Capítulo 4: La Pokédex.

870 105 50
                                    

Un nuevo día comenzaba en la bellísima región de Unova, y los recurrentes rayos de sol empezaban a colarse por el cristal de la ventana de un chico de cabello blanco cual nieve quien apenas el día anterior había obtenido a su primer Pokémon.

Paso poco tiempo para que comenzará a removerse con incomodidad entre las sabanas, negándose rotundamente a abandonar la comodidad de su cama hasta unas horas después como ya le era costumbre.

Pero no contaba con que esos planes se vieran truncados por su nuevo amigo y compañero de habitación, quien había despertado bastante temprano y que de alguna manera se las había arreglado para salir de su Pokéball, dándose cuenta de lo flojo que es su entrenador se propuso a tomar cartas en el asunto.

—¡AHHHHHH!.

Lo mordió.

Y si antes aún había más gente durmiendo aparte de él en su vecindario pues ahora sí que no habría absolutamente que quiera seguir haciéndolo.

—¡¿Podrías dejar de hacer eso?!. —Tocó un poco su adolorido trasero, porque bueno, ya se imaginarán por qué.

Mas Gible solo gruñó y dio un pequeño salto para bajar de la cama de su entrenador y apuntar hacia la puerta de la habitación con insistencia.

—¿Tienes hambre?. —Vió como el Pokémon embistió la puerta repetidas veces—. Tomaré eso como un "sí".

Tuvo que levantarse a regañadientes, porque por más ganas que tuviese de quedarse en cama si su Pokémon le exigía comida el no podía hacer otra cosa que alimentarlo.

Después del suceso de dos días antes, el Gible de Ryū ya no había vuelto a "Hablar" luego de eso, y pues su entrenador no puso mayor atención al asunto por pensar que quizá se habría tratado de una alucinación de su parte impulsada por el miedo de estar en caída libre a gran velocidad y por supuesto haber muerto allí.

—Buenos días. —Dijo entre bostezos.

—¿Despierto a esta hora?, ¿Estas enfermo o algo?.

—No fue porque yo lo quisiera...

La mayor no entendió a que se refería, pero al ver como Gible se asomaba desde su posición en la espalda de su hijo entendió todo.

—Deben tener hambre, que bueno que compre comida para Pokémon. —Rápidamente se fue a la cocina, no era costumbre preparar el desayuno a esas horas así que ni siquiera había empezado—. ¡Ya vuelvo!

Ryū solo vio irse a su madre y fue a sentarse en el comedor junto a Gible a quien puso sobre la mesa solo para observarlo más de cerca. Sonrió un poco cuando el pequeño tipo dragón se acercó a él y pidió espacio en su regazo.

Era como un niño pequeño.

«En teoría es uno.»Llegó a pensar mientras llevaba su mano hacia la aleta de su Pokémon, olvidando el detalle sobre su piel y volviendo a lastimarse al intentar acariciarlo.

—Demonios... —Maldijo por lo bajo mientras veía el raspón en su mano, que luego Gible lamió instintivamente.

—¡El desayuno está listo!

Se giró para ver cómo su madre llegaba con lo que era un sándwich de pollo y un tazón de comida para Pokémon que entrego a sus respectivos dueños.

—Gracias por la comid-... —Tomó el pan entre sus manos, pero había un problema con eso.

Solo era el pan.

—¿Ah?

Confundido miro a su madre que tampoco sabía que había pasado si apenas hace unos segundos se lo entrego, más el ruido de algo masticando con ganas le hizo voltear hacia su Gible quien muy a gusto se estaba ya tragando el pollo que le había robado a su entrenador.

Sin Límites | Pokémon |On viuen les histories. Descobreix ara