CAÍDA EN EL INFIERNO

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Hades

Llevaba imaginado como sería tenerla entre mis brazos desde el día en el que la vi por primera vez.
Desde entonces sus ojos verdes ocupaban todos mis pensamientos. Necesitarla tanto me hacía preguntarme si realmente había sido buena idea traerla hasta mí. La deseaba, realmente lo hacía y hasta ahí todo bien pero también la amaba y eso no podía estar pasándome.
Durante el inicio de los tiempos huí del amor porque no hay sitio para eso en el inframundo pero ella consiguió llevarme al extremo de la locura sin quitarse la ropa y eso era algo que jamás había pasado. Luché contra mis deseos durante meses pero al final tuve que verla de nuevo.

En ningún momento me planteé que fuera una humana, su belleza no se podía comparar con la de las mortales y las ninfas no veían la vida con una mirada tan dulce. Sin duda se trababa de una diosa y eso no me habría causado problemas de no ser porque no la reconocí. Sólo había una diosa que no había puesto un pie en el Olimpo.
Oí hablar de Persèfone varias veces y cada vez que decían su nombre también sonaba el de Demeter.
Ella nunca la dejaría acercarse a mí y Persèfone no se abría acercado por eso opté por la solución más compleja y conflictiva. Cuando tocó el jazmín rojo abrí la tierra y en cuestión de segundos la tenía delante. Por mi culpa estaba herida y me mataba la idea de haberle provocado dolor por eso quise devolverla a la superficie pero al tenerla en brazos y sentir su calor comprendí que la necesitarás en mi vida. Cuando me suplicó que me quedara con ella aquella noche quería hacerlo pero sabía lo que pasaría si lo hacía y ella no estaba lista para que la tocara como yo deseaba hacerlo. Le encargué a una ninfa que la cuidara pero aún así Persèfone intentó escapar.

La única forma de asegurarme de tenerla cerca era dejándola dormir en mis aposentos. Al principio me costó no acercarme a ella. Quería estar a su lado pero seguía sin estar lista. Al verla comenzando a esa alma sentí que por fin estaba abierta a explotar más partes de mi mundo pero la Persèfone que vi en el bosque nunca hubiera hecho eso. Mi presencia estaba empezando a corromperla y hasta entonces me daba igual pero luego me desafió, la tuve tan cerca en aquella pared que estuve a punto de mandar a la mierda mi autocontrol. Ella tenía algo, era dulce e inocente pero hacia mucho más. Se pasó toda si vida protegida y tenía mucho potencial que dejar salir. Fui testigo de si poder y era impresionante. A pesar de tener miedo reunió valor y consiguió algo que creía imposible.
Me hizo temblar. Me daba miedo quererla. Después de toda una eternidad sólo Persèfone consiguió que realmente deseara su compañía y no solo por las noches. Quería saber más sobre ella, habían cosas increíblemente interesantes en esa diosa y no me importaba pasar mil años descubriéndolas todas.  Su cuerpo era perfecto, si rostro frágil pero tenía una personalidad capaz de provocar ternura y miedo. Alguien que puede hacerte experimentar las dos caras de la vida con solo tocarte merece ser venerada. 

Intenté contenerme hasta que vi que a ella también le costaba mantenerse alejada. Cuando la tuve desnuda frente a mí no deseaba ser salvaje si no tratarla bien. Quería hacer que su cuerpo se entregara a mí por voluntad propia. Cada vez que gemía o arqueaba la espalda en señal de placer me hacía quererla aún más. Antes de tocaría necesitaba saber que yo era el único, estaba seguro de que nadie sentiría por ella lo mismo que yo. La amaba. Incluso aún me resulta extraño decirlo pero la amo. Por esa razón y como quiero lo mejor para ella debo hacer algo que dolió más que cualquier cosa en el mundo.

La tenía entre mis brazos, su aroma era mi olor favorito y poder tocarla fue un sueño echo realidad pero los sueños se acaban incluso para los dioses.
La quiero y por eso debe ser libre antes de que la corrompa más. Ella merece ser libre y se que nunca sentirá lo mismo que yo, por eso voy a hacer lo que debo. Cuando Persèfone despierte las puestas del inframundo estarán totalmente abiertas. Podrá irse y volver a su mundo donde sabía que no era totalmente feliz pero así menos allí tenía a sus criaturas.

Me despedí en silencio de ella mientras la observaba. Verla tan tranquila y vulnerable me tranquilizaba. Tenerla cerca y ser consciente que estaba dispuesto a pasar cien años en el Tártaro con tal de saber que al salir ella me estaría esperando me hicieron replantearme la idea de soltarla pero no tenía que hacerlo.
En el inframundo podía ser ella misma, pero la maldad era algo que Persèfone nunca aceptaría como parte de su naturaleza por resto era el momento de hacerme a la idea. Esperaba no volver a verla porque eso solo me provocaría más dolor pero estaba claro que tarde o temprano subiría para asegurarme de no haber olvidado su aspecto, su voz o la forma en la que hace sentir con solo estar cerca.

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¿ Debería decirle a Hades que Persèfone siente algo parecido por él o sigo jugando un poco con su corazón ?

Obvio lo segundo porque si no no tendría gracia, además se que el drama os encanta y al estar basada en el mito la historia no puede terminar así.

Ya son más de Mil Lecturas. Sólo puedo daros las gracias pequeños mortales porque sin lectores una obra no es nada. Así que espero que disfrutéis de esta obra.

Besos divinos de parte de Candy 💋💋

Hades Y Perséfone Where stories live. Discover now