|Capítulo 36|

36.7K 4.1K 809
                                    


Aquel festejo había sido lo más bonito que me pasó desde que llegué. Habíamos compartido recuerdos, sueños, secretos y momentos vergonzosos. 

Aquel domingo fue lo que siempre quise tener de pequeña, personitas con quien reir los fines de semana.

Todo estaba en orden y se notaba. 

Eros por otro lado, estaba más atento. Durante toda la semana aprendimos a cocinar nuevas recetas, y fue divertido verlo limpiar toda la casa. 

Los chicos me hicieron entrenar muchísimo, y cuando conocí al entrenador, fue magnífico. Me trató como uno más. Durante los entrenamientos me ayudó a mejorar algunos errores que tenía y en una de las tantas charlas de motivación que nos dió, dijo que intentaría hacer equipos mixtos o poder recuperar el equipo femenino.

Estaba a horas del partido, Steve estaba por llegar y aseguró que gritará mi nombre en cada momento. Como en los viejos tiempos. 

—¡Chloe! —gritó Steve a lo lejos. 

Corrí y salté sobre el.

—Te extrañé —dijimos al unísono.

Luego de un abrazo eterno Steve se presentó ante Eros y se llevaron muy bien. 

—¿Estás nerviosa? ¡Es tú primer partido! —chilló Steve.

Extrañaba su energía.

—Un poco, sí.

—Bueno, sabes que confío en ti —aseguró dándome un beso en la mejilla—. ¿Y qué hay sobre Harry? ¿Cuándo me dejarás romperle la nariz?

—Steve, en una pelea tu saldrás más perjudicado que cualquiera —bromeé.

—Al menos conseguiría darle un rasguño —dijo entre risas—. Pero, creo que Eros está bastante capacitado.

Vi a Eros que caminaba junto a nosotros y sonrió orgulloso.

—Nadie peleará con nadie —dije firme—. Además el ya no me volvió a hablar y yo lo bloqueé por todos lados.

—¡Así se hace! —exclamó Steve—. ¿Y ese Harvey? ¿Lo golpeaste? ¡Dime que lo golpeaste!

Fruncí la nariz y dije:

—Cállate, yo no peleo.

—¿Bromeas? —dijo irónico—. Deberías verla hace dos años atrás, cuando la usaron por una apuesta...

La cagó.

La expresión de Eros cambió de diversión a confusión.

—Mierda, yo eh...—balbuceó Steve.

—Ya déjalo Steve —dije a regañadientes.

Eros optó por no decir nada, cosa que agradecí profundamente.

Al llegar a casa, todos recibieron a Steve amablemente. Steve por otra parte, siguió contando momentos vergonzosos de ambos, logrando que todos se rían.

—¿Por qué no lo trajiste antes? —preguntó Joel entre risas.

—Es hora, hay que cambiarse —ordenó Jack levantándose del sofá.

Y acto seguido, todos nos levantamos. Dejando a Steve solo en la sala.

Entré en mi dormitorio y me coloqué el uniforme junto a mis tenis deportivos. Até mi cabello en dos trenzas. Y cuando estaba por salir, Eros apareció entrando a mi habitación.

—Quiero decirte algo, más bien darte algo —dijo sacando una cajita de su bolsillo—. Es un regalo, para ti.

Al tomar aquella cajita y abrirla, era una cadena con un dije de un balón.

 —Es hermoso —admití con una sonrisa.

Eros me quitó la cadena de las manos, para luego rodearme y colocarla en mi cuello.

—Combina con tu tatuaje —comentó sonriente. 

Y era cierto, en mi pecho justo en el medio, un balón estaba tatuado allí.

 —También tengo algo para ti —opiné recordando lo que le había comprado, lo estaba guardando para dárselo en las fiestas, pero no me resistí.

Busqué en mi cajón de medias y tomé un llavero que tenía un balón.

Eros esbozó una sonrisa.

—Combinamos regalos sin querer.

—Irónico ¿no?

—Más bien conexión —dijo para luego quitarme el llavero y jalar de mi brazo, para acercarme más a él. —Sé que también sientes lo que yo, y no hablo solo de la atracción física. Pero soy paciente, aunque parece que no.

Tragué saliva, sentía ganas de besarlo. 

Joder.

Y estaba apunto de hacerlo, solo que Steve nos interrumpió al abrir la puerta.

—Tengo en instagram a tú mamá ¿debo eliminarla? —indagó—. Ya sabes para que no vea mis historias y publicaciones contigo.

Eros carraspeo y se alejó de mí.

—¿Por qué rayos la tienes? —indagué.

—Es una mujer sexy y además es tu mamá ¿por qué no seguirla?

Tomé una almohada y se la arrojé en el rostro. 

—¡Puerco! —exclamé, causando las risas de Eros y Steve.

—¡Debemos irnos! —gritó Jack.



Los chicos de Chloe | PRÓXIMAMENTE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora