paper hearts. » caché. [adaptación] (TERMINADA).

Capítulo 30.

Juan Pablo había llegado de sorpresa a la casa de Poché, le había comprado una caja de donas y un vaso de café, quería agradecerle cada día por el resto de su vida, y esa era su dulce manera de hacerlo. 

—¡Poché!—gritó su nombre frente a la puerta, al tener las manos ocupadas no podía tocar el timbre.—¿Poché, estás ahí?—volvió a gritar.—¿No estará en casa?—susurró para sí mismo acercando su mirada a la manija.—Oh, dejó la puerta abierta.—rió.—¡Poché, voy a entrar!

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Poché abrió sus ojos de golpe y se sentó rápidamente en la cama al escuchar el grito del chico. Miró hacia abajo y en ese momento recordó todo lo que había sucedido la noche anterior. 

—Calle.—le susurró rápidamente mientras la movía un poco.—Calle, despierta.—insistió. 

—¿Uh?—preguntó somnolienta. Poché sentía que no podía estar más sonrojada, no tenía su ropa puesta y Calle tampoco, simplemente cubiertas por la manta, lo que significaba que sí Juan Pablo entraba a la habitación sería una escena difícil de olvidar. 

—Juan Pablo está en la casa.—susurró un poco alto. Calle abrió sus ojos lentamente. 

—¿Cómo que está en la casa?—preguntó sin entender.—¿No cerraste la puerta?—Poché mordió su labio nerviosa. 

—De hecho, no acostumbro a cerrar la puerta por las noches. Siempre guardaba la esperanza de que alguien entrara y todo saliera mal—respondió sinceramente. Calle ya no sentía sueño.—, pero eso era antes de conocerte, obviamente.—rió para no preocuparla. 

—Pero cuando vas a trabajar cierras con llave.—dijo confundida. Poché asintió. 

—La idea era morir, no que me robaran.—respondió en un tono obvio.—Tengo pocas cosas, pero todas muy costosas, Calle.—la mayor la miraba sin comprender, anotando mentalmente que debían hablar sobre eso. 

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—¿Una blusa?—preguntó al verla en el suelo.—Oh, no...—susurró asustado dejando rápidamente la caja de donas y el vaso de café sobre la pequeña mesa a un lado de la puerta.—¡¿Poché, estás bien?!—preguntó nervioso caminando hacia las escaleras, pensó que habían entrado a dañarla. 

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—¡Rápido!—le decía Poché ansiosa, mientras abotonaba su pijama.—¡Eres demasiado lenta!—Calle rió irónica y prefirió guardarse sus comentarios. 

—Ya está.—respondió complemente cambiada.—¿Quién es la lenta ahora?—preguntó sarcástica. 

—En todas mis historias sigues siento tú.—sonrió sarcástica mientras terminaba por ponerse su pantalón corto. Calle no pudo evitar reír, su novia era una magnifica escritora. 

—¡Suéltenla!—fue lo que dijo Juan Pablo al abrir la puerta de golpe, terminándola por desprender, solo para encontrarse con la pareja desordenadamente cambiada, cada una de pie a un lado de la cama. 

—¡Mi puerta!—jadeó Poché dolida acercándose a ella. Calle hizo un gesto. 

—¿No estás en problemas?—preguntó el chico confundido, mientras veía a su amiga arrodillarse frente a la puerta que estaba a punto de caer al suelo. 

—Sus bisagras...—susurró detallando el deño.—, ¿cómo pudiste?—preguntó dirigiendo su mirada a él. 

—Pensé que estabas en problemas—respondió sinceramente.—, la puerta de la entrada estaba abierta y tu blusa en el suelo, con todo lo que ha estado sucediendo pensé lo peor.—las mejillas de Poché no podían retomar su color, del mismo modo su ceño fruncido no podía suavizarse.—Pero no te preocupes, puedo repararla.—sonrió.