夏休み (37)

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Era temprano.
Tenía que asistir a la escuela aunque mi cuerpo insistiera en no querer ni mantenerse estable por unos segundos.

No dormí muy bien para admitirlo.
Esperaba que Félix llamara y me dejara saber sobre él por lo menos en la noche, para estar al tanto de que se encontraba todo bien.

Tal vez no debería de exagerar las cosas, pero tampoco podía estar tan tranquila sabiendo que está justamente en el mismo país y cuidad que yo, y aún así perdemos más la comunicación que cuando estamos a kilómetros de distancia.

La tarde se fue tranquila y aburrida.
Hoy fue uno de los días más calurosos en Tokio. Juraba que solo pensé en llegar, quitarme el asqueroso uniforme escolar y dormir hasta quedar en coma.

—¿Algo nuevo en la escuela hija?— mi madre cocinaba mientras esperábamos a mi hermana.

Negué con la cabeza —nada nuevo.

Ella suspiró y apagó la estufa para acercase a la mesa, y sentarse a mi lado —Maddie.

La miré y dejé de mirar el chat de Félix aún sin ser contestado por su parte.

—Ayer estaba muy enojada con tu hermana y contigo— no dije nada —sabes que tengo razón hija, ser modelo no es tan fácil como aparenta.

Asentí y hablé —perdón mamá.

—Como estaba molesta no te comenté que en la tarde me llegó una llamada a mi celular mientras estaba en el trabajo— hizo una pausa, parecía avergonzada —era la mamá de Félix.

Abrí mis ojos con asombro.

—Félix perdió su celular y una tal Susan la llamó para avisarle— negó con la cabeza —su madre está preocupada y es probable que Félix tome un vuelo por su cuenta de vuelta a Australia, antes de que el viaje escolar concluya.

Estaba triste. Mi madre lo notó y solo me tomó la mano para después apretarla con fuerza —tranquila, al menos puedes ir a visitarlo al hotel ¿no?

Asentí sin decir nada aún.
Hasta que recordé que intercambié números con Renata.

—Puedo comunicarme con él mediante su amiga— dije mientras encendía la pantalla de mi celular otra vez.

—¿Por Susan?

Negué sin decir nada, porque escuchar su nombre hacía que me sintiera un poco insegura —Renata.

[...]

Había pasado mucho más de dos horas desde que le mandé el mensaje a Renata preguntando por el rubio, pero nada de nada.

Estaba haciendo mi tarea, porque mi madre y Ruby estaban en la cocina hablando sobre lo sucedido anoche, y la gran pelea que hubo.

Y por fin, mi celular dio señales que me dieron emoción.
Me abalancé al aparato y prendí la pantalla.

Renata 👑
Hola Madison.
Perdón la tardanza, es que la escuela nos dio otro recorrido por varios lugares hoy.

Ahora estamos cenando en el restaurante del hotel y Félix está... muy decaído. Hoy fue a comprar su boleto para mañana por la noche.

Madison
¿Puedes pasármelo?...

Renata 👑
¡Claro!
Aguarda, ya te marca.

Y si ocurrió.
Comenzó a sonar mi celular y apareció el contacto de Renata iluminando mi pantalla.

Le di aceptar y escuché su respiración al otro lado de la línea.

—Maddie...

Suspiré hondo aguantando las ganas de llorar —no te vayas Félix.

Se quedó callado.

—¿No puedes decirle a tu mamá que se contacte contigo por medio de tus amigos?... ¿por medio de... Susan?— lo último lo dije, fue casi ardiendo en mi garganta.

Guardó silencio un largo tiempo que hasta miré la pantalla para verificar si aún seguía la llamada andando.

—Ya lo intenté Madison— hizo una pausa —no quiero regresar. Quiero quedarme contigo, pero mi mamá-

Esperé que continuara, pero nada.

—¿Félix?— lo llamé y entonces se comenzaron a escuchar sus sollozos.

—No entiendo... ¿como pude perder mi celular Madison?— se escuchaba como lloraba y eso rompió mi corazón por completo —yo... yo...— hizo una pausa —ahí tenía... fotos de nosotros juntos.

No sabía que decir, solo quería estar ahí para abrazarlo con todas mis fuerzas.

—Félix— sabía que sería una locura, pero esperaba que él contestara positivamente —quédate en mi casa, no vuelvas a Australia. No te vayas.

[...]

Me acosté boca arriba en mi cama, mientras miraba mi techo como si hubiera algo interesante que ver.

Mi puerta se abrió y mi hermana asomó la cabeza —Félix llegó.

Me levanté rápidamente mientras me colocaba mis pantuflas y corría escaleras abajo.

Él estaba en el pasillo esperando ahí parado, como si la casa fuera algo nuevo para él.

Corrí y lo abracé, pero lo que no esperé es que algún día me ocurriera como en las películas de romance, donde las parejas se abrazaban y la chica enrollaba sus piernas alrededor de la cintura del chico.

Pues lo hice.
Lo hice porque no quería separarme de él nunca jamás. No quería que ese abrazo se terminara.
Solo quería sentir aquel calor que transmitía su cuerpo al abrazarme con mucha fuerza, la cual no sentía suficiente por lo que yo lo abrazaba cada vez más.

Lo miré y él a mí. Sus ojos estaban conectados con los míos y nuestros rostros tan cerca que cualquiera diría: ¿por qué no se besan ya?

No era tan sencillo cuando tenías una completa constelación frente tus ojos. Sí, me refiero a sus hermosas pecas.

—No te vayas— susurré aunque no era necesario decirlo, porque por algo estaba en la casa.

Mi madre habló con la madre de él y decidieron que puede quedarse hasta que el viaje concluyera.
Mi madre llamaría a la suya si algo malo sucedía.

—No me iré— susurró aún sosteniéndome en sus brazos. Me gustaría preguntar si pesaba mucho, para bajarme, pero sabía que no era necesario por la facilidad con la que me sostenía.

Besé sus labios levemente. Un solo roce, casi imperceptible.
Él sonrió ampliamente y rozó nuestras narices haciendo toda la situación más tierna que antes.

—Chicos...

Mamá nos habló y yo me bajé de él de forma tímida.

—Gracias por aceptarme esta noche con ustedes— dijo mi novio muy amablemente.

—No hay de que Félix, ya sabes donde está tu habitación— dijo mi madre con una gran sonrisa.

Ella se fue a la cocina devuelta con Ruby y yo me quedé a solas con Lix otra vez.

—Vamos— le susurré mientras lo tomaba de la mano y lo jalaba en dirección a las escaleras.

𝕊𝕦𝕞𝕞𝕖𝕣 𝕍𝕒𝕔𝕒𝕥𝕚𝕠𝕟𝕤~ 夏休み 𝕃𝕖𝕖 𝔽𝕖́𝕝𝕚𝕩 [𝕊𝕂ℤ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora