Capítulo 14: Año Nuevo

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Eran las tres de la mañana cuando Julia me llamó. Era Año Nuevo, y todos estaban celebrando con sus familias. Mi hermano y mi madre ya estaban durmiendo cuando respondí a su llamada.

-¿Hola?

-Hola. -su voz sonó rota, como si hubiera estado llorando.

-¿Qué ha pasado? -dije en un susurro, esperando no despertar a nadie.

Eran las tres de la mañana cuando mi mejor amiga me lo contó. Estuvimos toda la mañana hablando, tratando de consolarla y decirle que todo iría bien. Quería decirle tantas cosas, quería tenerla a mi lado y abrazarla, darle todo el cariño que se merece al ser tan buena persona... Pero no podía. Porque era muy tarde, no nos podíamos ver.

Fue esa misma tarde cuando quedamos en el parque. Hacía frío, pero no tanto como en anteriores años. Ella llegó un poco tarde, con un moño que recogía su melena rubia. Sus ojos verdes estaban hinchados de tanto llorar, dejando escapar lágrimas que brillaban como diamantes.

Sí, Julia era muy guapa. Siempre le había tenido envidia por ser tan perfecta; era la típica chica popular que todos querían. Quizás por eso, cuando Popee se sentó a su lado a principio de curso, no sabía cómo sentirme.

-Gracias por venir... -habló con la mirada clavada en el suelo, observando sus zapatillas viejas.

Me acerqué a ella y la rodee con mis brazos, dejando que su cabeza reposara en mi hombro. Ella siempre escuchaba mis quejas y problemas, así que tenía que hacer lo mismo por ella. Nos sentamos en un banco y nos cogimos de la mano, para saber que podíamos confiar la una en la otra.

Empezó a hablar, poniendo la mirada en diferentes lugares, pero no en mí. Me recordó a Kedamono, que no me miraba cuando me contaba su experiencia con Popee. La escuché toda la tarde, llevé pañuelos y dejé que soltara todo. Después de eso, se fue. Y me di cuenta de que era una mala amiga. No la había ayudado, solo la había escuchado y ya está; ¿que se supone que debía decir? Siempre decía que todo iría bien, pero era una mentira tan obvia que si la decía una vez más parecería que me estaba riendo de ella. Así que no dije nada, y solo la escuché.

No, no era una mala amiga. Ella quería que alguien la escuchara, y eso hice. Aún si no podía darle consejos, hice lo que pude. Al menos ya sabía porque tenía aquella venda en el brazo.

En el camino a casa, pensé que los problemas de los adolescentes son complejos. Muchos de ellos tienen problemas, y cuando hablan sobre ello, algunos no reciben ayuda. Si fueran niños recibirían ayuda de inmediato. Si fueran adultos, podrían buscar la ayuda por sí mismos. Pero los adolescentes no; vivía rodeada de gente con problemas, y nadie recibía ayuda. Ni de sus padres, que lo sabían, ni de los profesores, que se supone que deben guiarlos. Aunque es un pensamiento muy egoísta de mi parte, pues podría pedir ayuda y la recibiría, pero Julia no. ¿Y Scott? No podía ayudarle. Me había echado de su vida. A decir verdad, no sabía que era gay, o bisexual. Quién sabe.

Entonces me puse a pensar en la sexualidad. Jamás había pensado en sexo, pues era algo que no tenía nada que ver con mi vida. Pero ahora tenía novio y tenía que estar informada. Así que cuando llegué a mi casa, busqué en Internet lo que debía saber. No entendí nada. Jamás me había atraído alguien de forma sexual, solo de manera romántica, ¿e Internet esperaba que supiera hacer esas poses tan extrañas? Tampoco me había tocado, porque no me interesaban esas cosas. Mi apetito sexual era nulo, casi inexistente, excepto una vez que besé a Popee y sentí algo allí abajo. No entendía bien que estaba pasando así que busqué en Google:

"No tengo apetito sexual, ¿por qué?"

Y salieron muchas respuestas. Hubo una respuesta que me dejó pensando: "si sufres de algún trastorno mental, como depresión, ansiedad o un trastorno alimenticio, es normal que tengas poco o ningún apetito sexual". Jamás había pensado que mis problemas estuvieran relacionados con un trastorno psicológico, ya que sonaba muy fuerte y no solía hacerle caso a Internet. Pero esa vez sí. Y busqué sobre la enfermedad y me informé.

No diré que me cure en ese momento y que vi la luz, más bien me di cuenta de lo que estaba pasando y que no era la única que lo sufría. Había visto vídeos relacionados con trastornos alimenticios pero no pensaba que yo podía tener uno. No pensé: "ahora me voy a curar y buscaré ayuda". No, eso lleva tiempo. El tiempo cura las heridas, y en ese instante me di cuenta que tenía muchas heridas que se tenían que curar. Estuve horas y horas buscando videos que hablaban de experiencias de personas, y no dejé de llorar en lo que quedaba de día. Al final, todas se recuperaban o estaban recuperándose. Quería ser como ellas, ser capaz de volver a disfrutar de la comida como antes, como cuando era una niña. Pero cuando era una niña era gorda, y todos se reían de mí por ser gorda. Después de un tiempo las burlas pararon, pero los ojos de la gente no engañaban: siempre sería la niña gorda del salón. Esa era mi etiqueta, y nadie veía mis otros atributos. Cuando conocí a Matthew me enamoré de él. Era el primer chico que quería ser mi amigo de verdad, no solo por ser majo. Pero no podía evitar compararme con las otras chicas de clase, o mi madre; todas eran delgadas y guapas. Nadie se había reído de ellas por su peso. Es por eso que decidí bajar de peso, porque quería ser como las demás niñas. Quería que me vieran como algo más que la niña gorda, y lo logré. Fueron años de sacrificio pero lo logré.

Lo logré...

Estaba mirándome al espejo, con lágrimas cayendo al suelo, abrazándome a mí misma al poder verme tal como era. Lo había logrado hacía tiempo, pero seguía queriendo más y más. Odiaba mi cuerpo antes, y lo seguía odiando ahora. ¿Qué podía hacer?

"Comer". Esa palabra salió de mi boca sola, como si mi cuerpo pidiera ayuda. Caí al suelo, abrazándome a mí misma y notando mis huesos.

Esa noche me costó dormir. Tenía tantos pensamientos en mi mente que no sabía que hacer. Quería curarme, principalmente porque sentía que mi cuerpo, al ser tan delgado, no era agradable para Popee. Y me aferré a esa idea, que iba a comer más, solo para gustarle a él, como una manera de engañar a mi mente. Iba a costar, sí, pero tenía que hacerlo, porque al final del día, lo único que queda eres tú y tu cuerpo. Es el único que escucha tus pensamientos, que te quiere tal y cómo eres y que hará todo lo posible para seguir adelante; juntos.

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Hello!

He escrito esto a las 4 de la mañana en plena crisis porque mañana vuelvo a clase xd

Me gustaría aclarar que si sufres algún trastorno mental, al menos en mi experiencia, no recomiendo buscar muchas cosas sobre ello en Internet. En plan, experiencias y esas cosas, porque a veces te incitan a seguir (como ver a alguien cortándose, puede incitar a ello, o gente haciendo X dieta). Así que si quieres curarte, busca específicamente curarte, busca ayuda, cuéntaselo a alguien de confianza y si nada de eso sirve, inténtalo por tu cuenta. Es difícil, lo sé, porque eso es lo que hago yo.

Recuerda SIEMPRE que te mires al espejo, decir cosas positivas. Ayuda mucho.

Cuando estaba mal, mi padre me dijo que me trate a mi misma como cuando era peque; que me visualice como cuando era pequeña y me trate como me trato ahora. Si no soy dura con mi yo de pequeña, ¿por qué debo ser dura con mi yo de ahora? También me dijo que en cada momento malo que recuerde, la saqué de ahí y la llevé al parque a jugar. Trátate con respeto, que te lo mereces :)

¡Nos leemos luego!

The cute boy |Popee the performer x Reader|Where stories live. Discover now