CASTIGO DIVINO

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Demeter 


Después de haber estado varios días devastada y sintiéndome incapaz de moverme por la tristeza por fin alguien se había conseguido devolverme una pequeña parte de la esperanza que ya creía irrecuperable. 

- He oído los rumores - me dijo Hecate desde la distancia. 

- Nadie sabe nada, alguien ha secuestrado a mi pequeña y nadie sabe nada - sentí que las lágrimas iban a volver a salir de nuevo.

Tras su desaparición estaba demasiado preocupada como para hacer crecer las plantas y por ello muchos humanos habían empezado a morir de hambre pero eso me daba igual, lo único que ocupaba mi mente era el tierno y delicado rostro de mi hija. 

- Helios ha tenido que ver algo - mi ojos se iluminaron. Hecate tenía razón, Helios no despegaba su vista del resto del mundo. Me parecía increíble no haberme dado cuenta antes, él sabía algo, sin duda alguna el había tenido que ver a quien se llevó a Perséfone y cunado conociera su nombre yo misma me encargaría de arrancarle la piel a tiras. Nadie le pone una mano en cima a mi hija y sale ileso, quien hubiera sido lo iba a pasar mal. Si la había tocado o profanado le mataría, no soportaría ver a Perséfone llorando por culpa de otra persona. Ella es felicidad y dulzura y jamás permitiría que cualquier ser cambiara eso. 

Me levanté sin ni siquiera molestarme en mirar la tierra que ya se había vuelto infértil. Hecate me acompañó todo el camino puesto que solo ella conocía el lugar donde Helios recibía a los dioses. Llegamos al borde de un acantilado bañado por cantidades exageradas de luz solar por lo que ese debía ser el hogar de Helios. Mi corazón comenzó a latir increíblemente rápido cuando el dios apareció, no era su presencia lo que entusiasmaba, la posibilidad de volver a ver a mi hija pronto provocaba en mí una felicidad indescriptible. 

- Se la razón de tu visita - Helios no quería presentaciones innecesarias y eso suponía que no perderíamos demasiado tiempo. 

- ¿ Sabes quien raptó a mi hija ? - Helios sonrió por mi pregunta. 

- Llevo en este mundo más tiempo que tú Demeter y me ofende que pongas en duda mis conocimientos. Yo lo veo todo, lo escucho todo y lo sé todo.

- Entonces dime lo que quiero saber y te recompensaré. 

- Tu gratitud es suficiente recompensa, además se que nunca aceptarás mi petición. - Hacía varios años que circulaba el rumor de que Helios estaba interesado en Perséfone pero estaba más que claro que no permitiría que ella acabara al lado de un dios tan arrogante. - El culpable de este crimen es un ser inmortal. 

Eso no importaba, le metería en el tártaro junto con todas las bestias y atrocidades de la naturaleza. 

- ¿ De quién se tarta ? - La furia se mezclaba con mi voz, el dolor y la rabia no pasaban desapercibidos en mi tono. 

- Es un dios que gobierna uno de los tres territorios repartidos tras la guerra contra los titanes.

Zeus, Hades o Poseidón. Cualquiera de esos idiotas habría sido capaz de raptar a cualquier mujer que les pareciera atractiva. Me pasé años tratando de alejar a Perséfone de ellos y de cualquiera que no se la mereciera. Ella es lo más preciado que tengo y no se lo iba a dar a nadie. 

- Déjate de rodeos, quiero su nombre ¡¡ ya !! 

- Ese dios vive en el único lugar que mi luz no alcanza, por lo tanto soy incapaz de saber que ha sido de Perséfone. 

Hades. 

Solo podía ser él. Ese condenado había cometido el grave error de secuestrar a mi hija. El peor dios del Olimpo quien despreciaba a todos salvo a él mismo, el dios que torturaba almas por diversión, aquel que seducía incluso a la diosa del amor. 

Mis ojos se volvieron negros por la furia, apreté mis puños a ambos costados de mi cuerpo y lágrimas repletas de impotencia comenzaron a invadir mi rostro. La tierra a mi alrededor se levantó mientras que Helios tan solo se limitó a apartarse. Todos sabían que cuando me enfadaba la única opción sensata era apartarse y dejarme seguir mi camino. Destruí el acantilado por completo, Hecate se quedó callada y yo me dediqué a destrozar todo lo que se encontraba cerca. 

- ¡¡¡¡ Hades !!!! 

Mi grito tuvo que llegar hasta la sala del trono de Zeus pero este volvió a ignorarme. Tal vez él no tenía nada que ver pero sabía lo que le había pasado a Perséfone y por muy mal padre que fuera al menos debía preocuparse por ella aunque solo fuera un poco. 

Todo quedó reducido a escombros y cuando la furia cesó la desesperación volvió de nuevo. No iba a dejar que ese estúpido dios pasara más tiempo con mi niña. El inframundo no era lugar para mi princesa y la sacaría de ahí pronto. No podía ir hasta la entrada del submundo, si llegaba a entrar no habría nada que hacer. Tras el reparto de los territorios Zeus le otorgó poder absoluto a Hades sobre su parte de los dominios y esa ley era irrevocable. La única persona a la que Hades estría dispuesto a escuchar era Zeus y si era necesario torturarle para que accediera a habar con Hades le despedazaría sin pensármelo. Si Hera quería descargar su ira contra mí por haber dado a luz a una hija fruto de una de las aventuras de su marido también me encargaría de ella sin importarme absolutamente nada. 

Ahora que ya sabía todo lo necesario podía poner rumbo al Olimpo para volver a ver a mi pequeña cuanto antes, a pesar de la tristeza mis ganas de venganza no se apagaba. Hades pagaría por cada segundo que la mantuvo alejada de mí. Los sentimientos de rencor nublaban mi juicio y eso me daba poder. Las posibilidades de empezar una nueva guerra eran altas pero eso no importaba si mi hija estaba en juego. 

Lo único que podía asegurar con total confianza es que Hades no volvería a ver a Perséfone por el resto de su existencia. 



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Entiendo a Demeter pero a veces se pasa un poco de intensa. 

Por otro lado tenemos que preguntarnos que habrá pasado bajo tierra después del beso entre Hades y Perséfone porque por muy bonito que parezca se que no va a ser tan fácil. 

Nueva actualización muy pronto. 

Besos divinos de parte de Candy. 




Hades Y Perséfone Donde viven las historias. Descúbrelo ahora