Capítulo 2: Caperucita Roja

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F é l i x  E.  F e r r e r (presente)

- Nicolás, ¿Como se encuentra Jade? - pregunté mientras daba un sorbo de la copa de vino que sostenía en mi mano derecha, la preocupación no es lo mio pero esta es una ocasión especial.

-Aún se encuentra dormida Esteban, el doctor dijo que talvez no despierte hasta pasadas 2 semanas- respondió Nicolás, un chico joven de pelo rubio medianamente alto y con ojos café claro, su vestimenta siempre suele ser despreocupada y esta no era la excepción -¿Qué harás cuando despierte?, si Cres que se quedara por voluntad propia estas equivocado- continuo diciendo sentándose enfrente mío, lo único que nos separa es una mesa un poco larga, antes de responder observe el lugar unos segundos para intentar calmarme, tiene apariencia algo rustica, puedo observar rápidamente las 4 ventanas, 2 en la pared izquierda y 2 en la derecha, todas apuntan la luz hacia la mesa, en la sala también se encuentran algunos adornos como cuadros de diferentes personas, que para ser sincero no conozco, espadas con nombres escritos en ellas entre otras cosas. -Mas le vale al doctor que si despierte- conteste finalmente bebiendo de nuevo la copa a mi alcance y no era para menos la advertencia pues ya lleva una semana inconsciente, continúe diciendo -Me preocupare por eso cuando tenga que hacerlo, si tengo que encerrarla ten por seguro que lo hare, ahora ¿no tienes trabajo que hacer? - -Encerraste a Hugo y eso no lo detuvo...- respondió casi entre dientes con la mirada agachada, pero pude escucharlo perfectamente -repito y sabes que no me gusta repetir las cosas ¿no tienes trabajo que hacer? - dije levantándome de la mesa con los ojos clavados en el -claro que sí señor- dijo sonriendo lentamente hasta tener una sonrisa completa, se levantó rápidamente, tomo su clásica arma que se encontraba en un buró cerca de la entrada y salió finalmente de la habitación. No tengo nada que temer si despierta, el único problema al que me enfrento cuando lo haga es al ¿Cómo protegerla?.

N a r r a d o r

-arg! - se escuchó un ligero grito procedente de la planta de arriba que Nicolás alcanzo a escuchar, pero borrosamente, con una mano en la puerta y los ojos en la escalera decidió escuchar atento para asegurarse de lo que había oído, sin embargo, no se escuchó nada más después de aquello, a pesar de su inseguridad siguió con su camino directo al pueblo, azotando la puerta detrás de él.


El telar del loboWhere stories live. Discover now