|Capítulo 24|

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Tras salir del baño me encontré con un Eros con expresión preocupada.

—¿Estás bien? ¿Quieres que te lleve a casa? Puedo hacerlo. ¿Necesitas que vaya  a la farmacia por algún medicamento de chicas? —me invadió de preguntas y eso me sorprendió bastante.

Eros siempre eran tan bueno, se merece a alguien que valga realmente la pena.

—Estoy bien —dije tranquila, mientras me colocaba la chaqueta de Eros—. ¿Es muy tarde para volver a clase?

Eros negó con la cabeza.

—Le dije al profesor que tenía olor corporal, por ende le pregunté si se había bañado, se enojó y me echó de la  clase —finalizó con una sonrisa orgullosa.

—Eres todo un caso —dije entre risas.

¡Prácticamente le dijo sucio!

—No tenemos más clases, el entrenador se lesionó por ende, esta semana no podremos hablar con él, sobre ti —agregó serio.

Bueno, al menos no debería entrenar estando en mis días.

—Tengo ganas de cocinar un pastel —opinó divertido—. Pero, necesitaré a una bonita ayudante.

Sonreí, hacer tortas sería divertido.

—Puedo ser tu ayudante, siempre y cuando no me hagas usar prendas pequeñas, brillantes y ajustadas —bromeé.

—Me conformo con verte en top deportivo y short —dijo moviendo sus cejas de arriba a bajo.

—Ya quisieras —agregué divertida y comenzamos a caminar hacia la salida.

La caminata hasta el supermercado fue bastante largo y divertido. Eros sacaba fotos y grababa nuestras tonterías en la calle.

Estando en el supermercado compramos unas cuantas cajas para hacer las tortas, compramos para el relleno y puros chocolates y golosinas, que fueron totalmente innecesarios.

Cuando llegamos a casa, me di una ducha rápida debido a que había transpirada bastante al caminar.

Me coloqué una camiseta suelta de color azul y un short gris, cuando llegué a la cocina, Eros tenía todo listo.

—Muy bonita, como siempre —dijo sonriente.

Sus comentarios casi siempre me subían el ánimo, aunque sé que son solo comentarios, me hacen sentirme bastante bien.

—Tú también te ves bien con tu camiseta blanca.

—Debemos hacer la mezcla primero. Tres huevos, veinte cucharadas de leche y el polvo ese que compramos y ya. ¡Pastel listo! —exclamó tomando un tazón que también compramos en el supermercado, debido a la falta de utensilios que teníamos en la casa.

Tres huevos, veinte cucharadas de leche y un sobre con polvo sabor a vainilla, tocaba mezclar cinco minutos con una cuchara porque no teníamos batidora.

—Ya me cansé, hazlo tú —me quejé.

Eros rodee los ojos y se paró detrás de mi, para luego posicionar su mano sobre la mía y comenzar a hacer círculos para mezclar mejor. Y su otra mano, la posó sobre la mía que sostenía el tazón. 

Por alguna razón sentía todo el cabello de mi cuerpo erizar, y su toqué me provocaba choques eléctricos.

No sabía que Eros tenía ese poder en mi.

—¿Excedí tus límites? —preguntó Eros, atrayendome a la realidad y este ya estaba alejado.

Carraspee.

 —No, tranquilo, todo sea por tener un buen pastel —dije colocando la mezcla en la fuente.

Eros en cambio prendió el horno y llevó la mezcla dentro.

—Creo que unos cuarenta y cinco o cincuenta minutos estarán bien —comentó recogiendo los utensilios sucios.

Asentí, sentándome en una de las sillas junto a la mesada de la cocina.

—Chloe —me llamó Eros, con expresión seria.

Alcé la vista para mirarlo a los ojos.

—¿Te parezco atractivo?

¿Qué es esa pregunta? Osea, realmente si, era guapo, gracioso y bueno, todo lo que una chica querría. 

—Creo que lo dejé claro la noche de la fiesta —bromeé.

Estaba nerviosa, ni siquiera cuando besé a Harvey estaba tan nerviosa, joder.

—Cierto, es bueno que te parezca atractivo, porque acabo de darme cuenta de algo —dijo acercándose más a mi, mirándome fijamente—. A partir de hoy, competiré contra Harvey, sabes al principio quise mantenerme al margen, pero...—suspiró—. Me puedes más de lo que admitiré en voz alta, y Harvey... es Harvey.

¿Competir contra Harvey? ¿Qué carajos?

Los chicos de Chloe | PRÓXIMAMENTE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora