❥𝘤𝘢𝘵𝘰𝘳𝘤𝘦

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Alerta: capítulo demasiado soft.

– buenas tardes señora Emma, vengo por Joaquín.

El rizado pasó toda la semana completamente nervioso. Los boletos estaban en su bolsillo y su corazón a punto de salírsele por lo que hoy haría.

– claro, pasa Emilio. Sabes que puedes llamarme Emma. – habló con una sonrisa y se hizo a un lado para dejar pasar al menor.

La madre de Joaquín lo habló e inmediatamente un niño de casi dieciséis años, con algunos rizos en su cabello, un pantalón de mezclilla y una camiseta azul pastel salió corriendo.

– ¿llevas tu suéter? – preguntó la madre del pequeño Bondoni

– sip – remarcó la "p".

Se acomodó la mochila que traía y salió de casa con Emilio siguiéndolo.

– cuídamelo mucho, Emilio – se despidió la señora Bondoni

– con mi vida, Emma – asintió y ambos comenzaron a caminar a la parada del bus.

Esperaron, con un rizado dudando tomarle la mano al chico a su lado. Sin embargo toda duda desapareció cuando Joaquín le miró y entrelazó sus dedos.

Entonces el corazón de Emilio latió rápidamente, su estómago cosquilleó y su cuerpo se erizó ante las explosiones de sentimientos que ese simple acto había provocado.

Ambos subieron al bus donde Emilio se recargó en el asiento y Joaquín simplemente se sentó a la mitad evitando que su espalda tocara el plástico.

Aún con las manos entrelazadas iban en silencio pero las miradas discretas entre ellos no pasaban desapercibidas para ninguno que pudiera estar presente. Había cariño ahí, incluso podría decirse que amor...como si estuvieran hechos para estar con el otro. Una dupla perfecta. La pareja perfecta.

Como si el destino fuera ese. Quizás lo era.

Una vez cerca de su destino, Emilio jaló a Joaquín para bajar del bus. Caminaron alrededor de cinco minutos hasta llegar al famoso acuario de la ciudad. El rizado simplemente se acercó con los boletos en mano y los dejaron pasar.

Caminaron por una sala llena de peceras donde podían ver a cientos de especies de colores. Joaquín estaba emocionado.

– ¡mira Emi, como Nemo!

El pequeño corrió a una pecera donde varios peces payaso estaban nadando entre las anémonas. Joaquín veía todo con un brillo en los ojos que hizo a Emilio enamorarse un poco más de él.

Entraron a otra sala donde se encontraban los fósiles de antiguas especies ya extintas pero aún así Joaquín no desaprovechó y escuchó, leyó y observó cada plática, objeto y escrito sobre los animales que antes vivían en la tierra.

Caminaron hasta llegar a un túnel algo oscuro donde todo lo que lo rodeaba era agua. Todo protegido por una vitrina.

Los peces pasaban, eran enormes, medianos, habían mantarrayas y unos cuantos tiburones.

Joaquín no podía despegar la vista de los animales, estaba pasmado. Los brazos de Emilio rodearon su cintura y éste acarició con presión la espalda.

– te ves precioso con el reflejo del agua – mencionó en voz alta.

Joaquín bajó la mirada y un sonrojo se hizo presente.

– te quiero, Emi – susurró mirándolo directamente a los ojos

– yo te quiero más – habló pegando su frente con la del contrario.

a u t i s m o; e m i l i a c oDonde viven las historias. Descúbrelo ahora