❥𝘷𝘦𝘪𝘯𝘵𝘪𝘤𝘪𝘯𝘤𝘰

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Emilio se acomodó por décima vez en el incómodo asiento de plástico de la sala de espera. Los padres de Andrés fueron avisados de este hacía apenas cinco minutos pues al no tener contacto con alguno de ellos, no fue fácil encontrarlos pero afortunadamente pudieron localizarlos.

El rizado sintió las lágrimas regresar a sus ojos pidiendo a lo que sea que le ayudara, que Andrés estuviera bien.

Diez minutos más hicieron falta para escuchar las pisadas rápidas y las respiraciones aceleradas de una pareja que lucía bastante bien arreglada. Parecían gente de dinero.

– Andrés Vázquez, soy su padre – mencionó el hombre con unas cuantas lágrimas en los ojos hacia la enfermera que atendía, esta sólo asintió buscando en la computadora la información

– su hijo aún se encuentra en cirugía pero según el reporte ha sufrido un accidente automovilístico – habló y la bella mujer que estaba junto al hombre, rompió en llanto al escuchar las palabras de la enfermera de cabello rojizo.

Me acerqué lentamente para cruzar unas cuantas palabras con ellos pero el doctor salió para llamarlos así que caminé un poco cerca para escuchar.

– bueno... Andrés sufrió un fuerte golpe en diferentes partes del cuerpo pero sin duda la cabeza fue la más afectada. Su cerebro está hinchado y es peligroso mantenerlo despierto en su estado por lo que lo hemos inducido a un coma temporal en lo que éste deshincha y pueda ser capaz de funcionar.

Andrés estaba en coma y sería por un tiempo indefinido. Maldita sea.

Si tan sólo no le hubiese pedido apoyo esto jamás hubiera pasado, siempre era su culpa. Su maldita culpa.

Hoy era viernes, uno de los días favoritos de Joaquín pues Emilio iría a su casa y se quedaría a dormir

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Hoy era viernes, uno de los días favoritos de Joaquín pues Emilio iría a su casa y se quedaría a dormir.

El castaño caminó a su taquilla con la esperanza de sacar un chocolate que Mailo le había dado en la mañana. Joaquín creía que el rizado lucía algo triste así que le llenó la cara de besitos para hacerlo sentir mejor.

Antes de llegar a la taquilla, se chocó con un cuerpo algo robusto y casi se cae sino fuera porque unos brazos rodearon su cintura para que eso no pasara.

– discúlpame – soltó la voz del desconocido

– m-m...e... – Joaquín comenzaba a desesperarse por el toque

– ¿estás bien? – preguntó el mayor con la mirada confundida y sus brazos aún alrededor de la cintura del pequeño Bondoni

– s... s-suelta... me – pidió y el desconocido lo hizo rápidamente

– discúlpame, no era mi intención.

Joaquín soltó el aire que retenía y se dedicó a realizar el ejercicio rápido de respiraciones que su novio le había enseñado para evitar que un ataque de ansiedad se presentara en ese momento.

– s-solo... padez...co de auti-tismo...

– oh... lo siento tanto, no tenía idea, me debo ir pero, nuevamente, discúlpame. Soy Rafael, por cierto – el moreno le guiñó un ojo y se retiró de ahí

– amor... – Emilio apareció y el castaño sintió un poco de tensión

– ¿pasa algo, Emi? – preguntó confundido

– ¿quién era ese chico? – intento relajarse

– oh... se llamaba Rafael, casi me tira pero me ayudó a no caer aunque su toque me dio algo de ansiedad pero no te preocupes, logré controlarla con los ejercicios que me enseñaste – el pequeño castaño sonrió inocentemente hacia su novio

– eres un precioso, pingüinito – Emilio besó rápidamente los suaves labios de Joaquín y ambos sonrieron

– te amo Emi – soltó

– yo más, chiqui – volvió a besar los labios de su novio pero un poco más fuerte esta vez, ambos suspirando en el tierno beso – vayamos a desayunar.

Emilio comenzó a caminar para llevarse de la mano a Joaquín pero éste se detuvo rápidamente.

– espera, mi chocolate – se movió hacia su taquilla y sacó el chocolate volviendo a cerrar la puerta de metal y entrelazando sus manos con las del rizado para, ahora sí, caminar a la cafetería.

– espera, mi chocolate – se movió hacia su taquilla y sacó el chocolate volviendo a cerrar la puerta de metal y entrelazando sus manos con las del rizado para, ahora sí, caminar a la cafetería

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vámonos a la verga wey [se va corriendo]. Morros les quería agradecer muchísimo por haberle dado una oportunidad a esta fic, me hace muy feliz ver que les encante, neta. Hace unos días le mandé un audio a unas amigas llorando porque ya iba a llegar el final de Autismo y bueno... ya casi.

Los amo muchísimo, besos xx.

a u t i s m o; e m i l i a c oWhere stories live. Discover now