban los dos juntitos y bien enmascarados... Pero te diré una cosa, Harry: si fue Karkarov el que puso tu nombre en el cáliz, ahora mismo debe de sentirse como un idiota, ¿a que sí? No le ha funcionado, ¿verdad? ¡Sólo recibiste un rasguño! Ven acá, yo lo haré.

Pigwidgeon estaba tan emocionado con la idea del reparto, que daba vueltas y  vueltas alrededor de Harry, ululando sin parar. Ron lo atrapó en el aire y lo sujetó mientras Harry le ataba la carta a la patita. Trague, pensando en Lefay, en como el tal vez vendría a Hogwarts en unas semanas y en como tal vez debería decirselo a papá, pero si se enteraba seguramente vendría a Hogwarts a enfrentarlo y no podía dejar que lo descubrieran.

—No es posible que el resto de las pruebas sean tan peligrosas como ésta... ¿Cómo podrían serlo? —siguió Ron, acercando a Pigwidgeon a la ventana—. ¿Sabes qué? Creo que podrías ganar el Torneo, Harry, te lo digo enserio. 

Hermione, sin embargo, se apoyó contra el muro de la lechucería, cruzó los brazos y miró a Ron con el entrecejo fruncido.

—A Harry le queda mucho por andar antes de que termine el Torneo —declaró muy seria—. Si esto ha sido la primera prueba, no me atrevo a pensar qué puede venir después.

—Eres la esperanza personificada, Hermione —le reprochó Ron

Arrojó al mochuelo por la ventana. Pigwidgeon cayó cuatro metros en picado haciendo que inmediatamente yo fuera a la ventana para verlo antes de lograr remontar el vuelo. La carta que llevaba atada a la pata era mucho más grande y pesada de lo habitual. Contemplamos cómo desaparecía Pigwidgeon en la oscuridad, y luego dijo Ron:

—Bueno, será mejor que bajemos para tu fiesta sorpresa, Harry. A estas alturas, Fred y George ya habrán robado suficiente comida de las cocinas del castillo.

 Por supuesto que en la sala común de Gryffindor todos prorrumpieron una vez más en gritos y vítores. Había montones de pasteles y de botellas grandes de zumo de calabaza y cerveza de mantequilla en cada mesa. Lee Jordan había encendido algunas bengalas fabulosas del doctor Filibuster, así que el aire estaba cargado de chispas y estrellitas. Dean Thomas, había colgado unos estandartes nuevos impresionantes, la mayoría de los cuales representaban a Harry volando en torno a la cabeza del colacuerno con su Saeta de Fuego, aunque un par de ellos mostraban a Cedric con la cabeza en llamas. Me serví comida y me sente junto con mis amigos, tratando de ignorar la noticia de Alastair y tratando de disfrutar un genuino momento de felicidad con mis amigos. 

—¡Jo, cómo pesa! —dijo Lee Jordan tomando el huevo de oro, que Harry había dejado en una mesa—. ¡Vamos, Harry, ábrelo! ¡A ver lo que hay dentro! 

—Se supone que tiene que resolver la pista por sí mismo —objetó Hermione—. Son las reglas del Torneo...

—Sinceramente, cuando alguno de nosotros, en especial Harry ha obedecido las reglas?—dije alzando una ceja haciendo a Hermione sonreír suavemente.

—¡Sí, vamos, Harry, ábrelo! —repitieron varios. Lee le pasó el huevo a Harry, que hundió las uñas en la ranura y apalancó para abrirlo. Estaba hueco y completamente vacío. Pero, en cuanto Harry lo abrió, el más horrible de los ruidos, una especie de lamento chirriante y estrepitoso, llenó la sala, fue como escuchar a una banshee.

Laila Scamander y El Torneo De Los Tres MagosWhere stories live. Discover now