Capítulo 5.

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Estaba sentada en la silla de su estudio, leyendo el mejor caso que le había asignado el señor Germán. Le parecía irónico atender casos que tuvieran que ver con la muerte, tener que ver con cadáveres, investigar pistas, hablar con testigos; para ella todo eso era bastante fatigante, no le parecía feliz, sólo la hacía sentir un poco más miserable. Si Poché pudiera cambiar de trabajo, o de vida, lo haría sin dudarlo un segundo. 

Por otro lado Daniela estaba desempacando su ropa de su maleta, tal vez si empacó más de lo que debía, pero la verdad es que no tenía claro cuanto tiempo se quedaría en casa de María José, esa mujer que parecía no importarle ni siquiera su propia vida. Daniela no entendía cómo era posible aquello. Estar en su habitación notándola tan vacía de buenas energías, pero a la vez tan llena de objetos superficiales, sólo la hacían pensar en que tal vez así era la dueña de la habitación. 

Suspiró volviendo su vista a su maleta y sacando algunas blusas para guardarlas en el armario de María José, no se sorprendió cuando al abrirlo vio ropa en la base de éste, sólo un par de pantalones estaban colgados y lo demás simplemente en la base sin doblar. 

—¿Qué pasa, María José?—susurró para sí misma, comenzando a preocuparse por aquella solitaria chica. 

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Al despertar Poché sintió dolor en su espalda, supuso correctamente que fue por dormir en la silla de su estudio. Estiró sus brazos antes de levantarse y caminar directo a la ducha que tenía en el primer piso de su casa, pero al salir escuchó pequeños ruidos en la cocina. Deseando que fueran ladrones y que así acabaran con su sufrimiento, fue directo allá con una sonrisa que se desvaneció al ver a la hija del señor Germán cocinando. 

—Oh, buenos días, María José.—le sonrió Daniela al notar su presencia. 

—Buenos días.—respondió acercándose a ella. Vio que tenía una bata puesta, típica de chica rica.—¿Estás cocinando?—Daniela asintió. 

—No sabía realmente que te gusta, así que supuse que te gustaría las tostadas. ¿Qué tal?—sonrió de manera sincera, mostrando como asaba el pan en una sartén.—A todos les gustan las tostadas.—dijo divertida. 

—¿Estás...estás cocinando para mí?—preguntó sorprendida, a lo que la chica se encogió de hombros.—Pero no es necesario. 

—Mira—sonrió, señalando la máquina de café que estaba a un lado.—, yo lo preparé.—Poché no pudo evitar sonreír al tierno gesto de aquella chica. 

—Gracias, Daniela—sonrió.—, pero no tenías que hacerlo. 

—También hice esto—dijo, tomando un recipiente.—, no soy muy buena cocinando, pero con el tiempo tuve que aprender. 

Poché tomó el recipiente y lo abrió con cuidado, era pollo frito, el cual estaba delicadamente colocado. 

—¿Es mi almuerzo?—preguntó con una pequeña risa. Daniela asintió.—Muchas gracias, Daniela.—dijo, mientras sentía cómo se sonrojaba. 

—Es lo mínimo que puedo hacer si me dejas quedarme en tu casa gratis.—bromeó, mientras sacaba las tostadas y las colocaba en un plato.—Ya sabes, somos amigas.—le sonrió y Poché asintió. 

—¿Y tu comida?—preguntó. 

—Ya comí.—respondió, encogiéndose de hombros, sin darle mucha importancia.—Come, tenemos que ir a trabajar.—le sonrió, extendiéndole el plato con las dos tostadas.—Están calientes, así que ten cuidado. 

paper hearts. » caché. [adaptación] (TERMINADA).Where stories live. Discover now