❥𝘴𝘦𝘪𝘴

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Joaquín despertaba poco a poco notando que las luces estaban bajas, cosa que agradecía. Sintió un peso a lado de su pierna y bajó lentamente la mirada observando la mata de rizos que tanto conocía.

Acercó su mano al cabello del chico que descansaba en la orilla de la camilla y lo acarició. Sintió un cosquilleo y algo de incomodidad pero quería seguir acariciando los suaves rizos del chico que comenzaba a hacerle sentir mariposas en el estómago.

Emilio le gustaba, sí. Pero jamás lo diría porque según lo que en su libreta apuntaba es que si la persona que te gusta no te corresponde entonces es mejor ahorrarse la vergüenza. Así que pensaba no decirle a Emilio lo mucho que le gustaba.

El chico de rizos se removió un poco despertando.

– J-Joaquín... – habló un poco sorprendido en cuanto vio al castaño despierto.

Joaquín le otorgó una sonrisa tierna que hizo derretir el corazón del rizado.

– me pegaste un susto tremendo – habló Emilio

– ¿qué pasó? – preguntó confundido

– luego hablaremos de eso, por ahora necesitas descansar antes de volver a casa. Iré por tu mamá. – Emilio intentó levantarse pero Joaquín lo jaló del brazo provocando que quedaran ambos demasiado cerca.

Ambos estaban nerviosos pero Joaquín sentía la necesidad de besarle. Siempre había creído que era algo asqueroso y antihigiénico pero en Emilio parecía completamente diferente.

Por el contrario, Emilio miraba a los ojos y de vez en cuando bajaba la mirada a los rosados labios del chico pingüino.

– b-bésame – pidió

– Joac... – Emilio fue cortado por los suaves labios del castaño.

Iniciaron un beso torpe pues era el primer beso del más chico, aún así Emilio intentó hacerlo lento y también presionar un poco para que a Joaquín no le incomodaran los roces pero sólo provocó que el castaño enredara sus manos en el cuello del más alto haciendo el beso más profundo.

Cuando se separaron con las respiraciones aceleradas, sonrieron.

– Joaquín...me gustas – soltó el rizado

– según mi libreta de apuntes sobre cosas que debería o no decir, si me correspondes entonces debería decirte que también me gustas – soltó

– ¿entonces te gusto? – preguntó confundido el más alto

– sí, tanto como me gustan los pingüinos, así de tanto me gustas – sonrió.

Ambos se separaron cuando la puerta se abrió y Emma se adentró a la habitación.

– ¿todo bien? – preguntó al ver el nerviosismo en ambos chicos pero se calmó al ver a Emilio asentir – ¿cómo estás, mi niño? – preguntó acercándose a Joaquín

– creo que mejor, por lo menos vivo – soltó

– ¡Joaquín! – reprochó su madre y el castaño se rió.

Más tarde Joaquín fue dado de alta del hospital y los tres regresaron a casa de los Bondoni.

– ¿Emilio, no quieres quedarte a cenar? – preguntó Emma

– no quiero ser una molestia, señora, yo pediré un taxi para ir a casa – Emilio sacó su celular

– no, nada de eso, pídele a tu madre permiso para quedarte en mi casa, mañana los llevaré a ambos a la escuela – habló nuevamente la mayor de los tres

– está bien – sonrió el rizado.

Emilio sacó su celular y marcó a sus madre quien contestó inmediatamente, le explicó el por qué de su desaparición y le pidió permiso para quedarse el cual le fue concedido con una sonrisa sin pasar de largo una advertencia sobre cuidarse y avisar en cuanto estuviera en la escuela.

– hola...¿tú eres? – Renata había bajado para encontrarse a Emilio en la cocina

– soy Emilio Osorio, mucho gusto – le tendió la mano a Renata quien la tomó sonriente

– soy Renata, el gusto es mío – se encaminó a la mesa para ayudar a su madre a servir.

Los cuatro acomodaron la mesa, Emilio y Joaquín lo hicieron entre miradas y sonrisas que la madre del menor no pasó desapercibidas. Comieron tranquilos entre risas por parte de anécdotas de Renata sobre Joaquín y las cosas que en su inocente mente se le habían ocurrido.

Más tarde ambos chicos subieron a la habitación del menor y Joaquín le prestó una pijama que le quedaba muy grande.

Ambos se acostaron en la gran cama del castaño mirando boca arriba y tapados hasta el pecho.

– Mailo... – habló

– mmh.

– bésame otra vez.

– ¿qué? – preguntó confundido pues no se esperaba aquella petición

– bésame. Como lo hiciste en el hospital. – pidió nuevamente

– ¿estás seguro? – preguntó

– bésame, chico Antártida – pidió girándose a ver a Emilio. Entonces él se acercó y chocó sus labios con los suaves labios rosas del contrario en un beso algo intenso para la vista de otros pero que Joaquín agradecía pues así no sentía incomodidad de tener algo que tocara su piel de manera suave.

Volvió a enrollar sus manos en el cuello del rizado y lo pegó más a él sintiendo las mariposas que alguna vez le habían explicado el significado y que algún día sentiría.

Cuando se separaron ambos estaban sonrojados pero a Emilio nunca se le borró la sonrisa, había besado al chico del cual estaba comenzando a enamorarse. Era un sueño.

Joaquín estaba emocionado pues había dado su primer beso y estaba experimentando su primer amor. No quería que nada de eso se acabase.

Aunque no todo es para siempre.

morros, hola, espero que les haya encantado este cap. Se que parece que va muy rápido pero ya verán lo que se viene. Ya estoy de vacaciones así que habrán caps más seguido. Síganme pa que vean cuando avise que esté escribiendo o esté por publicar jeje los amo, besos xx.

a u t i s m o; e m i l i a c oDonde viven las historias. Descúbrelo ahora