El Amante del Rey (Chanbaek)

Epílogo

Alslan se frotó contra el pequeño bulto que Baekhyun cargaba en brazos, un encantador príncipe que en la madurez heredaría la corona. Hace unas cuantas semanas que el Sultán-Consorte dio a luz al primogénito, y el palacio no podía estar más lleno de alegría por la noticia. Baekhyun, recostado en la cama con su pequeño bebé en brazos, se dejaba mimar por Aslan ya que su esposo no le permitía salir de la recámara, pues la labor de parto fue agotadora y su cuerpo se hallaba aún cansado.

- Tu pareja tendrá pronto gatitos -le dijo a la fiel mascota recordando que el cruce entre los dos tigres fue exitoso, de hecho, la tigresa se encontraba en la misma recámara, durmiendo sobre un cojín gigante donde en las noches cabían ambos animales.

- Pero deberé educarlos para que no dañen a nuestro YeHyun -dijo Chanyeol, ingresando en la recámara viendo a su familia con inmenso orgullo.

- Aslan nunca dejaría que le dañen, tampoco permitirá que Yehyun lastime a los gatitos.

Su esposo tomó asiento en la cama junto a él, acarició la cabecita de su durmiente hijo que se mecía en los brazos de su madre.

- Los extraño cada segundo que estoy lejos.

Los brazos del monarca rodearon el cuerpo del doncel brindándole calor y confort. Para el Sultán, los días se volvieron una meta, cada segundo representaba la fortuna de tener a su familia, cada vez que veía a su hijo en brazos de su esposo pensaba en el trayecto, su historia, el cómo se conocieron, y no podría pedir algo mejor.

- ¿Está bien Taemin? No lo he visto en todo el día.

- Está algo cansado, ya lleva casi seis meses de embarazo.

- Lo sé, Minho se ve muy entusiasmado.

Chanyeol asintió, entonces le preguntó:

- ¿Quieres dar un paseo?

- No visto apropiadamente para un paseo.

- Puedes vestir como gustes, a mi no me importa.

A pesar de que, sí, su ropa no era apropiada para salir, a Chanyeol le gustaba. Su lencería de seda y encaje, uno para la parte superior que cubriese sus hinchados pezones de la vista de los demás, y la minúscula braga que cubría lo necesario; y en sus hombros una capa color esmeralda con hombreras doradas. Lucía hermoso, aún si sólo vestía para pasar en cama.

Dejaron a su pequeño hijo a cuidado de Aslan, como veces anteriores, el tigre los buscaría si algo sucedía, o bien podía rugir para llamar su atención. La pareja bajó hasta el jardín particular que tenían, ese pequeño espacio que era sólo suyo, donde podían vivir su amor. Claro, Chanyeol bajó en brazos a su esposo y al llegar lo dejó sentado en una banca de mármol.

- ¿No tienes obligaciones ahora?

- Mi única obligación en la vida es complacer a mi esposo y cuidar de mi hijo.

- Si no fueras el Sultán te creería.

Chanyeol se arrodilló frente a su pareja, recorrió con sus manos las piernas desnudas del doncel, casi hambriento de probarlas.

- Puedo abdicar y llevarte lejos, donde sólo seas para mi -replicó mientras sus labios dejaban besos a lo largo de las extremidades.

- Chan..., es muy pronto -le dijo refiriéndose a la práctica sexual que, por el parto, quedó relegada hasta órdenes del doctor.

- Y no sabes cuánto me tortura tener que esperar.

Aún así, la boca de Chanyeol siguió su camino por los muslos internos hasta llegar a la intimidad de su esposo de quien sus piernas quedaron sobre los hombros del mayor. La pequeña braga que el joven llevaba fue hecha a un lado para dar gusto a la boca del Sultán.

- Mmmgh.. Chanyeol...

- Déjame complacerte, mi amor.

Su entrada sintió la presión de los dedos de Chanyeol, pujando hasta verse dentro y comenzar a jugar, embistiendo fuerte el agujero del chico. La espalda de Baekhyun se arqueó de placer, sintiendo espasmos recorrer su cuerpo entero.

- Ah, Yeol, por favor... ¡Ah!

El orgasmo lo arrolló, sacudiéndole el cuerpo con espasmos deliciosos que recorrían desde sus piernas hasta su pecho. Se sintió satisfecho, pero Chanyeol no terminó ahí, lamió el miembro goteante del doncel hasta limpiarlo. Entonces, el Sultán se puso de pie, y desde lo alto admiró el desastre post orgasmo que era su lascivo esposo, le gustaba.

- ¿Puedo ayudarte, mi Sultán? -le preguntó con una dulzura venenosa, con la lujuria desbordándose por los ojos.

Chanyeol asintió y le permitió retirarle la túnica que cubría su erguido miembro, duro, rojo y ansioso por caricias. Baekhyun se puso de rodillas y en su boca recibió la virilidad de su esposo, degustó con la lengua su extensión y su sabor, y con lascivia chupó hasta cansarse. La boca del Sultán soltaba suspiros y gruñidos a cada succión, viendo a los ojos de su consorte, conteniendo sus deseos de follarlo en el piso. Los belfos rosados del doncel succionaron el glande, con suavidad que torturaba al otro, pero que al mismo tiempo le llevaba al borde de la locura, hasta tener su ansiado orgasmo.

- Maldita sea -gruñó y tomó del brazo a Baekhyun para ponerlo en pie-. ¿Cómo esperas que no desee follarte cuando te tengo de rodillas con tus labios alrededor de mi polla?

Baekhyun sonrió encantadoramente, para luego besar los labios del mayor con gula desmedida, sus lenguas encontrándose y acariciándose, sus manos recorriendo el cuerpo ajeno, y el calor de la pasión calándoles hasta los huesos.

- Quiero verte en cinta otra vez, quiero tener otro hijo contigo... tantos, que el palacio parecerá pequeño, -se detuvo, besó los labios de Baekhyun con suavidad antes de seguir-: pero antes, debo hacerte mio tantas veces que tu cuerpo me querrá lejos.

- Nunca voy a quererte lejos, jamás -prometió el doncel.

- Y nunca dejes de amarme... tu amor es lo único que puede mantenerme vivo.

- Nunca, nunca.