|Capítulo 37|

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Aquella cancha que yo visitaba seguido estaba llena de gente eufórica. Nuestros rivales eran los tigres, todos altos y fornidos. Habíamos estado planeando mil estrategias, porque realmente eran buenos 

Harvey estaba en las gradas junto a algunos adultos que supuse serían los padres de los chicos, porque tenían carteles que decían los nombres de todos, incluso el mío.  

Steve por otra parte tenía una gorra de la universidad y un cartel amarillo que decía: «Vamos Chloe hazlos tus perras»

 Reí al verlo sonriente mientras gritaba y mostraba su cartel. 

Todos estábamos con el uniforme, nerviosos pero contentos. Sería nuestro primer partido oficial, debíamos impresionar.

Cuando la directora nos llamó nos presentamos y los gritos se escucharon más que nunca. Todos estaban felices de que los partidos comenzarán, sería una buena temporada si dábamos todo en cada momento.

El partido comenzó y en el primer tiempo me quedé en la banca. Durante esos diez minutos nosotros íbamos veinticinco y los tigres treinta. Cinco puntos por delante nuestro. Todo el equipo estaba decepcionado por el primer tiempo, pero sabemos bien que nada esta definido hasta los últimos minutos.

Cuándo entre a la cancha, noté miradas de mal gusto, querían incomodar. Pero eso era algo que el entrenador me había dicho, debía ignorar las miradas y los susurros desagradables, porque claro que los había.

Me había tocado defender a un moreno que era bastante alto al lado mío, pero jugaba como profesional. En cambio a mi me defendía un chico demasiado alto y grande. Tres pasos míos eran uno de el. 

Estaba a punto de encestar pero el desgraciado saltó y tomó el balón.

—Solo eres puro hablar, te falta mucho para llegar a ganarnos —murmuró.

Lo ignoré por completo y seguí jugando. El segundo tiempo habíamos quedado treinta y ocho a cuarenta y seis. Un desastre seguíamos por debajo. 

El tercer tiempo me quede en la banca, cuando salí a la cancha no estaba con ninguno de mis compañero de casa. Solo con el resto del equipo. En el tercer tiempo el marcador pasó a 46 a 50.

—Nos están pateando el culo—murmuró Jordan, chico de mi mismo equipo. 

Asentí de mala gana, durante el descanso todos tomamos agua. Las palabras de motivación del entrenador no faltaron y comenzó la nueva jugada.

Jack, Joel, Evan y Eros jugarían conmigo. 

Y cuándo entramos a la cancha, la sensación cambió por completo al verlos sonreír. En especial a Eros quien me sonrió e hizo un corazón con sus dos manos.

Íbamos cuarenta y nueve a cincuenta y dos, solo nos faltaban tres minutos para terminar. Los pases de los gemelos eran impecables, Joel era rápido y Jack tenía precisión al tirar. 

Aquel grandulón me seguía defendiendo, no me dejaba ni moverme. Tenía que aprovechar que sea tan grande, así que lo rodee rápido y subí hasta donde se encontraba Joel con el balón. Sin decirle nada él me dió el pase, hice dos pasos, salté y encesté.

El contador cambió a cincuenta y dos. Estábamos cerca de lograrlo. 

El equipo contrario tenía el balón, pero Joel se lo quitó a quien defendía. Le dió el pase a Jack quien subía e hice lo mismo tratando de dejar a atrás al grandulón. Hasta que éste me empujó y caí al suelo.

No tuve que quejarme para que le cobren la falta, el árbitro se encargó de eso. Me dió el balón, me ubiqué en el centro, solo faltaban treinta segundos para terminar el partido, empate o nuestra victoria. 

Tomé aire, flexioné las rodillas y salté impulsando el balón. Después de eso, todo fue en cámara lenta. 

El balón iba en dirección al aro, cerré los ojos deseando que entrara.

 Y los gritos de celebración me obligaron a abrir los ojos, el contador pasó de cincuenta y dos a cincuenta y cuatro. Y el tiempo había terminado. 

Habíamos ganado.

La primer fase de la temporada, la habíamos ganado. Todo el equipo me abrazó alegre y me lazó hacia arriba.

—¡Lo hicimos! —gritó Joel emocionado.

—¡Chloe es la mejor! —exclamó Evan.

Al terminar el abrazo grupal, los padres de los chicos estaban allí sonrientes.

—No creí que vendrían —comentó Jack saludando  a una pareja.

—Es el primer partido, debíamos venir —respondió aquella señora.

Joel saludó a un hombre rubio, y luego saludó a los demás padres. 

En cambio Eros y Evan parecían desconformes, había una muchacha junto a ellos, pero ningún adulto.

Una vez de haberme presentado ante los padres de Jack y Joel, Steve quien estaba junto a mí me empujó hacía Eros. Y gracias a sus reflejos me tomó de la cintura sonriente.

—Lo siento —susurré.

—¡¿Ella es tu novia?! —gritó aquella joven.

—Te dije que aún no es mi novia —refunfuñó Eros con expresión seria.

—¿Y qué esperas? —me dijo en tono de regaño.

—Eh...yo....—balbuceé.

—¿Por qué no vino mamá? —interrumpió Evan en tono molesto.

—Estaba ocupada con las modelos, pero me dió dinero para ir a comer todos juntos —respondió aquella muchacha. Y me dí cuenta que era la famosa Edda, la hermana menor de los gemelos que tanto había visto en fotos. 

Era realmente bonita y parecida a sus hermanos.

—¿Vendrás? —me preguntó de pronto.

—Si, todo el equipo irá —dijo Eros aún con sus manos en mi cintura.

—¿Quién es el guapo de la gorra? —preguntó Edda moviendo sus cejas, mientras señalaba a Steve.

—Alguien mayor para ti —comentó Evan negando con la cabeza.

—¡Steve! ¡Ven aquí! —gritó Eros y Steve le hizo caso—. Steve ella es Edda, nuestra hermanita menor.

Edda se puso roja y Steve besó su mano como saludo.

—¡Nos vamos! ¡Muero de hambre! —gritó Joel. 

Y así todo el equipo aún sudado y con el uniforme, fuimos a un restaurante elegante para festejar la victoria.

Los chicos de Chloe | PRÓXIMAMENTE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora