Capítulo 11

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9 de noviembre, 6 de la mañana

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9 de noviembre, 6 de la mañana. Habían pasado seis días desde la junto donde México aceptaba tomarse un descanso y faltar dos juntas. La reuniones ocurren intercaladamente, es decir, un día sí y otro no.

Se había tomado las cosas con calma, estaba a punto de tomar un baño, de meter lentamente su brazo hacia el chorro de agua;-- Puta madre, está helada... --murmuró alejándose del agua.

Por fuera, Veracruz preparaba algo sencillo para que su padre comiera antes de ir a la junta de ONU, huevos rancheros, mientras en la sala algunos estados se ponían de acuerdo sobre que decir si les preguntaban que había pasado.

Los murmuros callaron cuando México llegó a la sala, llevaba una camisa de manga larga roja -de cuadros-, un pantalón de mezclilla oscuro y unas botas cafés con detalles rojos y negros.

-- Ya está tu comida, 'apa --Veracruz dejó el plato sobre la mesa, luego, el país se sentó frente a él para poder comer.

Aunque apenas tomó una tortilla y partió un pedazo, miró a sus estados;-- ¿Dónde está CDMX? --preguntó al sentir el ambiente tenso.

-- Salió a caminar --habló con indiferencia Sonora sin dejar de ver el teléfono, revisando redes sociales.

Arqueó la ceja;-- ¿A las seis de la mañana?

-- Es alguien incomprensible y extraño, no le busques lógica.

El sonorénse miró a Estado de México al notar que este no dejaba de verlo.
Norte se percató de esas miradas, pero en ese momento no tenía ganas de cuestionarlos, tal vez cuando vuelva de la junta hable con ellos dos.

Terminó su plato escuchando las distintas conversaciones entre sus hijos, caminó hacia el baño para lavarse los dientes y, después de tomar su maletín, salió para subirse a su carro.
Revisó su espejo retrovisor, acomodó el mismo y prendió el carro, comenzando a manejar.
La carretera estaba desolada, el silencio abundaban el camino, salvo el sonido de la radio a un volumen bajo era lo que lo alejaban de aquel sonido que lo había acompañado toda su vida y al cual temía.

Seis y media, llegó al edificio en el cual había algunos carros ya estacionados, hizo lo mismo y bajó del carro, dejando su maletín, pues en realidad nunca utilizaba los documentos dentro de el.
Decidió, como la junta pasada, subir escaleras en lugar de usar elevador. Sus pies con botas no tan llamativas subían a un ritmo normal.

Llegó al último piso donde se realizaban las juntas y suspiró, ocultando su nerviosismo.
Debía volver al papel de el México que nada oculta y nada teme, alguien hiperactivo y alegre, pero ¿cómo hacerlo? (1*)

-- Lo espontáneo me ha llevado hasta donde estoy --dedució sabiendo que es lo que debía hacer.

Abrió la puerta de golpe y entró;-- ¡Ya llegó por quien lloraban!

Tal vez aquello fue una mala idea, los países dentro de la sala se miraban con odio; de hecho, había country's fuera de sus lugares discutiendo con otros, y entrar de golpe le hizo captar la atención de todos.

¡Todos a por él!Where stories live. Discover now