⇝diecinueve

4.8K 310 19
                                    

El aroma a café llenaba la pequeña cocina en la que actualmente vivía el doctor Spencer Reid, se había mudado de casa y su sala estaba hecha un desastre. Guardaba sus libros en la repisa mientras Liberty servía café en dos tazas, echaba dos cucharadas de azúcar en cada café y un poco de leche, había olvidado echarle amor pero ya no era tan importante.

—Aquí está —dejo una taza en el mueble de la cocina mientras ella sostenía la otra con ambas manos.

Se sentaron uno frente al otro, mirándose como si nunca hubieran estado juntos, parecían dos extraños en una mesa redonda.

La única cura que el agente encontró para su corazón roto fueron las manos de su antigua novia, se sentía cálido de nuevo y estaba intentando consentir de más a Liberty. Ella volvió a abrirle los brazos a aquel hombre que le había mentido, que había hecho su corazón pedazos, porque no quería que él corazón de él estuviera destrozado.

En la nueva de casa de Spencer las cosas se sentían muy bien para ser verdad, estaba sentado frente a ella, la mujer que amo con todo su corazón pero por el capricho termino hiriendose así mismo, había pensando toda la noche en si había alejado al amor de su vida por estar con Maeve, en si había desperdiciado tiempo que no pudo estar con Liberty.

—Gracias por hacer el café, te quedó muy bien —agradeció tomando un sorbo de aquel café.

—No es nada, Spence —la castaña le sonrió mirándolo.

—Lo es... En realidad has sido muy amable y considerada conmigo, desde ayudarme a pasarme de casa hasta tratar de ayudarme a sanar —el joven miro hacia abajo un poco apenado—, mientras yo fui cruel contigo.

Liberty tragó saliva, ahora se sentía un poco incómoda, tomo café nerviosa, no sabía que podía suceder.

—Ya eso pasó y está bien, aprendí mucho de esa situación, espero que tú también hayas hecho lo mismo —tocó los nudillos de Spencer intentando darle algo de ánimo, él alzó su mirada y se sintió vivo.

—Sí, lo he hecho.

Durante unos minutos más siguieron tomando café, el día tiene 24 horas por lo que ninguno de los dos se apresuró, simplemente estaban ahí, juntos de nuevo mirando sus caras e intentando no tocar un tema delicado.

A mi par apareció la Parca, tenía un olor a oscuridad y me veía con un poco de curiosidad.

—¿Sigues mirando a esos dos? —pregintó.

—Claro... Su tiempo se ha acabo.

Liberty se levantó despacio, despidiéndose del castaño. Tenía otras cosas que hacer, por lo que quedarse más horas ahí la retrasaría, Spencer no reclamo nada, ¿por qué lo haría? Únicamente miro como su ex novia se iba, como su dedo anular había dejado de tener su anillo de compromiso y lo había cambiado por uno de “promesa”.

Se quedó con las palabras en el pecho, había pensando durante noches en intentar volver a su lado, pero ya para qué. Había intentado de todo, pero simplemente las palabras no salían de su boca, le frustrada estar con ella sentir que había sido un completo imbécil.

Habían quedado dos tazas de café vacías en la mesa y un hombre arrepentido mirando como el amor de su vida había encontrado otro amor y otra vida.

La parca volvió a mirarme, y sin decir nada pude saber que preguntaba.

—Toda acción conlleva una reacción.

Alcé mis hombros y me levanté de aquella silla en donde desde ahí, podía a mirar a la viva imagen del arrepentimiento en los ojos de Spencer.

«El destino no está prescrito, no es concebible, es vivible».

última vez ⇝ spencer reidWhere stories live. Discover now