UN AMARGO DESPERTAR

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Perséfone

Quería apartar la mirada pero era imposible, siempre me había imaginado los ojos de Hades como un pozo vacío sin nada en su interior pero me equivocaba. Al fijarme un poco pude ver un leve brillo en ellos, algo casi imposible de notar por la poca luz de la habitación.

Aún con las manos aferrandas a las sábanas seguía sin saber que había pasado ni lo que Hades quería de mi y me daba miedo preguntar.
Madre me repetía constantemente que nunca debía hablar con otros dioses si ella no estaba presente y mucho menos con Hades.
A pesar de que él mismo decidió vivir en el inframundo era tratado como un repudiado por todos. Su presencia en el Olimpo incomodaba al mismísimo Zeus, la única diosa que se acercaba a Hades era Afrodita quien sentía cierta devoción por él.

Más allá de las advertencias de madre no sabía nada más sobre el dios que me observaba al otro lado de la cama.
Estaba aterrada e intrigada a la vez, miles de preguntas invadían mi cabeza y la mayoría eran sobre como escapar ilesa de la siniestra sala. La puerta no estaba lejos pero el cuerpo de Hades era atlético y esbelto por lo que podía alcanzarme con facilidad y estaba claro que no me convenía enfadar al dios del inframundo intentando huir pero no tenía otra opción.

Pensé rápido y me levanté de la cama, aún me costaba moverme y cada paso que daba dolía cada vez más. Hades me miraba en silencio y no hizo nada por detenerme. Agarré el pomo de la puerta hecho de plata y lo giré para salir de la habitación.
Por un momento respirè aliviada y pensé en las ganas que tenía de reunirme de nuevo con madre. Tras contarle lo sucedido ella misma se encargaría de que Hades recibiera el mayor castigo puesto por un dios, sin embargo la sensación de felicidad desapareció cuando descubrí lo que se encontraba tras la puerta, la luz natural reinaba cada rincon, cientos de árboles y plantas formaban parte del ecosistema de lo que parecía ser el mismísimo paraíso, el sonido del agua proveniente de los rios inundaba mis tímpanos y toda la maravillosa escena estaba acompañada de pequeñas ninfas que tocaban una música digna de Apolo. Era una versión mejorada de casa, la perfección me impresionó y me dejé llevar por el encanto del lugar, olvidé por completo a quien había dejado atrás en la oscura y siniestra sala y concentrè todos mis sentidos en disfrutar de los aromas, las melodías y las vistas de los acantilados.
Una sensación de calidez y armonía recorrió mi cuerpo y en ese momento me sentí realmente a salvo. Podía escuchar a los árboles alegrarse por mi llegada e incluso los peces del río nadaron más rapido para darme la bienvenida. Sin duda aquello no parecía el inframundo del que los dioses me habían hablado. No existía destrucción ni dolor todo era natural.

Durante un instantes pensé que había llegado a casa pero una diminuta flor roja situada a orillas de un pequeño lago me hizo volver a la realidad aunque no fue sólo eso, la mano que sentí en mi hombro me hizo temblar, volvì a correr pero esta vez sin ningún plan, no tenía motivos puesto que a pesar de las aterradoras historias que los demás dioses contaban sobre Hades a penas me había tocado, es más estaba convencida de que él había sido quien me rescató horas o puede que inclusio días antes después de haber caído. No estaba segura de nada. Tanto mi mente como la hierva que pisaba me recomendaban parar y como la diosa obediente que madre me había enseñado a ser obedecí, paré mis pies y reuní suficiente valor para mirar hacia atras.

Él estaba parado a pocos centímetros de mi cuerpo y entonces lo comprendí, podría haberme alcanzado si hubiese querido pero no lo hizo y no me imaginaba la razón por la que me había dejado avanzar.

Con un paso se quedó a milímetros de tocarme, no me apartè tan solo le miré a los ojos y pude apreciarlos totalmente gracias a la luz. Eran negros, es todo lo que puedo decir, no era necesario indagar para ser consiente de su belleza, eran fríos, penetrantes e incluso distantes pero al igual que cuando estaba en la habían me atraparon con la única diferencia de que está vez no quería desviar la mirada.
Él tampoco parecía dispuesto a terminar le guerra de miradas que acababa de comenzar. No tenía ni idea de la razón por la cual me salvó pero algo estaba claro por la forma en la que me miraba, quería algo de mi.
En el bosque cuando un animal necesitaba algo su expresiòn cambiaba, lo había visto cientos de veces y con Hades no era distinto. Puede que seamos dioses pero al igual que los humanos los animales también tienen cierto parecido con nosotros: comen, duermen, sienten e intentan sobrevir.
La pregunta era ¿ qué podía querer Hades de una simple diosa ? Tal vez cabrear a madre, Demeter poseía mucho poder al igual que Zeus por lo que yo como su descendiente debía tener habilidades fuertes pero casi no era necesario usarlas en el bosque.

Todo aquello lo pensé en una fracción de segundo y me sorprendiò haber sido capaz de desviar mi atención de los ojos del dios que estaba recorriendo mi cuerpo con su mirada implacable.
Seguía teniendo miedo por mì. Estaba quieta y algo me decía que no quería hacerme daño pero algo no encajaba, desde que la tierra se abrió y me tragó todo estaba difuso y aún tenía que asimilar muchas cosas pero necesitaba respuestas. Me encontraba
paralizada y sin a penas poder hablar. Me intimidaba todo de él mas debo admitir que su cuerpo perfecto y definido habrían tentado a cualquier ninfa pero tenía otras prioridades en ese momento.

Iba a hablar y a pedir explicaciones cuando un dolor punzante me recorrió de arriba abajo. Perdí la noción del tiempo, había estado de pie demasiado y eso me pasó factura, no quería mostrarme débil ante esa situación pero me sobrepasaba el dolor, se había estado acumulando mientras corría sin destino fijo y tras un tiempo parada todo apareció de golpe. Me derrumbè frente a él y temía más eso que el impacto contra el suelo. Durante los pocos segundos que tardé en caer me agarró tal y como lo había hecho para llevarme a la habitación y fue así como lo tuve claro.

- No deberías haberte movido - esas fueron las primeras palabras que escuché de él.

No sonaron como una amenaza, era un tono neutro difícil de descifrar.
En menos de un minuto volví a estar frente a la puerta que con tantas ansias esperaba no volver a ver.
Me tumbó suavemente sobre la cama mientras yo deslizaba con delicadeza los brazos para dejar de estar sujeta a su cuello, antes de posarme en la cama por completo Hades me miró durante un breve instante. Ya estaba empezando a anochecer y de nuevo la luz desaparecía con timidez.

Gracias a las antorchas pude ver como el dios se marchaba, no quería estar ahí, no quería ser presa del silencio, no quería estar sola, casi no tenía fuerzas para hablar pero me dominó el miedo.

- Quédate.

Eso fue todo lo que alcancé a decir y e de recalcar que realmente esperaba que se diera la vuelta y no se fuera en toda la noche. No por él, me habría servido cualquier persona, animal o planta. Necesitaba a alguien que se quedara a mi lado y Hades me había tratado bien, además si realmente quería algo de mi no iba a dejarme desprotegida pero en lugar de atender mi súplica tan solo se limitó a decir una frase sin tan siquiera darse la vuelta :

- Esta noche no.

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💋.

Hades Y Perséfone Donde viven las historias. Descúbrelo ahora