Baekhyun, un joven doncel, acude al palacio del Sultán como candidato a desposar al Jeque Kim Tae Woo, sobrino del Sultán Park Chanyeol. Su belleza inigualable logró cautivar no sólo a su futuro esposo, si no también al rey de Arabia, y aquella atra...
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Al anochecer de día siguiente, cuando todos se disponían a retirarse a sus habitaciones, los donceles y la doncella se apresuraron a llevar acabo sus maliciosas ideas. Taemin se hubo retirado de la cena casi a la mitad de esta, excusándose fingiendo malestar, pero finalmente irrumpió en la desolada habitación de Minho, aguardando por el arribo de este. Se retiró el traje que llevaba quedando sólo en lencería, un precioso corset de encaje y bragas del mismo material. Se hallaba sobrepasando los límites de los nervios, llegando al terror de ser rechazado de la forma más cruel por Minho.
"Por favor..."
Sabes que no voy a hacerte daño No sé porqué me gustaría oh oh oh
"No me odies, Minho"
Cuando Minho entró en su recámara se halló con la luz encendida, sus ojos inmediatamente recorrieron el lugar y sus sentidos se pusieron alerta por si de un intruso se trataba, quizás alguien que quería asesinarlo. No encontró nada. No obstante, el sonido de la puerta cerrándose y el seguro de afuera activarse le hicieron temer, eso fue por cortesía de Baekhyun y Amber.
- Qué demonios -gruñó.
- Un Visir no debería maldecir así -comentó Taemin apareciendo por las cortinas del balcón desde donde vio a su tío llegar.
Minho divisó al doncel y enmudeció rápidamente. Vestido de forma ligera y provocativa, descalzo y luciendo su delicada piel blanca, con ese cabello largo que tocaba sus hombros y un poco mas abajo.
- ¿Qué estás haciendo aquí?
No hay consuelo en otra cara Entonces vas a dejar que se desperdicie
Oh oh oh
- Quería hablar contigo.
- ¿Vestido así?
Al joven doncel le puso aún más nervioso el tono de voz duro que usó el otro.
- Yo..., por favor -pidió sin saber realmente porqué rogaba.
- Taemin, no.
El chico se mordió los labios nervioso, su cuerpo temblando por el temor y sus ojos cristalizados sintiendo la derrota apoderarse de él.
- ¿Tanto me odias? -le preguntó en un hilo de voz.
Lo sigo intentando Pero, ¿cómo puedo compararlo? Cuando no se comparan a tí No oh
El Visir lo miró ceñudo, intentando que la apariencia triste de su pequeño sobrino no lo chantajeara. Debía ser fuerte si quería sobrevivir.
